C¨®mo pas¨® de ser una cosa de hombres a un s¨ªmbolo femenino: la controvertida historia cultural del color rosa
Inicialmente fue un color masculino, despu¨¦s se asoci¨® a la feminidad m¨¢s reaccionaria y hoy es un s¨ªmbolo de empoderamiento. ?Qu¨¦ hace del rosa un color tan pol¨¦mico?
La pasada semana, varias celebridades norteamericanas se fotografiaron con trajes rosas para pedir el foto femenino. ¡°Me encantan estos trajes, y me encantan las mujeres poderosas que los llevan¡±, escrib¨ªa poco despu¨¦s Hillary Clinton en su Instagram. Las prendas en cuesti¨®n son fruto de la colaboraci¨®n de la firma de moda Argent y la organizaci¨®n feminista Supermajority. Los beneficios de su venta van destinados a promover la igualdad racial y de g¨¦nero en distintos ¨¢mbitos sociales. ¡°Para todos aquellos que piensan que nuestra ambici¨®n es mala: afr¨®ntenlo. Las mujeres somos la fuerza m¨¢s poderosa de Norteam¨¦rica. Somos mayor¨ªa¡±, escriben desde la marca acerca de esta colaboraci¨®n. ¡°P¨®nganse el traje durante los debates, para hacer llamadas pidiendo el voto, cuando vayan a votar. En la noche electoral¡±.
Curiosamente, la primera comparecencia p¨²blica de Hillary Clinton como Primera Dama, all¨¢ por 1994, fue bautizada por los medios como ¡®Pink Press Conference¡¯. Clinton compareci¨® luciendo un traje rosa pastel que, como suele ser tristemente habitual, fue motivo de cr¨ªticas entre la prensa. ¡°Se le acusa de querer dulcificar su imagen, pero si hubiera llevado otro color, se la acusar¨ªa de otra cosa. El problema es que las mujeres no tenemos un uniforme p¨²blico con el que pasar desapercibidas en t¨¦rminos est¨¦ticos¡±, escribi¨® al respecto la columnista del Wahington Post, Robin Givhan. 25 a?os m¨¢s tarde, la periodista Savannah Guthrie acaba de poner contra las cuerdas a Donald Trump en prime time; llevaba un traje rosa. Twitter se deshizo en alabanzas. ¡°?Un traje rosa! Bien jugado¡±, comentaban algunas de las usuarias de la red social. ?Qu¨¦ ha cambiado? ?Por qu¨¦ algo tan aparentemente banal como el color rosa es motivo de cr¨ªtica o de aplauso?
Un pasado controvertido
¡°El rosa provoca sentimientos encontrados. Siempre hay una reacci¨®n social ante ¨¦l¡±, escribe la directora del museo del FIT de Nueva York, Valerie Steele, en su libro?Pink: The History of a Punk, Pretty, Powerful Color? . El t¨ªtulo ya ilustra la extra?a genealog¨ªa de un color que es al mismo tiempo punk, bonito y poderoso.
Porque, no, el rosa no ha sido siempre el color de la ¡®feminidad¡¯. Se puso de moda en la corte europea a mediados del siglo XVIII. En aquel momento el rojo era sin¨®nimo de lujo y privilegio (de hecho, estaba prohibido para las clases no aristocr¨¢ticas), y el rosa era considerado una variante del rojo. Lo llevaban m¨¢s hombres que mujeres, como los tacones, que eran una herramienta de poder para varones influyentes y su altura depend¨ªa de la posici¨®n en la Corte de quien los llevara.
Hay distintas teor¨ªas acerca de c¨®mo y por qu¨¦ el rosa fue progresivamente asoci¨¢ndose a los atributos de fragilidad, sensibilidad y frivolidad que la cultura patriarcal ha atribuido a las mujeres. Seg¨²n Steele, fue tras la Revoluci¨®n Francesa, cuando el auge de la burgues¨ªa impuso un c¨®digo austero entre los varones (el traje cl¨¢sico de siempre, sin apenas modificaciones) el momento en el que rosa empez¨® a ser cosa de mujeres. Ellas cargaban con el peso de la est¨¦tica, y escenificaban el lujo y el ocio privilegiado mientras sus maridos aparentaban, con aburridos trajes, ser hijos de la cultura de la abnegaci¨®n y el esfuerzo. Poco a poco, cuenta Steele, el concepto tradicional de feminidad fue ti?¨¦ndose de rosa: las prendas m¨¢s valiosas, los accesorios superfluos y hasta la ropa interior, ¡°por ser un color que evoca la piel desnuda¡±.
Sin embargo, hubo un momento determinante en la asociaci¨®n mental rosa-mujer: la II Guerra Mundial. Tras la contienda, la propaganda gubernamental y la publicidad se ti?eron de ese color pastel para significar el nuevo rol de la mujer como cuidadora y ¡®¨¢ngel del hogar¡¯. El estereotipo de la stepford wife, o perfecta esposa, llevaba vestidos de ese color y, por primera vez en la historia, separaba el g¨¦nero de sus hijos por colores: ellos de azul y ellas de rosa. Antes, la vestimenta infantil no distingu¨ªa de tonalidades. Es m¨¢s, tanto ni?os como ni?as eran m¨¢s proclives a vestir de rosa por sus connotaciones de ternura e inmadurez. As¨ª que ahora, al color, que ya era absolutamente femenino, se le a?ad¨ªa otra connotaci¨®n: la ¡®infantilidad¡¯. ¡°Confinada en su hogar, la mujer es una ni?a m¨¢s entre sus hijos; pasiva, sin ning¨²n control sobre su vida. No puede crecer¡±, escrib¨ªa Betty Friedan en ¡®La m¨ªstica de la feminidad¡¯.
Baste un ejemplo para dar cuenta de la transformaci¨®n cultural condensada en algo tan aparentemente banal como un color: durante los a?os 30, la dise?adora Elsa Schiaparelli se hizo famosa, entre otras cosas, por encumbrar el ¡®shocking pink¡¯, una declinaci¨®n del fucsia que a la creadora surrealista le parec¨ªa ¡°poderosa, sugestiva, libre y audaz¡±. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, Christian Dior ti?e su ¡®new look¡¯ de rosa para enfatizar, m¨¢s si cabe, el retorno a una est¨¦tica femenina tradicional y conservadora.
La apropiaci¨®n como confrontaci¨®n
No es una din¨¢mica novedosa, pero no por eso deja de ser menos efectiva. As¨ª como las minor¨ªas afroamericanas se apropiaron de los c¨®digos indumentarios del ¡®lujo blanco¡¯ para significar su opresi¨®n, o el movimiento ¡®queer¡¯ adopt¨® los insultos y prejuicios hereronormativos para neutralizarlos y desactivar su significado, en los 70, el color rosa, altamente codificado y connotado, se convirti¨® en s¨ªmbolo de activismo.
La primera piedra la puso el colectivo LGTB, y con raz¨®n: durante la segunda guerra mundial, en los campos de concentraci¨®n nazis se les marcaba con un tri¨¢ngulo rosa invertido. La apropiaci¨®n, primero del s¨ªmbolo, y despu¨¦s del color, para reivindicar sus derechos supuso un efectivo mecanismo de reivindicaci¨®n.
El movimiento feminista est¨¢ hist¨®ricamente asociado con el morado, el color del uniforme sufragista, pero poco a poco manifestaciones culturales como el punk o posteriormente el movimiento Riot Grrl fueron desactivando este imaginario de infantilizaci¨®n femenina y derribando barreras de g¨¦nero vistiendo rosa y desmontando las connotaciones asociadas a lo ¡®cursi¡¯. Tambi¨¦n el mundo del hip hop, que durante los noventa puso de moda el traje rosa para hombres como forma de desmarcarse el estereotipo de elegancia masculina del momento.
¡°He usado el rosa para generar discusi¨®n¡±, le contaba Miuccia Prada al periodista Alexander Fury tras su colecci¨®n de oto?o de 2015. ¡°Hay elementos que denotan banalidad, como el estampado animal y el rosa¡±, continuaba. Hasta ese momento, Prada, art¨ªfice de una moda que deconstruye los c¨®digos de la feminidad, nunca hab¨ªa usado rosa. Se lo reservaba para otra marca, Miu Miu, en la que tira de estereotipos asociados con lo infantil, lo cursi o lo rom¨¢ntico para darle la vuelta a su significado. Vivienne Westwood, inventora del punk de pasarela, o Rei Kawakubo tambi¨¦n han tirado de rosa para hablar de contradicciones y estreotipos.
Lo cierto es que, como comentaba Prada, el rosa genera debate. Ya no es el color de la feminidad reaccionaria pero tampoco totalmente el del activismo empoderador. Hay quien critica los ¡®pussy hats¡¯ , esos gorros de color rosa que se popularizaron en las marchas feministas, por trivializar la causa o por simbolizar la discriminaci¨®n de las personas trans. Tambi¨¦n hay quien se refiere, de forma despectiva, al colectivo LGTB como ¡°colectivo rosa¡±, o quien considera que los lazos que apoyan la lucha contra el c¨¢ncer de mama banalizan la enfermedad (en realidad esos lazos eran naranja pastel, y fue Estee Lauder quien los populariz¨® ti?¨¦ndolos de rosa, pero ese quiz?a sea otro debate). Al mismo tiempo, surgen colectivos pacifistas y feministas como Code Pink, mujeres israel¨ªes que protestan contra las pol¨ªticas b¨¦licas del pa¨ªs vestidas de rosa y las celebridades se visten con trajes fucsias para animar al voto femenino. ¡°Soy una mala feminista porque mi color favorito es el rosa¡±, escrib¨ªa Roxanne Gay en su ensayo ¡®Mala Feminista¡¯. Si ya es dif¨ªcil deshacerse de prejuicios culturales, lo es doblemente cuando dichos prejuicios se condensan en algo tan aparentemente tan nimio (y realmente tan poderoso) como un color.
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