Louboutin, 20 a?os en las alturas
S Moda queda con el zapatero Christian Louboutin para hablar de tacones, obsesiones, fetiches, cine y las mejores an¨¦cdotas de un dise?ador que este a?o celebra su flamante aniversario.
Cuidado con los tacones?, nos advierte, ?estos pelda?os son peligrosos?. Su showroom en el n¨²mero 23 de rue Jean Jacques Rousseau esconde una puerta de acceso que da paso al patio interior del edificio contiguo, en el que el mago de los stilettos con tac¨®n de v¨¦rtigo y suela roja tiene su estudio. Christian Louboutin llega puntual a las nueve en su vespa, como cada ma?ana, desde su apartamento en el distrito de Op¨¦ra y nos gu¨ªa ¨Cescalera arriba¨C hasta su despacho. La noche anterior, el cabaret Crazy Horse de Par¨ªs ha estrenado el espect¨¢culo Feu, en el que debuta como creador art¨ªstico.
?Spectacular, spectacular?, dice en voz alta su jefa de prensa, que asisti¨® al estreno. Aquellas palabras parecen repetir al dictado el guion de Moulin Rouge (2001), de Baz Luhrmann. Todo en el universo del zapatero parece sacado de viejas bobinas de celuloide. Incluso las delicadas celos¨ªas de madera lacada en blanco del vestidor, que encarg¨® en un taller artesanal de Alejandr¨ªa. ?Saqu¨¦ la idea de la secuencia de apertura de Ben Hur (1954)?, recuerda. O los tocados de plumas brasile?os que enmarcan ventanas y espejos. ?En febrero estuve en el Carnaval de R¨ªo?, cuenta fascinado. ?Es lo m¨¢s impresionante que he visto en muchos a?os. Resulta dif¨ªcil explicarlo en palabras. Es como intentar describir en dos l¨ªneas la serenidad de Benar¨¦s en la India. Ver a 65 mil personas desfilando durante dos d¨ªas. Carruseles gigantes que escenifican la esclavitud. Gente bailando con cadenas. Siempre sonriendo. Es tan pol¨ªticamente incorrecto que resulta excitante. Es un espect¨¢culo de creatividad a trav¨¦s de la m¨²sica, los trajes, el color¡ Una puesta en escena que te transporta a Cleopatra (1963), cuando Liz Taylor protagoniza su entrada en Roma?.
Sin embargo, observando los archivos hist¨®ricos de la firma que lleva su nombre, los fotogramas que vienen a la mente son los de otra cinta de Hollywood: Cabaret (1972). ?Life is cabaret, old chum? podr¨ªa ser la banda sonora de su vida; y Liza Minnelli la musa de sus dise?os. ?Cuando era adolescente ya so?aba con dise?ar zapatos para showgirls?, confiesa. No solo para bailarinas de burlesque como Dita Von Teese ¨Cpara quien imagin¨® un zapato de diamantes en 2006¨C. ?Cuando pienso en showgirls pienso tambi¨¦n en mujeres como Tina Turner o Beyonc¨¦?. Iconos que seducen y que tienen una larga lista de fans. Como sus zapatos, convertidos en objeto de culto, obsesi¨®n y fetiche de compra compulsiva. Que se lo pregunten a Blake Lively ¨Ccuenta la leyenda que un d¨ªa se compr¨® 40 pares¨C o a Victoria Beckham ¨Cque en febrero, durante la Semana de la Moda de Nueva York, a?adi¨® botas de Louboutin a su exitosa colecci¨®n¨C. ?Victoria es muy lista?, asegura ¨¦l.
Sus boutiques han sido testigo de declaraciones de amor (con chico arrodillado a los pies y anillo de diamantes incluido, como en las pel¨ªculas). Incluso existe una manicura que lleva su nombre: una francesa cuyo sello distintivo es laca de color rojo en el reverso de la u?a, como la suela de la disputa ¨Cque ha enfrentado en los tribunales al zapatero con Yves Saint Laurent¨C.
Ni siquiera la crisis ha frenado la adicci¨®n a sus tacones. Como ocurre con la barra de labios rouge (y el lipstick index), existe un ¨ªndice stiletto en econom¨ªa. Lo confirma Louboutin. ?Pasado el momento de p¨¢nico inicial, la gente lo que quiere es ser feliz y comprar aquello que le hace sentir m¨¢s bella. En Estados Unidos un periodista me pregunt¨® si no me parec¨ªa obsceno vender semejantes locuras en un periodo de recesi¨®n. La verdad, ni me lo hab¨ªa planteado. Pero, seamos sinceros, ?qui¨¦n necesita unos zapatos de viuda en crep¨¦ negro??
Plumas, strass, lentejuelas, bordados, pieles ex¨®ticas, tachuelas, hebillas met¨¢licas, manchas de leopardo, tacones vertiginosos¡ Quiz¨¢ su imaginario resultara demasiado osado cuando empez¨®, hace 20 a?os. Pero han cambiado muchas cosas desde entonces¡ tambi¨¦n a ras de suelo. ?La primera? ?La percepci¨®n de las proporciones y la educaci¨®n visual del ojo. Un tac¨®n de nueve cent¨ªmetros ¨Cque antes parec¨ªa imposible¨C es ahora un tac¨®n medio, de lo m¨¢s habitual. ?Cualquier mujer lo lleva sin pensarlo! Y subirse a 12 cent¨ªmetros ¨Cque antes de los a?os 80 se asociaba a c¨ªrculos sadomasoquistas¨C hoy no te convierte en una dominatriz. La connotaci¨®n sexual ha desaparecido?.
Aunque no del todo. Porque los zapatos de Louboutin son armas de sensualidad masiva. ?He crecido rodeado de mujeres y siento el mayor de los respetos por ellas. Tengo tres hermanas mayores y una peque?a, adoptada. Su imagen mir¨¢ndose ante el espejo est¨¢ todav¨ªa grabada en mi retina?, confiesa. ?S¨¦ lo que una mujer busca en el reflejo de ese espejo?, asegura. ?Cuando dise?o, mi mente se divide en dos: est¨¢ el creador y est¨¢ el hombre. Como dise?ador, pienso en realzar la feminidad; y como hombre (aunque haya mujeres que no est¨¦n de acuerdo) escucho tambi¨¦n el punto de vista masculino. Esa voz que, cuando observa el esbozo de una sandalia, pregunta ¡®¡®?saldr¨ªas con una mujer que llevase ese zapato¡¯¡¯. Porque lo que les gusta a ellas no es siempre lo mismo que les gusta a ellos?.
?El fetiche imprescindible seg¨²n el maestro? ?Un zapato sin plataforma con tac¨®n de 12 cent¨ªmetros ¨Cm¨¢s es imposible¨C en un color nude que se funda con la piel, dibuje la silueta del cuerpo e invite a so?ar con el desnudo?. Al fin y al cabo, los zapatos tienen su propio lenguaje. Si las bailarinas simbolizan con Brigitte Bardot la libertad, la feminidad y el desnudo libertino y despreocupado de los a?os 60; subirse a unos tacones es hoy un acto de afirmaci¨®n femenina. ?El tac¨®n cambia el punto de gravedad, centra la atenci¨®n en el pecho y obliga a adoptar una postura y una actitud distintas, que hacen que la mujer irradie sensualidad paso a paso?. Ning¨²n otro accesorio tiene ese poder de seducci¨®n. ?Piensa en las im¨¢genes de Helmut Newton. Si las modelos apareciesen con bolsos en lugar de zapatos resultar¨ªan sencillamente rid¨ªculas?.
The Times Magazine
En el sal¨®n, l¨¢mparas de techo piramidales y una alfombra que perteneci¨® a Yves Saint Laurent.
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Un tocado brasile?o enmarca una de las ventanas.
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Dos puertas marroqu¨ªes con ornamentos tallados a mano dan paso a la zona de la cocina, con suelo de mosaico de un palacio damasceno y objetos de colecci¨®n que son souvenirs de sus viajes.
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