Microchip bajo la piel para pagar sin sacar la tarjeta: ?el futuro era esto?
Los avances en el campo de la biomedicina se han visto eclipsados por el mercado y ahora la conversaci¨®n se centra en c¨®mo optimizar la vida de los seres humanos: ya sea mediante la posibilidad de mejorar el estado f¨ªsico a trav¨¦s de la informaci¨®n que es capaz de recopilar un chip o facilitar las compras por ahorro de tiempo.
En el a?o 2016, en una entrevista en la exclusiva Code Conference en California, el magnate de la tecnolog¨ªa Elon Musk dijo: ?Ya somos cyborgs?. Musk acudi¨® a este?ciclo de charlas sobre tecnolog¨ªa, donde est¨¢n invitados algunos de los grandes nombres del sector y cuya entrada cuesta entre 7.000 y 9.500 d¨®lares, para hablar de Inteligencia Artificial:??Tienes una versi¨®n digital de ti mismo a trav¨¦s de tus correos electr¨®nicos y tus redes sociales, tienes m¨¢s poder que el que ten¨ªa el presidente de los Estados Unidos hace 20 a?os, puedes responder cualquier pregunta, puedes realizar videoconferencias con cualquiera, en cualquier lugar, puedes enviar mensajes a millones de personas al instante y esto es solo el comienzo?. La ¨²nica restricci¨®n, apuntaba Musk, era el problema de la ?entrada y salida?. Y la soluci¨®n al problema, seg¨²n Musk, es la fusi¨®n del ser humano con la Inteligencia Artificial.?Desde entonces, Musk, un hombre capaz de influir en el valor de las criptomonedas con solo poner un tuit,?ha articulado el discurso ?Ya somos cyborgs? en varias ocasiones. No se trata tan solo de un discurso motivacional para sus ac¨®litos ¡®techbros¡¯, sino parte de una estrategia para poner en valor su empresa Neuralink, una startup enfocada en la neurociencia que est¨¢ trabajando en el desarrollo de chips para implantar en el cerebro, y de la que el propio Musk ha dicho que es el equivalente a ?poner un Fitbit en tu cabeza?.
Al mismo tiempo, hemos vivido la proliferaci¨®n de los wearables (smartwatches,?pulseras Fitbit y gafas de Google) hasta la tecnolog¨ªa embebida en el propio cuerpo o biohacking. Y, poco a poco, algo que hace unos a?os pod¨ªa sonar a distop¨ªa es ahora una realidad: desde?microchips que controlan tu actividad diaria y mandan avisos a tu dispositivo de preferencia para recordarte que bebas agua o hagas m¨¢s ejercicio hasta el caso de compa?¨ªas que han implantado microchips a sus empleados en una llamada ¡®Microchip party¡¯, algo a lo que los empleados accedieron de manera voluntaria, para permitirles entrar a las oficinas con mayor facilidad, acceder a sus ordenadores o comprar snacks en las m¨¢quinas de dentro del edificio. Hace tan solo un a?o se empez¨® a comercializar el primer implante que permite pago sin contacto, y en un reciente art¨ªculo publicado por la BBC han hablado por primera vez con alguien que lo lleva bajo la piel.??El implante se puede usar para pagar una bebida en la playa de R¨ªo, un caf¨¦ en Nueva York, un corte de pelo en Par¨ªs, o en una compra en tu supermercado local. Se puede usar en cualquier lugar donde se acepte pago contactless?, ha dicho?Wojtek Paprota, el CEO de?Walletmor, la compa?¨ªa que ha puesto en marcha este servicio, a la BBC.? ?Olv¨ªdate del efectivo, la tarjeta y las soluciones de SmartPay. Paga directamente con tu mano?, proponen en la web de la compa?¨ªa, donde ofrecen el servicio de implante por un coste de 199 libras. En el art¨ªculo de la BBC, Theodora Lau, experta en tecnolog¨ªa financiera, se pregunta: ??Cu¨¢nto estamos dispuestos a pagar en aras de la comodidad??.?
Cuando se empez¨® a hablar de implantes de microchips, la conversaci¨®n se centraba en el campo de la biomedicina, donde sus posibilidades son infinitas: pueden utilizarse para controlar las funciones vitales de personas enfermas, para tener geolocalizadas a personas que puedan sufrir demencia o alzheimer, o como m¨¦todo anticonceptivo, similar a la p¨ªldora, que pueda ser controlado en remoto. Estos avances se han visto eclipsados por el mercado y ahora la conversaci¨®n se centra en c¨®mo optimizar mejor la vida de los seres humanos: ya sea mediante la posibilidad de mejorar el estado f¨ªsico a trav¨¦s de la informaci¨®n que es capaz de recopilar un chip o facilitar las compras por ahorro de tiempo. Las buenas intenciones iniciales terminan absorbidas por la necesidad de consumir. Y de consumir lo m¨¢s r¨¢pido posible, en lo que podr¨ªa denominarse una uberizaci¨®n del propio ser humano.
?Hay un lado oscuro de la tecnolog¨ªa que tiene potencial para el abuso?, explica a la BBC Theodora Lau,??para aquellos que no aman la libertad individual, abre nuevas y seductoras perspectivas para el control, la manipulaci¨®n y la opresi¨®n. ?Qui¨¦n posee los datos? ?Qui¨¦n tiene acceso a los datos? Y, ?es ¨¦tico ponerle un chip a la gente como hacemos con las mascotas??. En su entrevista en Code Conference y posteriores apariciones, Musk tambi¨¦n suele hacer una analog¨ªa catastrofista con los animales dom¨¦sticos, en su caso para incidir en la importancia de adelantarnos al futuro que est¨¢ por venir ?o estaremos tan por detr¨¢s de los robots que ser¨ªamos como sus mascotas?. Es nuestro trabajo valorar hasta qu¨¦ punto necesitamos disponer de esos tres segundos de rigor a la hora de pagar por un producto y, sobre todo, en qu¨¦ vamos a gastarlos despu¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.