¡®Influencers¡¯ de lo falso: la generaci¨®n Z luce con orgullo las imitaciones de marcas que compra online
Decenas de j¨®venes exhiben en redes sociales sus copias de bolsos de lujo y animan a comprarlas en distintas plataformas digitales. Ya no les importa admitir que son falsas. Investigamos el fen¨®meno
Unas gafas de Prada, un bolso de Jacquemus, otro de Saint Laurent, unas zapatillas New Balance y unas Adidas Samba... Un joven muestra sus ¨²ltimas compras haciendo el cl¨¢sico unboxing (abriendo paquetes) y contando a c¨¢mara c¨®mo es la calidad, el envoltorio y el olor de cada una de sus compras. De fondo, estanter¨ªas repletas de bolsos y zapatillas de marca. En los comentarios, sus seguidores le piden ¡°los links¡±, enlaces con los que podr¨¢n llegar a esos productos. Este joven no es un influencer agasajado por el lujo, sino un cliente asiduo y experto de una app que vende falsificaciones. Es uno de los muchos que pueblan TikTok y cuyos v¨ªdeos alcanzan en ocasiones el medio mill¨®n de visualizaciones. El a?o pasado, tal y como afirma un estudio realizado por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Uni¨®n Europea (EUIPO), las empresas europeas perdieron de media 50.0000 millones de euros y dejaron de crear alrededor de 416.000 trabajos por esta causa. La moda y la perfumer¨ªa encabezan el ranking de los objetos falsificados.
El auge de comercios digitales de moda ultrarr¨¢pida como Shein o Temu hizo que hace unos a?os algunos j¨®venes se sumaran a los llamados hauls, es decir, pedidos ingentes de ropa muy barata que normalmente se utiliza una vez y despu¨¦s se revende en plataformas como Vinted o directamente se devuelve. Con la implantaci¨®n de ese modelo de consumo era cuesti¨®n de tiempo que proliferara el comercio digital de falsificaciones de marcas. ¡°El aumento de estas aplicaciones tras la pandemia es un fen¨®meno complejo con m¨²ltiples causas. La crisis econ¨®mica ha impulsado a los consumidores a buscar alternativas m¨¢s econ¨®micas, mientras que el auge del comercio electr¨®nico ha creado un entorno propicio para estas transacciones. La mejora en la calidad de las r¨¦plicas, combinada con un cambio en las prioridades de consumo de los j¨®venes, ha difuminado la l¨ªnea entre lo aut¨¦ntico y lo falso. El menor riesgo percibido en las compras en l¨ªnea y el anonimato que ofrecen las apps han facilitado este mercado ilegal¡±, explica a S MODA Pedro Mir Bernal, director acad¨¦mico y de investigaci¨®n y profesor de marketing y comportamiento del consumidor de ISEM Fashion Business School.
La b¨²squeda del nombre de algunas de estas apps en TikTok arroja m¨¢s de veinte millones de resultados. Entre las normas de funcionamiento de esta red social est¨¢ la de ¡°no publicar, compartir ni enviar ning¨²n contenido que incumpla o infrinja el copyright, las marcas comerciales u otros derechos de propiedad intelectual de terceros¡±. Por eso la compra de estas imitaciones funciona a trav¨¦s de links ocultos que los protagonistas de los v¨ªdeos distribuyen en privado o v¨ªa Telegram. Una vez en Telegram hay numerosos grupos con cientos de miembros en los que el distribuidor, en su mayor¨ªa procedente de China o Corea, proporciona fotos y precios de estas r¨¦plicas, que van de los bolsos cl¨¢sicos de las firmas m¨¢s famosas, y que en tienda cuestan entre los 2.000 y 6.000 euros, a zapatillas, vaqueros, marcas de gama media cuyo precio real no superar¨ªa los 200 euros o incluso prendas que se acaban de ver en pasarelas internacionales. El mercado de la moda falsa se ha amplificado hasta poder encontrar casi cualquier cosa, no solo lujo, y se ha sofisticado. Nada tiene que ver con las copias malas de bolsos o camisetas ic¨®nicas de algunas marcas que se encuentran en un top manta, y poco con las copias m¨¢s perfeccionadas de los mercadillos semiclandestinos. La digitalizaci¨®n de la venta de falsificaciones permite acceder a miles de modelos y colores de prendas no siempre obvias. Las aplicaciones satisfacen ahora a un cliente mucho m¨¢s experto y m¨¢s nicho que sigue en redes a expertos en conseguir fakes. Seg¨²n un reportaje reciente publicado en Wired, se estima que, con la ayuda de estos influencers, las apps chinas de falsificaciones han aumentado su facturaci¨®n un 26% en 2023.
Los influencers de lo falso obtienen descuentos o regalos por proporcionar los enlaces que llevan a las prendas, convirti¨¦ndose en algo as¨ª como embajadores de las r¨¦plicas. Adem¨¢s, cuando quieren vender ellos mismos falsificaciones en plataformas de venta de segunda mano, como Vinted o Vestiare Collective, avisan a sus seguidores de que subir¨¢n la imagen de otro objeto, un bol¨ªgrafo, por ejemplo, aunque el comprador recibir¨¢ el bolso o los zapatos falsos, de esta forma logran esquivar la pol¨ªtica antifraude de las webs de moda de segunda mano.
¡°No vale lo que cuesta¡±
Cuando se le pregunta v¨ªa mensaje directo a una de estas usuarias sobre comprar falsificaciones, responde que ¡°los dise?os son los mismos y las marcas inflan los precios. No merece la pena pagar esa cantidad¡±. Es un argumento com¨²n entre estos j¨®venes; ¡°las marcas nos enga?an¡±, contesta otro usuario, y lo cierto es que, pese al intangible que suponen ciertos logos y los a?os de historia que condensan, muchas firmas de lujo no son claras respecto a d¨®nde y en qu¨¦ condiciones fabrican. ¡°Qu¨¦ m¨¢s da que sea falso si es igual¡±, replica otro usuario. Esa es quiz¨¢ la principal diferencia con estos nuevos clientes de copias: no se averg¨¹enzan de que lo falso sea falso.
Aunque la mayor¨ªa de los estudios de mercado posicionan a la generaci¨®n Z como activista y sostenible, un estudio reciente elaborado por The Business of Fashion y la consultora McKinsey&Co. abord¨® directamente la cuesti¨®n: a un 54% le parece bien que otros lleven falsificaciones y un 37% admite que las lleva o llevar¨ªa. ¡°Son j¨®venes que exhiben abiertamente sus art¨ªculos de lujo falsificados, particularmente bolsos, sin tapujos. Esto rompe con el tab¨² tradicional en torno a las falsificaciones, refleja un cambio significativo en la actitud de la Generaci¨®n Z hacia las marcas y el consumo¡±, explica Mir Bernal. ¡°Este aparente boicot al lujo se nutre de varios rasgos distintivos de esta generaci¨®n. Su fuerte conciencia social y ambiental les lleva a cuestionar las pr¨¢cticas de la industria del lujo, percibida como elitista y poco sostenible. La autenticidad, un valor fundamental para estos j¨®venes, se redefine: ya no se trata de la autenticidad del producto, sino de la honestidad personal al admitir que se trata de una falsificaci¨®n¡±, apunta.
¡°Mis sobrinos (de 13 y 17 a?os) compran prendas de dudosa calidad: cremalleras que se rompen, letras que se borran, pero no les importa, lo importante es llevar el logo bien grande¡±, explica una compa?era al debatir este asunto. Porque en esta mara?a de aplicaciones, links ocultos y grupos de Telegram tambi¨¦n hay gamas: bolsos por 200 euros de cuero y bolsos por diez de pl¨¢stico. De hecho, el pasado verano The New York Times public¨® un extenso reportaje sobre el auge de los superfakes; bolsos falsos de entre 500 y 1000 euros de media con una calidad muy similar al original. Se fabrican en China y hay decenas de personas que se ganan la vida ejerciendo de intermediarias entre las f¨¢bricas que los confeccionan y los compradores occidentales. Son pr¨¢cticamente indistinguibles. Ni siquiera las grandes plataformas de lujo de segunda mano, a pesar de tener equipos expertos, son capaces de hacer una criba totalmente efectiva: Vestiaire Collective explica en su ¨²ltimo informe que cuenta con 90 expertos en autentificaci¨®n y 50 en control de calidad distribuidos en seis centros por todo el mundo, una cifra peque?a para el volumen de venta: dos millones y medio de art¨ªculos el a?o pasado. Afirman que el n¨²mero de bolsos que han paralizado por considerarlos falsos es del 4,64%. Tambi¨¦n en 2023, Amazon incaut¨® siete millones de productos falsos, un mill¨®n m¨¢s que en 2022. Su equipo antifraude lo componen cerca 15.000 empleados y la inversi¨®n anual para frenar la venta de copias es de 1.200 millones de d¨®lares.
Seg¨²n datos de Europol, se estima que el comercio de falsificaciones representa un 2,5% del comercio mundial. En Europa el 5% de las importaciones corresponden a objetos falsos. M¨¢s all¨¢ de que los productos muy baratos, falsos o no, lo son porque hay irregularidades en su cadena de producci¨®n, la compra de falsificaciones en el mercado negro ¡°es el segundo tr¨¢fico criminal que genera m¨¢s lucro, s¨®lo por detr¨¢s del tr¨¢fico de armas. Enriquece al crimen organizado y empobrece a los pa¨ªses con la p¨¦rdida de puestos de trabajo¡±, afirman desde la oficina espa?ola de patentes y marcas.
Por su parte, la industria de la moda y el lujo se enfrenta a un problema a medio plazo. Las falsificaciones siempre han existido, pero por primera vez hay una compra orgullosa de ellas en un entorno digital cada vez m¨¢s plagado de copias. Las empresas due?as de las grandes firmas del sector (LVMH, Kering, OTB y el grupo Prada) crearon hace dos a?os Aura Consortium, una plataforma digital que garantiza la autenticidad de sus productos a trav¨¦s de un c¨®digo QR que redirige al usuario a blockchain. De esta forma se puede conocer la procedencia del bolso si se ha comprado fuera de la tienda de la marca. Pero no es suficiente. Seg¨²n Pedro Mir, ¡°esta nueva tendencia de consumo plantea preguntas sobre el futuro de las marcas de lujo y c¨®mo deben adaptarse para seguir siendo relevantes para esta generaci¨®n. ?Estamos ante el inicio de una revoluci¨®n en la percepci¨®n del lujo o es una fase pasajera de rebeli¨®n juvenil? Solo el tiempo lo dir¨¢¡±.
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