Del peto al carm¨ªn: as¨ª han reivindicado las lesbianas su causa a trav¨¦s de la est¨¦tica y la moda
Las mujeres lesbianas han utilizado la moda como una herramienta identitaria tan compleja como fascinante. Un libro repasa ahora su historia
¡°El peinado corto y ordenado es el favorito de la moda¡±, rezaba el titular de un Vogue brit¨¢nico de 1923 sobre una fotograf¨ªa de Dora Stroeva, la cantante de cabaret que llevaba chaquetas de traje amplias y el pelo muy corto y engominado hacia atr¨¢s. En aquel momento, la publicaci¨®n estaba a cargo de Madge Garland, directora, y de su pareja, Dorothy Todd, editora de moda. Publicaban a Virginia Woolf, Gertrude Stein o Vita Sackville-West y fotografiaban a mujeres que luc¨ªan las ¨²ltimas novedades de Chanel o Vionnet y a otras con pantalones anchos o camisas blancas, algo por otro lado bastante com¨²n en la ¨¦poca de entreguerras.
Cinco a?os m¨¢s tarde, Cond¨¦ Nast las desped¨ªa por ¡°no encajar con la imagen de la cabecera¡±; el mismo a?o, 1928, en el que la escritora y amiga de la pareja, Radclyffe Hall, publicaba El pozo de la soledad, hoy considerada la primera novela con una trama abiertamente l¨¦sbica.El Gobierno brit¨¢nico la prohibi¨® de inmediato. En la cr¨ªtica feroz que public¨® The Sunday Express sobre el libro, la autora aparec¨ªa con chaqueta, pajarita y mon¨®culo, una forma de reforzar la ¡®moral invertida¡¯ de la que se acusaba a Hall. Esto, obviamente,amplific¨® su leyenda, haciendo que miles de mujeres lesbianas empezaran a vestir exactamente igual que ella.
¡°Toda nuestra ropa significa algo para el entorno. La moda sirve para camuflarse o para sobresalir cuando las palabras no alcanzan. Muchas lesbianas siempre han usado la moda con esa intenci¨®n, aunque de formas muy diversas¡±, explica la historiadora de la moda Eleanor Medhurst, que acaba de publicar Unsuitable (Hurst Publishers), una historia de la moda l¨¦sbica, ¡°porque muchas veces se ha pasado por encima cuando se ha hablado de la est¨¦tica querer¡±, dice. Se trata de una investigaci¨®n que le ha llevado varios a?os y que ha ido documentando en siblog Dressing Dykes; desde Cristina de Suecia, la monarca del siglo XVII que escandaliz¨® a Europa combinando prendas masculinas y femeninas, hasta la actualidad, que el hashtag #Lesbianstyle en TikTok arroja 40 millones de posts. ¡°Esta explosi¨®n actual lo que demuestra en realidad es que ni hay ni ha habido un ¨²nico estilo concreto, sino una relaci¨®n con la est¨¦tica compleja y en constante evoluci¨®n; es cierto que en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas estos estilos por suerte han sido m¨¢s visibiles¡±, explica Medhurst.
Hasta llegar a 2024, cuando Kristen Stewart se pasea con chaquetas militares sobre sujetadores y le replica al presentador Seth Meyers en prime time que los pantalones caqui y las camisas vaqueras ¡°son una cosa un poco antigua¡±, las mujeres lesbianas han tenido que vestirse para esconderse, para reivindicarse o para ser reconocidas solo por su comunidad y, por encima de todo, han tenido que encajar u oponerse a los estereotipos est¨¦ticos que la sociedad ha construido en torno a ellas.
Radclyffe Hall, Madge Garland, Anne Lister (que inspir¨® la serie Gentleman Jack) y todas las mujeres que en el siglo XIX y principios del XX se atrevieron a mostrarse tal y como eran (es decir, a mezclar atuendos de ambos g¨¦neros) porque pod¨ªan atreverse; todas eran ricas y/o arist¨®cratas. El resto se escond¨ªa en clubs clandestinos de Par¨ªs, Berl¨ªn o Harlem, donde daban rienda suelta a su identidad y, con ella, a su est¨¦tica, ya fuera reapropi¨¢ndose de prendas masculinas, reforzando la idea de feminidad can¨®nica o mezclando ambas, lo que en los a?os cuarenta se empez¨® a conocer como el rol butch-femme (lesbiana masculina y femenina), un arquetipo que, visto desde el presente, supon¨ªa un reflejo de las relaciones heteropatriarcales, ¡°pero con una diferencia. En las parejas estables sol¨ªa ser la femme la que llevaba el dinero a casa, porque la butch y su est¨¦tica dificultaban el que tuviera una carrera¡±, cuenta Medhurst en su libro. La Segunda Ola del feminismo, en los sesenta y setenta, dio lugar al movimiento ¡®antimoda¡¯, es de-cir, al rechazo de las imposiciones est¨¦ticas como forma de evitar la mirada masculina. Un uniforme de botas militares, vaqueros,pelo corto y ausencia de maquillaje y sujetadores (muy similar al que, 50 a?os m¨¢s tarde, Seth Meyers le describi¨® a Stewart en su programa como ¡°el uniforme de un icono l¨¦sbico¡±): ¡°No se trataba de un armario t¨ªpicamente masculino, sino m¨¢s bien andr¨®gino. El fin era alcanzar ¡®la fealdad¡¯, algo que a la mujeres nos han ense?ado a evitar a toda costa¡±, explica Medhurst, ¡°de esta forma se liberaban de la presi¨®n est¨¦tica y del juicio masculino, y pod¨ªan ser ellas mismas¡±. Si en los inicios del siglo Madge Garland pon¨ªa como ¡®excusa¡¯ que ¡°las cosas de mujeres eran frivolidades divertidas¡± para romper prejuicios desde las p¨¢ginas de Vogue, 50 a?os despu¨¦s las lesbianas rechazaban de plano la moda por ser frivola y lo hac¨ªan, parad¨®jicamente, por el mismo motivo: romper con convenciones heteropatriarcales.
Pero, como cualquier est¨¦tica identitaria en los m¨¢rgenes, lleg¨® la ¡®estilizaci¨®n¡¯ de las lesbianas por parte de los medios. En 1993, la cantante K. D. Lang aparec¨ªa en la portada del New York Magazine con el titular Lesbian Chic: el valiente mundo de las mujeres gay; semanas despu¨¦s protagonizaba la de Vanity Fair junto a Cindy Crawford. La cantante llevaba traje y la modelo, un ba?ador. ¡°Una est¨¦tica en los medios protagonizada por mujeres lesbianas blancas, poderosas, con profesiones muy cualificadas, que vest¨ªan trajes de cortes perfectos¡±, escribe Medhurst, ¡°No fue una moda positiva, porque solo reflejaba a un tipo de lesbiana promocionada por los medios¡± , cuenta a esta revista.Solo mediaron 20 a?os entre aquellas portadas y la serie The L world, que llev¨® este concepto a un extremo completamente alejado de la realidad. Tambi¨¦n lo est¨¢ la propia moda, en la que, pese a la capitalizaci¨®n de este arquetipo, no existe a¨²n ninguna dise?adora famosa abiertamente lesbiana (no es el caso de ellos). ¡°Estamos entrando en la era feliz de la moda l¨¦sbica¡±, titulaba The New York Times, refiri¨¦ndose a aquellas celebridades que exhiben su identidad a trav¨¦s de una intencionada mezclade prendas sensuales y utilitarias, intentando trascender los armarios binarios. El problema, quiz¨¢, es que no se puede (o no se debe) convertir la moda l¨¦sbica, una herramienta identitaria, en un uniforme temporal, es decir, en una moda m¨¢s. ¡°Creo que por fin se est¨¢ hablando de una est¨¦tica de la autenticidad, m¨¢s all¨¢ de estilos o estereotipos¡±, opina la historiadora, ¡°la moda siempre ha sido oportunista, y en muchas ocasiones ha utilizado lo queer para su propio beneficio. Es la comunidad la que con sus elecciones indumentarias crea el estilo¡±.
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