¡°La indumentaria ayudaba a prosperar en el r¨¦gimen¡±: un libro sobre la moda en el franquismo analiza el significado de los armarios de la posguerra
Hablamos con la autora, que acaba de publicar ¡®La moda en el franquismo¡¯ (Catarata, 2024), un libro en el que analiza una ¨¦poca en blanco y negro en lo pol¨ªtico y en lo cultural, pero inevitablemente influenciada por la cultura pop que ven¨ªa desde Estados Unidos o Francia, con o sin el visto bueno de la censura
Hasta hace poco, si alguien se pon¨ªa a buscar informaci¨®n sobre la industria de la moda espa?ola entre la Guerra Civil y la Transici¨®n, siempre sol¨ªa encontrarse con lo mismo: Balenciaga. La enorme sombra del dise?ador vasco eclipsaba por completo un periodo de cuarenta a?os que parec¨ªa haber sido un completo erial estil¨ªstico. Y si hablamos de una moda m¨¢s popular, muchos piensan que las mantillas y el luto se mantuvieron impasibles hasta que a Manolo Escobar le dio por cantar aquello de ¡°no me gusta que a los toros te pongas la minifalda¡±. Pero, obviamente, las cosas no fueron as¨ª. No es tan f¨¢cil frenar a las modas y a las tendencias, que son capaces de colarse por los m¨¢s estrechos resquicios de los reg¨ªmenes dictatoriales y relucir entre las sombras m¨¢s oscuras.
Hace diez a?os, la periodista e historiadora de la moda Ana Velasco Molpeceres decidi¨® que quer¨ªa acabar con estas ideas preconcebidas y escribir una monograf¨ªa sobre el estilo durante la dictadura de Francisco Franco, arrojar algo de claridad sobre la ¨¦poca y demostrar que hab¨ªan pasado muchas m¨¢s cosas a lo largo de esos a?os.
Ese es el origen del libro que ahora presenta y que se titula, sin dejar lugar a dudas, La moda en el franquismo. Para escribirlo, no ha parado de investigar durante todo este tiempo, consultando prensa generalista, revistas especializadas y todo tipo de fuentes de la ¨¦poca. Por el camino le ha dado tiempo a publicar tambi¨¦n Historia de la moda en Espa?a. De la mantilla al bikini (2021) y Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos (2023), dos vol¨²menes en los que se sumerge en otras ¨¦pocas y aspectos de nuestra forma de vestir. ¡°Hay un gran volumen de informaci¨®n de aquellos a?os¡±, nos explica. ¡°Yo misma tengo una colecci¨®n de prensa femenina bastante amplia e interesant¨ªsima. Pero s¨ª que es cierto que en un determinado momento tuve que parar de investigar y decidir qu¨¦ era lo que iba a incluir en el libro y qu¨¦ se quedar¨ªa fuera¡±. Conciso y directo, La moda en el franquismo es una concienzuda colecci¨®n de referencias, llena de pistas y puertas entreabiertas, entre las que un lector con ganas de saber m¨¢s podr¨ªa seguir investigando durante otros diez a?os.
El libro, sin embargo, resulta entretenido y se centra en hablar sobre c¨®mo se vest¨ªan y se peinaban los espa?oles durante de las d¨¦cadas de los 40, 50, 60 y 70, dedic¨¢ndole especial atenci¨®n a, entre otros temas m¨¢s sociol¨®gicos, la importancia y simbolog¨ªa de la mu?eca Mariquita P¨¦rez, el peso social del momento de la boda, las puestas de largo, los problemas de la industria de la moda durante aquellos a?os y la llegada a nuestro pa¨ªs de los grandes almacenes o del pr¨ºt-¨¤-porter, que en Espa?a, como casi ocurri¨® en Francia, contribuy¨® a poner los clavos en el ata¨²d de la alta costura nacional.
La importancia de la moda durante el franquismo
Cuenta Ana que cuando los antrop¨®logos investigan a pueblos remotos, no contactados todav¨ªa por la civilizaci¨®n occidental, y no son capaces de explicar alguna de las cosas que estos hacen, se limitan a decir: ¡°esto es ritual¡±. Incluso existe un chiste entre ellos que usan cuando desconocen algo. Simplemente dicen ¡°es ritual¡±. Pero es que, en realidad, nuestra vida est¨¢ plagada de rituales. C¨®mo nos saludamos es un ritual, el que intentemos consolar a alguien que est¨¢ llorando, es un ritual, y c¨®mo nos vestimos tambi¨¦n lo es, aunque no lo percibamos como tal. ¡°El franquismo era una sociedad que ten¨ªa, como todas las dictaduras, una terrible represi¨®n, un terrible control de las mentalidades y sobre la poblaci¨®n, y uno de los aspectos que serv¨ªan para adherirse al r¨¦gimen o para pasar desapercibido, uno de sus rituales, era comportarse de acuerdo a los modos que se promov¨ªan desde los ¨®rganos de propaganda y censura¡±, explica Ana. ¡°La indumentaria era muy importante en este sentido. Un ejemplo perfecto de ello es la camisa azul de Falange. [Tener una camisa azul de los a?os 30 con el yugo y las flechas bordadas en rojo era casi imprescindible para prosperar dentro del r¨¦gimen]. Entre las mujeres, el peinado ¡®Arriba Espa?a¡¯, una especie de recogido con mucho volumen en forma de tup¨¦, demostraba tambi¨¦n la adhesi¨®n a Franco justo despu¨¦s de la guerra¡±.
Pero la moda siempre ha tenido un punto de rebeld¨ªa y aquellos a?os oscuros no fueron una excepci¨®n seg¨²n Ana. La influencia del cine y de la forma de ser, actuar y vestir de sus estrellas, es absolutamente crucial en todo esto. El ejemplo m¨¢s claro, seg¨²n la experta, son las llamadas chicas Topolino. ¡°Las mujeres durante el franquismo ten¨ªan que ir siempre bien vestidas, peinadas y maquilladas, pero no demasiado. Ten¨ªan que ser deseables y casaderas, pero con cuidado de no pasarse y ser objeto de deseo fuera del matrimonio. No obstante, hab¨ªa excepciones¡±, explica Velasco. ¡°Las chicas Topolino, a las que tambi¨¦n se las llamaba peliculeras o noveleras, porque imitaban a las estrellas de cine y de las novelas, al principio eran mujeres de clase alta, modernas, que llevaban gafas de sol, zapatos de plataforma, el pelo te?ido, fumaban, beb¨ªan¡ Obviamente el r¨¦gimen las consideraba todo un atentado contra la familia y las instituciones nacionalcat¨®licas¡±.
El nombre de Topolino (el apelativo de Mickey Mouse en Italia) se les puso porque algunas de ellas conduc¨ªan (otro atrevimiento) un peque?o Fiat 500. Un veh¨ªculo al que se le llamaba familiarmente Topolino y que ya se vend¨ªa un tiempo antes del inicio de la Guerra Civil. ¡°Para conducir un coche siendo mujer en la Espa?a de los 30 y los 40 hac¨ªa falta tener mucho dinero y adem¨¢s ser de Madrid, Barcelona o como mucho de alguna capital de provincia¡±, explica la autora.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el estereotipo se extiende a mujeres de estratos sociales m¨¢s bajos y edades m¨¢s j¨®venes. ¡°Eso tambi¨¦n hace que en la prensa comiencen a publicarse bromas y cr¨ªticas continuas a las costumbres de esas mujeres¡±, cuenta Velasco. ¡°¡®Una chica de un pueblo de Castilla-La Mancha que se llama Eleuteria, ahora se hace llamar Leti y habla como Claudette Colbert¡¯, se puede leer en algunos art¨ªculos de la ¨¦poca¡±. Tambi¨¦n cosas menos ir¨®nicas, claro, como en las revistas femeninas de Falange, donde se las caracterizaba casi como corruptoras de menores o como cabezas huecas¡±.
El fen¨®meno de estas chicas modernas era muy similar al de las swing girls que se estaba dando en otros pa¨ªses como Alemania, Francia o Estados Unidos, donde esta modernidad en las costumbres y la moda iba acompa?ada de un fuerte componente pol¨ªtico y de oposici¨®n a las ideas reaccionarias herederas del fascismo. ¡°Llama la atenci¨®n que ni ellas mismas fueran conscientes de la enorme amenaza que su actitud representaba para la dictadura¡±, reflexiona Velasco. ¡°Quiz¨¢ por ser un fen¨®meno estrictamente femenino no se le dio una lectura pol¨ªtica en nuestro pa¨ªs. El r¨¦gimen s¨ª que las percib¨ªa como una amenaza y por eso las persegu¨ªa y las combat¨ªa. De todos modos, aunque no se vistieran as¨ª ¡®contra Franco¡¯, s¨ª que lo hac¨ªan contra lo que se esperaba de ellas: casarse y tener hijos¡±.
?Balenciaga hubiera sido Balenciaga sin la Guerra Civil?
Para los fan¨¢ticos de la moda, quiz¨¢ algunos de los p¨¢rrafos m¨¢s interesantes del libro de Velasco ser¨¢n los que dedica a las industrias de la moda espa?ola y c¨®mo la guerra, la autarqu¨ªa y la represi¨®n (tambi¨¦n econ¨®mica) de la dictadura influy¨® sobre ellas.
La guerra, como para el resto de la industria de nuestro pa¨ªs, supuso una destrucci¨®n total de la moda. Algo que l¨®gicamente afect¨® a la oferta pero tambi¨¦n a la demanda, al acabar con la prosperidad econ¨®mica de la Segunda Rep¨²blica. ¡°Lo cierto es que a la dictadura le cost¨® m¨¢s de 25 a?os igualar el nivel econ¨®mico que ten¨ªa Espa?a antes de la guerra debido a la destrucci¨®n que esta produjo¡±, explica Velasco.
La marcha de Balenciaga a Par¨ªs, donde abri¨® su m¨ªtico taller de la Avenida George V en agosto de 1937, podr¨ªa se?alarse como un s¨ªmbolo de esta decadencia. Sin embargo, no hay que confundir el traslado del modisto de Getaria con un movimiento ideol¨®gico. ¡°Balenciaga sigue cosiendo para las Franco sin problema alguno¡±, afirma Velasco sin rodeos. ¡°De hecho, incluso el ¨²ltimo traje que dise?a el creador es para la boda de nieta de Franco, Carmen Mart¨ªnez-Bordi¨². Balenciaga tuvo una relaci¨®n excelente con las ¨¦lites franquistas. Si se va a Francia es ¨²nicamente porque Espa?a ya no soporta una industria de alta costura y porque ¨¦l lo que quiere es triunfar en Par¨ªs. No se puede triunfar en la alta costura desde Madrid o San Sebasti¨¢n. Balenciaga no habr¨ªa sido quien fue si se hubiera quedado en Espa?a¡±.
Una vez terminada la Guerra Civil, Balenciaga vuelve a abrir su estudio de Madrid. De hecho, la relativa paz de Espa?a les permit¨ªa a las empresas nacionales trabajar mejor que sus competidoras europeas, que estaban en plena Segunda Guerra Mundial. ¡°Hab¨ªa algunos problemas de escasez¡±, reconoce Velasco, ¡°como por ejemplo con las medias, pero las clases altas pod¨ªan esquivar bastante bien las estrecheces de la ¨¦poca. Uno pod¨ªa ir a un restaurante caro de Madrid y comer lo que le apeteciera, m¨¢s o menos, o acudir al taller de Flora Villarreal en Madrid o de Pedro Rodr¨ªguez en Barcelona, y hacerse con un vestido impresionante. No hab¨ªa escasez para esos lujos¡±.
Se podr¨ªa incluso decir que la industria de la alta costura espa?ola vive una peque?a edad de oro, ajena a los horrores que ocurr¨ªan dentro y fuera de nuestras fronteras. Cabe preguntarse entonces porqu¨¦ la mayor¨ªa de las casas de moda que florecieron en esa ¨¦poca no son conocidas hoy en d¨ªa por el gran p¨²blico. ¡°La raz¨®n de su olvido es que no han tenido continuidad y porque la industria m¨¢s importante siempre estuvo en Francia¡±, explica Ana.
De entre todas aquellas marcas nacionales de las que nadie se acuerda la autora destaca a Flora Villarreal que fue la encargada de confeccionar, por ejemplo, el traje de puesta de largo, primero, y de novia, despu¨¦s, de Cayetana de Alba, y que era la otra candidata a crear el vestido de Fabiola de B¨¦lgica (que adem¨¢s era familia suya) del que finalmente se ocup¨® Balenciaga.
¡°Flora Villarreal ten¨ªa un gran nombre durante aquellos a?os y una casa muy poderosa en Espa?a¡±, afirma Velasco. ¡°Tambi¨¦n actuaba como compradora e iba a todos los desfiles internacionales. Fue una mujer muy importante, pero que nunca quiso irse a Francia y cuya figura pocos recuerdan, quiz¨¢ injustamente¡±.
Otro dise?ador destacable fue Pedro Rodr¨ªguez que ten¨ªa adem¨¢s una visi¨®n comercial muy aguda, con una gran casa dedicada a los bordados y que dise?¨® los primeros uniformes de las azafatas de Iberia. ¡°Otras marcas fueron El Dique Flotante, Santa Eulalia, que no tienen asociados a dise?adores espec¨ªficos, y un poco m¨¢s adelante Carmen Mir, Pertegaz¡ Y muchos otros dise?adores que no han tenido mucha repercusi¨®n posterior¡±.
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