Jill Biden, la Primera Dama que corrige ex¨¢menes en cualquier lugar
Ha hecho historia al ser la primera esposa de un presidente de los Estados Unidos que mantiene su trabajo. Y as¨ª quiere ser retratada, como una mujer en perpetuo movimiento, que apoya el port¨¢til donde puede, y que no renuncia a ninguna de sus facetas.
Jill Biden somos todas. En una de las fotograf¨ªas que Annie Leibovitz ha realizado de la Primera Dama para la edici¨®n de agosto de Vogue USA se ve a Biden sentada en un sal¨®n, algo inc¨®moda, con un caf¨¦ cerca y trabajando ante un Mac. En esta imagen ella no es la Primera Dama sino una de las muchas profesionales que abren el port¨¢til en el primer sitio donde pueden apoyarlo. Tambi¨¦n es la Doctora Biden y ese t¨ªtulo es algo propio, ajeno a su marido. Puede que Joe Biden sea el presidente n¨²mero 46 de una de las democracias m¨¢s poderosas del mundo, pero no tiene el privilegio de ser llamado Doctor. Jill Biden, nacida Jill Tracy Jacobs, ha hecho Historia al ser la primera FLOTUS que mantiene su trabajo: hace casi medio siglo que es profesora. Lleva a?os ensayando esa conciliaci¨®n: desde el 2009 al 2017, cuando su marido fue vicepresidente continu¨® impartiendo clases a tiempo completo en el Northern Virginia Community College y ahora lo har¨¢ a tiempo parcial. Entre el listado de profesores de la web del centro aparece su nombre. Es el ¨²nico que no tiene no tel¨¦fono ni mail de contacto. Los alumnos la llaman Dr. B.
A Jill Biden (Hammonton, New Jersey, 1951) le gusta contar que, cuando era adolescente, se escapaba de noche de su casa para saltar la verja del club de Willow Grove, a las afueras de Filadelfia, y nadar unos largos en su piscina. Ha relatado esta an¨¦cdota en varias ocasiones y un buen n¨²mero de medios de Estados Unidos la recogen. Le ayuda a expresar que fue una joven tan rebelde como muchas y que, como tantas, tuvo que saltar muros para conseguir lo que quer¨ªa. Este chascarrillo, elegido con precisi¨®n entre los muchos que guardan 70 a?os de vida, contribuye a la construcci¨®n de la narrativa de la actual Primera Dama de Estados Unidos. Esa mujer traviesa y con rea?os hoy es una mujer que aparece siempre en movimiento. Tras cuatro a?os teniendo a una esfinge como Primera Dama la presencia de Jill Biden es pura energ¨ªa.
Dicha energ¨ªa es lo que destilan las im¨¢genes que ha tomado Leibovitz y que vuelven a traer a esta mujer a la actualidad. Cuando se cumplen cinco meses desde la proclamaci¨®n de Biden la revista que dirige Anna Wintour restablece una tradici¨®n que se instaur¨® en los a?os 20, con Lou Henry Hoover: la de llevar a la portada a la Primera Dama de Estados Unidos. La anterior, Melania Trump fue la ¨²nica vetada. Las im¨¢genes de Leibovitz ilustran un perfil de Jonathan van Meter en el que hasta ya el t¨ªtulo sugiere acci¨®n: ¡°Una primera dama para todos nosotros: En la carretera con la Dr Jill Biden¡±. En ellas se ha retratado una Primera Dama dividida en cuatro: la mujer profesional, la esposa, la abuela y la mujer institucional, que ocupa la portada con un vestido estampado de Oscar de la Renta y una buena sonrisa. Todas estas facetas quedan cubiertas en unas fotograf¨ªas orquestadas al mil¨ªmetro y que, a¨²n as¨ª, se las arreglan para tener pathos.
¡°La ense?anza no es a lo que me dedico, es lo que soy¡±. Esta cita es una de las que m¨¢s repite Biden y tiene la potencia de las frases que quieren pasar a la posteridad. Su trayectoria profesional es s¨®lida: es Licenciada y Doctorada en Ingl¨¦s por la University of Delaware, estado donde el matrimonio ha vivido hasta que se mud¨® a la Casa Blanca y donde mantiene dos casas: una en Wilmington y otra en Rehoboth Beach, en la playa. Ella cuenta con dos Masters, uno en Educaci¨®n en el West Chester State College y otro en Ingl¨¦s por la Villanova University. En 2007 logr¨® el t¨ªtulo de Doctora, honor que en ciertos medios estadounidenses como el Wall Street Journal han acusado de fraudulento al ser en Educaci¨®n, disciplina considerada menor. En su defensa han salido los que alegan que tras ese ataque hay machismo y desprecio por las Humanidades. Biden lleva impartiendo clases desde 1975 y en la actualidad mantiene su puesto en el que Northern Virginia Community College, donde, como tantos otros docentes, ha impartido gran parte de las clases por Zoom. En la entrevista de Vogue Biden afirma que corrige ex¨¢menes en el Air Force One y ese dato es demasiado jugoso como para no repetirlo.
Siendo Primera Dama ha retomado una iniciativa iniciada con Michelle Obama llamada Joining Forces [Uniendo Fuerzas] para apoyar a los miembros del servicio militar, veteranos, familias, cuidadores y a los supervivientes. Esta es solo una de las fundaciones, como la de American Rescue Act, de acciones y de viajes en las que est¨¢ involucrada y a ellas hay que a?adir sus clases y su papel como primera anfitriona del pa¨ªs. Jill Biden es tambi¨¦n autora de dos libros infantiles y de una memoir publicada en 2019: ¡°Where the Light Enters: Building a Family, Discovering Myself¡±, que entr¨® en la lista de los m¨¢s vendidos del New York Times y que permanece in¨¦dita en Espa?a. Ella quiere ser percibida como alguien en permanente movimiento, por eso esa imagen tomada por Leibovitz frente al Mac, vestida de Ralph Lauren, en una postura r¨¢pida, en un momento improvisado es, de todos sus retratos, el m¨¢s agudo.
En su biograf¨ªa de Twitter Jill Biden se define como ¡°Primera Dama de Estados Unidos. Educadora de una Communuty College. Madre de militar. Abuela. Mujer de Joe Biden¡±. Ella potencia su faceta de esposa, madre y abuela de seis nietos, algo que contrasta con el rol de su antecesora y que sugiere calma y uni¨®n en un pa¨ªs ahora herido. La familia Biden ha sufrido dramas importantes: el accidente mortal en 1966 de la primera esposa de Biden, Neilia Hunter, y su hija Naomi, la muerte en 2015 del otro, Beau, como consecuencia de un c¨¢ncer cerebral y la drogadicci¨®n de uno de los hijos supervivientes, Hunter. Este acaba de publicar en Espa?a un libro llamado ¡°Cosas Bonitas¡± en el que habla de su adicci¨®n. El matrimonio Biden tiene una hija en com¨²n, Ashley, trabajadora social, activista y fundadora de una marca de moda consciente llamada Livelihood; la menor de los Biden ha elegido mantener un perfil bajo. Es inevitable observar a la familia Biden en contraste con los anteriores inquilinos de la Casa Blanca y las comparaciones son m¨¢s que f¨¢ciles, facilonas. El matrimonio Biden se muestra como una pareja bien avenida, que comparte agenda, intereses y tiempo libre. El nombre en clave de Jill Biden en campa?a era ¡°The Closer¡± por la cercan¨ªa al presidente y esa cercan¨ªa parece genuina y no planeada por un equipo de expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica. Ella a?ade calor y movimiento a la presencia algo acartonada de su marido. La pareja, que ven¨ªa de matrimonios previos, se cas¨® en 1975 en la capilla de las Naciones Unidas. El d¨ªa que se conocieron fueron a ver ¡°Un hombre y una mujer¡±, de Claude Lelouch. La pel¨ªcula no pudo tener un t¨ªtulo m¨¢s premonitorio.
Durante los ¨²ltimos meses ella ha sido un activo importante en la tarea que asumi¨® su marido: la de sanar un pa¨ªs. La triple crisis del pa¨ªs: sanitaria, econ¨®mica y racial exige un gobierno bals¨¢mico. Tras cuatro a?os con Trump como presidente los primeros meses de mandato de Biden resultan aburridos, sin grandes titulares y eso se recibe como una buena notica. Durante estos meses los Biden ha realizado una labor educadora en favor de la mascarilla y las vacunas, en un pa¨ªs en el que toda imposici¨®n se percibe como un ataque a la libertad individual.
Jill Biden ha pasado sus primeros meses con Primera Dama con el rostro tapado con una mascarilla y ella ha usado dicha mascarilla para hacer pol¨ªtica. En realidad, conocedora de los resortes de la comunicaci¨®n tras m¨¢s de una d¨¦cada en la alta pol¨ªtica, usa todos los recursos a su alcance para hacer pol¨ªtica Biden, que no tiene estilista, ha optado por elegir marcas estadounidenses, ya sean asentadas como Oscar de la Renta, Michael Kors o Brandon Maxwell o emergentes, como Markarian, Jonathan Cohen o Gabriela Hearst, L?Agence; si tienen un prop¨®sito sostenible y trabajan con materiales reciclados, mejor. Tambi¨¦n se calza con la misma soltura unos zapatos de Valentino. Jill Biden repite ropa y lanza con ella mensajes, a veces demasiado literales, como las botas con la palabra ¡°Vote¡± que luci¨® en la campa?a o la chaqueta con el texto ¡°Love¡±: que llev¨® durante el encuetro del matrimonio con Boris Johnson..De nuevo, es dif¨ªcil no pensar en Melania Trump y su chaqueta con ¡°I really don?t care¡±: El amor frente al no-me-importa. Jill Biden no tiene especial inter¨¦s en que se hable de su ropa: viste como la se?ora acomodada y profesional que es y no se explica demasiado aunque siendo Primera Dama de Estados Unidos no es f¨¢cil librarse del escrutinio universal. El Telegraph public¨® hace una semana un art¨ªculo llamado: ¡°?Tiene Jill Biden el corte de pelo m¨¢s favorecedor de todos los tiempos?¡± . El suyo transmite dinamismo, es norteamericano, es reconocible, es el de una mujer trabajadora que tiene que mantener una cierta imagen; es un corte de de abuela moderna y est¨¢ conectado a su personalidad. Todo en consistente en Dr, B, la Primera Dama que corrige ex¨¢menes a la carrera.
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