Las diez lecciones magistrales que nos ense?¨® Diana Vreeland
La publicaci¨®n de los ¡®memos¡¯ que dictaba desde su apartamento de Park Avenue nos dan pie a recordar las genialidades de la m¨ªtica editora de moda.
Si hay una instituci¨®n en la moda, esa es Diana Vreeland. Ella cre¨® a la editora de moda tal y como la conocemos hoy en d¨ªa. Pero a menudo, su trabajo y legado han quedado eclipsados por esa ¡°excentricidad¡± con la que se tiende a adjetivarla. En su famosa columna Why Don¡¯t You que inici¨® en 1936 en Harper¡¯s Bazaar, se adivinaba ya en ella una visi¨®n del mundo absolutamente revolucionaria. ¡°Por qu¨¦ no pintas un mapa del mundo en las cuatro paredes de la habitaci¨®n de tus ni?os, as¨ª no crecer¨¢n con un punto de vista provinciano¡±. Pero Diana no era rarita, simplemente viv¨ªa unas cuantas d¨¦cadas por delante de su tiempo.
El documental y el libro The Eye Has to Travel, proyectos ambos de Lisa Immordino Vreeland, mujer del nieto de la editora, la resucitaron del olvido y ayudaron a comprender un poco m¨¢s la importancia de Diana como ¡°la editora de moda¡±. Este octubre una nueva publicaci¨®n a?ade nuevos datos sobre su particular visi¨®n. Diana Vreeland Memos, editada por su nieto Alexander Vreeland y publicada por Rizzoli, recoge una selecci¨®n de los recordatorios mecanografiados con ideas, ocurrencias y comentarios que transcribieron a sus secretarias durante su estancia en Vogue como editora jefe entre 1963 y 1971.
Con mucha atenci¨®n a los detalles, las ¡°memos¡± de Vreeland, adem¨¢s de ser rompedoras por sus ideas avanzadas, nos hablan entre l¨ªneas de otra manera de hacer moda. Otorgando un gran peso a la creatividad, Vreeland era, m¨¢s que una sagaz vendedora, una gran comunicadora. Sus po¨¦ticas palabras son seductoras im¨¢genes que celebran la mujer independiente, invitan al progreso, exaltan el cambio y premian la autoaceptaci¨®n. Abrazando siempre con entusiasmo aquello que ol¨ªa a nuevo, Vreeland se apresuraba a compartirlo con su equipo para transformarlo en im¨¢genes y lemas con la intenci¨®n de hacer m¨¢s feliz la vida de sus lectoras.
Pero, quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente de todo, es que casi cincuenta a?os despu¨¦s, muchas de esas notas pueden ser le¨ªdas en clave actual. Sus reflexiones acerca de la noci¨®n de belleza, la emancipaci¨®n de la mujer o el valor de la moda y el estilo, podr¨ªan ser formuladas hoy en este mundo que celebra la fama instant¨¢nea y la belleza recauchutada. ?Hacemos la prueba?
1. ?Viva el estilo con personalidad!
Diana Vreeland era una gran defensora del estilo personal, m¨¢s all¨¢ de la edad o las caracter¨ªsticas f¨ªsicas de uno mismo. ¡°No intentes ser otra persona, simplemente muestra lo mejor de ti¡±, sentencia. Ayudar a sus lectoras a hacerlo entra?aba parte de su reto. El deporte y una vida sana eran sus ingredientes preferidos para sobrellevar la edad con elegancia.
2. Un must
Vreeland estaba continuamente al acecho de aquella prenda o complemento que cambiar¨ªa nuestra forma de vestir. En muchas de las notas insiste en piezas que sabe que cambiar¨¢n los h¨¢bitos de las mujeres de su ¨¦poca. Convertir la tradicional alpargata, asociada a los campesino en la ¨¦poca, en objeto de moda fue una de sus muchas ocurrencias.
3. La voz de la editora
En un momento en el que las marcas cada vez tienen m¨¢s poder sobre las piezas editoriales de las revistas, sorprende y se agradecen los pu?os sobre la mesa que hace en algunas de las cartas. ¡°Todo el mundo parece ser un editor frustrado!¡± exclama en una de ellas para tranquilizar a la editora Consuelo Crespi tras alguna trifulca con un dise?ador poco contento con unas fotos. Cuantas editoras y estilistas estar¨¢n deseando hacerlo lo mismo en estos momentos¡
Un ejemplo de los memor¨¢ndums que Vreeland dictaba. 1971 como el a?o del lazo.
? Diana Vreeland Estate/ Cortes¨ªa de ¡®Diana Vreeland Memos¡¯.
4. Eres ¨²nica
Diana Vreeland no era una belleza al uso. Su madre la llamaba fea, pero ella consigui¨® convertir su perfil en algo extraordinario y usaba su trabajo para reivindicar las narices importantes. Contraria a la cirug¨ªa est¨¦tica, Barbra Streisand o Maria Callas fueron algunas de sus musas.
5. Belleza sin artificios
Vreeland imaginaba con claridad la imagen que quer¨ªa transmitir y comunicaba con precisi¨®n a su equipo todos los detalles importantes a tener en cuenta para conseguirlo. Sonny y Cher ten¨ªan que ser fotografiados pero a Vreeland le aterrorizaba la cantidad de maquillaje que la cantante llevaba, as¨ª que indic¨® a su equipo que nada de kilos de base y rimel, deb¨ªa ir a cara lavada. Que si hac¨ªa falta ya hablar¨ªa con Cher para hacerla entrar en raz¨®n.
6. Lo singular te hace especial
Al igual que las narices grandes, Vreeland parec¨ªa disfrutar buscando y resaltando caracter¨ªsticas ¨²nicas. Resulta divertida la reivindicaci¨®n a las pecas de las modelos que hace en una de sus notas a las que define como ¡°coquetas¡±. Y es que todav¨ªa hoy, muchas modelos ven como sus pecas son camufladas bajo el maquillaje como algo que hay que esconder.
7. M¨¢s es m¨¢s, pero menos puede ser m¨¢s
Vreeland era concreta, pero tambi¨¦n flexible y una mujer que sab¨ªa delegar. En una ocasi¨®n anota que hay que usar sombreros, bien grandes, para a?adir a continuaci¨®n que si a la chica no le quedan bien, que la fotograf¨ªen sin nada. Muchos de sus colaboradores explican el margen de libertad que otorgaba para hacer las sesiones de moda. Al no estar demasiado pautadas, la creatividad y la historia flu¨ªa dando lugar a im¨¢genes que han trascendido en el tiempo.
8. Los famosos llegan a las revistas
Se dice que Vreeland fue la primera en poner a posar a rostros famosos de la cultura popular. En abril de 1965 abr¨ªa la veda y comentaba que no quer¨ªa usar modelos profesionales para Vogue, sino ¡°actrices y chicas j¨®venes y guapas de todo el mundo¡±. Por las p¨¢ginas de sus revistas desfilaron la antes mencionada Cher. Tambi¨¦n Mick Jagger y los Beatles.
9. Denim Forever
¡°Los tejanos son la cosa m¨¢s bonita desde que se cre¨® la g¨®ndola¡± dice una de sus citas m¨¢s famosas. Y en sus notas no se olvida de subrayar que el tejano es un invento que no hay de perder de vista, tanto por su color como por su tipo de tejido para pronosticar que ser¨¢ imporante.
10. El ojo tiene que viajar
El movimiento y el viaje fueron el motor de la filosof¨ªa de Vreeland. Ella fue la primera editora que mand¨® a sus equipos a destinos tan lejanos como Ir¨¢n o Jap¨®n. Quer¨ªa que sus lectoras viajaran con la revista y abrieran sus mentes a otras culturas. Su historia ¡°The Great Fur Caravan¡±, fotografiada por Avedon en Jap¨®n, protagonizada por Verushka y con estilismo de Polly Mellen es, sin duda, uno de sus mayores hitos.
Vreeland, siempre aut¨¦ntica
Francesco Scavullo/ Cortes¨ªa de ¡®Diana Vreeland memos¡¯
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