La fascinante historia de Hiroko Matsumoto, la modelo japonesa y musa de Pierre Cardin que inaugur¨® la diversidad sobre la pasarela
La modelo y actriz, ¡®descubierta¡¯ por Pierre Cardin, fue la primera mujer asi¨¢tica que desfil¨® en la alta costura, abriendo las puertas de la industria a muchas otras mujeres no blancas.
A finales de los a?os 50, el mundo de la moda era muy diferente al que conocemos hoy en d¨ªa. Tras la Segunda Guerra Mundial, el boom econ¨®mico hizo florecer a las grandes casas de la moda parisinas que, encabezadas por Christian Dior, comenzaron a internacionalizarse como nunca lo hab¨ªan hecho: su mercado se ampli¨® mucho, pero en lo que respecta a las modelos, las cosas no cambiaron demasiado.
Hasta la llegada a Par¨ªs en 1950 de la afroamericana Dorothea Church, no hab¨ªa ni una sola modelo que no fuese blanca en toda Europa y, de hecho, esta pionera, que hab¨ªa nacido en la Texas m¨¢s profunda, pr¨¢cticamente tuvo la exclusiva hasta mediados de la d¨¦cada, cuando decidi¨® volver a su pa¨ªs (y donde, por cierto, le result¨® muy complicado encontrar empleo).
Pero, al aproximarse al final de la d¨¦cada de los 50, esa falta de diversidad racial entre las modelos estaba a punto de cambiar debido a la fusi¨®n entre uno de los dise?adores m¨¢s rompedores del momento, Pierre Cardin, con una modelo japonesa que ya estaba triunfando en su pa¨ªs natal, Hiroko Matsumoto.
El encuentro ocurri¨® en junio de 1957. En aquella ¨¦poca, Cardin ya hab¨ªa iniciado una peque?a revoluci¨®n que consist¨ªa en producir bajo su marca tanto alta costura como pr¨ºt-¨¤-porter, un aut¨¦ntico sacrilegio para los guardianes de las tradiciones de la industria del lujo franc¨¦s y que provocar¨ªa una enorme pol¨¦mica nacional.
Los responsables del resto de maisons no entend¨ªan c¨®mo un modisto de alta costura pod¨ªa rebajarse a crear ropa para todos los bolsillos que se vend¨ªa en grandes almacenes como Printemps. Pero con los a?os, Cardin demostr¨® que ten¨ªa la raz¨®n y otros grandes como Yves Saint Laurent acabaron imit¨¢ndole.
Quiz¨¢ fue ese aura de talento emergente y rompedor lo que hizo que Cardin fuera invitado a Jap¨®n a presentar sus creaciones a los miembros de la industria textil de aquel pa¨ªs. Se trataba de la primera vez que un modisto franc¨¦s recib¨ªa una invitaci¨®n semejante y m¨¢s de una naci¨®n que, como Jap¨®n, hab¨ªa vivido desde hac¨ªa muchos a?os bajo un fuerte aislamiento cultural. Pero los tiempos estaban cambiando para los japoneses que, con una econom¨ªa que justo empezaba a crecer tras la crisis provocada por su derrota en la guerra, ten¨ªan ganas de abrirse al exterior.
Tal y como cuenta Jean-No?l Liaut en su libro Modeles et mannequins, publicado en 1994, para llegar hasta Tokio, Cardin tom¨® el vuelo inaugural de la ruta transpolar de Air France que un¨ªa Par¨ªs con Tokio v¨ªa Hamburgo. Cuando aterriz¨® en la capital nipona, fue recibido por Hiroko que, vestida con un kimono ceremonial, le entreg¨® un ramo de flores en se?al de bienvenida. El modisto franc¨¦s siempre hab¨ªa tenido un gusto especial por lo inusual, por lo absolutamente diferente, y el flechazo con Hiroko fue instant¨¢neo. ¡°Hiroko era un ser inmaterial¡±, recordaba el dise?ador a los 97 a?os, con los ojos todav¨ªa llenos de emoci¨®n, en el documental House of Cardin dirigido por Todd Hughes y P. David Ebersole. ¡°Caminaba como si tuviera alas¡±.
Hiroko tambi¨¦n fue la encargada de presentar las creaciones de Cardin, junto a la modelo Helene Delrieu, que hab¨ªa viajado junto al modisto desde Francia, ante la ¨¦lite de la moda japonesa. El dise?ador pronunci¨® nada menos que diecis¨¦is conferencias durante los veintis¨¦is d¨ªas que pas¨® en Tokio y, conforme los d¨ªas pasaban, la idea de llevarse a Hiroko a Par¨ªs para trabajar con ¨¦l fue ganando cada vez m¨¢s fuerza en su cabeza.
La propuesta formal lleg¨® al final del viaje, pero Hiroko, que pertenec¨ªa a una familia acomodada, tradicional y extremadamente disciplinada, se lo pens¨® mucho antes de acceder. Tanto, que pasaron nada menos que tres a?os hasta que accedi¨® a viajar hasta la capital francesa.
¡°Fui el primer producto de exportaci¨®n japon¨¦s, muy por delante de Sony y Toyota¡±, bromeaba Hiroko en los a?os 90, sobre su llegada a Francia para el libro de Liaut. Matsumoto pis¨® suelo franc¨¦s el 15 de julio de 1960, justo a tiempo para desfilar en la presentaci¨®n de la colecci¨®n oto?o-invierno de Cardin.
De su llegada a Par¨ªs, lo que m¨¢s recordaba Hiroko era el tremendo secretismo de los salones de modas de la ¨¦poca. En aquellos tiempos, a principios de los a?os 60, los modistos ten¨ªan tanto miedo a ser copiados antes de la presentaci¨®n de sus vestidos, que trabajaban con las contraventanas de sus oficinas cerradas, exigiendo incluso que, entre las pruebas, las modelos se pusieran unos enormes guardapolvos, verdes en el caso de Cardin, que se ataban en el cuello.
Hiroko estuvo otros tres a?os m¨¢s viviendo entre Par¨ªs y Tokio, hasta que finalmente se estableci¨® en la capital francesa en 1963. El impacto de su f¨ªsico, tanto en los dise?os de Cardin como en el mundo de la moda, fue enorme. Uno de esos momentos m¨¢gicos en los que de repente una maniqu¨ª encarna la est¨¦tica de una generaci¨®n. ¡°Fue la modelo que m¨¢s impacto ha tenido al llegar a Par¨ªs de toda la historia¡±, afirma categ¨®rico Cardin en el documental.
La fragilidad y la finura del cuerpo de Hiroko, sumada a la elegancia y delicadeza de sus movimientos, encandil¨® a toda la alta costura parisina, aportando una nota de sencillez, de minimalismo, que contrastaba con el recargado gusto que hab¨ªa dominado el dise?o europeo y occidental durante los a?os 50.
Su look, con los labios nude, los ojos perfilados de negro y el pelo oscuro con? un flequillo recto que cre¨® para ella la estilista Maria Carita tomando como referencia a la actriz de los a?os 20 Louise Brooks, se convirti¨® en un nuevo est¨¢ndar entre las j¨®venes parisinas de la ¨¦poca.
Con un estilo sobrio y una timidez tan caracter¨ªsticas de su pa¨ªs natal, casi nunca sonre¨ªa delante de la c¨¢mara, mostrando un gesto impenetrable y enigm¨¢tico que encajaba perfectamente con los modelos de tem¨¢tica casi ¡°espacial¡± que Cardin empez¨® a construir alrededor de ella, como la musa en la que se hab¨ªa convertido.
Durante los siete a?os que trabaj¨® junto al modisto, Hiroko fue la encargada de mostrar los catorce trajes de novia con los que Cardin cerr¨® sus desfiles: dos cada a?o, oto?o-invierno y primavera-verano, un hito que denota la importancia de la colaboraci¨®n entre ambos.
Pero su trabajo no solo se limit¨® a Cardin; durante los a?os 60 fue una de las modelos m¨¢s fotografiadas para Vogue y otras importantes revistas de moda por fot¨®grafos como Irving Penn, Richard Avedon, Helmut Newton, John French o Yoshi Takata, desfilando adem¨¢s para Givenchy, Nina Ricci y Balenciaga.
La llegada de 1967 supuso un cambio total en la carrera de ¡°Mademoiselle Hiroko¡±, como era conocida, ya que decidi¨® retirarse tras dar a luz a su hija Olivia, fruto de su matrimonio con Henry Berghauer, Director empresarial de Pierre Cardin. Con los a?os, Olivia seguir¨ªa los pasos de sus padres en la moda, trabajando primero para Versace y posteriormente para Valentino, donde todav¨ªa ejerce como Directora de Comunicaci¨®n.
A partir de ese momento, aparte de algunas sesiones de fotos en las que participaba puntualmente, Hiroko se apart¨® de los focos, aunque con una important¨ªsima excepci¨®n: su participaci¨®n en 1970 en la pel¨ªcula Domicile conjugal de Fran?ois Truffaut, en la que Matsumoto interpretaba a Kyoko, una mujer japonesa de la que se enamora el protagonista de la pel¨ªcula, Antoine Doinel, interpretado por Jean-Pierre Leaud.
En realidad, Truffaut, que era amigo personal de Hiroko, solo le hab¨ªa pedido que le ayudase a encontrar a una actriz japonesa para interpretar ese papel. Pero tras meses de incesante b¨²squeda sin encontrar a una actriz que le convenciera, Truffaut le pidi¨® a Hiroko que fuera ella misma la que se hiciera cargo del papel. Ella accedi¨®, aunque exigi¨® un cambio en el gui¨®n: ser¨ªa ella la que abandonar¨ªa a Doinel y no al rev¨¦s como estaba previsto.
A pesar de que la pel¨ªcula fue un ¨¦xito, Hiroko nunca se plante¨® perseguir una carrera como actriz y se volc¨® en su trabajo para Vogue como responsable de su oficina japonesa. Durante estos a?os, seg¨²n cuenta en su libro Jean-No?l Liaut, Hiroko, ahora apellidada Berghauer, ¡°se convirti¨® en una figura central en la sociedad y la vida cultural parisina¡±.
En 1975, Hiroko volvi¨® a estar en boca de toda Francia tras el secuestro de su segunda hija de veinte meses, Maxime, mientras paseaba con su ni?era por los Jardines de Ranelagh de Par¨ªs. El secuestro, que tuvo lugar a plena luz del d¨ªa, acapar¨® los titulares de todos los peri¨®dicos galos hasta que la ni?a fue liberada despu¨¦s de pagar un rescate de 1,5 millones de francos.
Tras este ¨²ltimo sobresalto, Hiroko continu¨® vinculada al mundo de la moda, pero desde una posici¨®n totalmente alejada del gran p¨²blico. Falleci¨® el 20 de junio de 2003 en Par¨ªs a la edad de 67 a?os debido a una enfermedad que nunca ha trascendido.
Es indiscutible que la llegada de Hiroko Matsumoto al mundo de la moda supuso un punto de inflexi¨®n en el mundo del modelaje. Hiroko marc¨® el camino para que muchas otras mujeres, que no encajaban en la imagen normativa de la moda parisina, apostaran por esta profesi¨®n y abri¨® los ojos de la industria, provocando una aceleraci¨®n en la diversidad racial de la pasarela.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.