Kurt Cobain: c¨®mo un c¨¢rdigan sucio de segunda mano se convirti¨® en el objeto de deseo de los noventa
La chaqueta de punto que llev¨® Kurt Cobain para grabar el Unplugged de MTV ha tenido varias vidas, de prenda de caballero para el fin de semana a objeto de inversi¨®n capitalista

Los noventa, o lo que entendemos por los noventa, han vuelto tantas veces que cualquier adolescente con una cuenta en Vinted o Depop y acceso a Instagram puede hacer una lista de prendas ic¨®nicas de la cultura pop en esa d¨¦cada. Estar¨ªa ah¨ª la sudadera de Virgin Airlines que se puso Diana Spencer un d¨ªa para salir del gimnasio, el minitraje de cuadros de Alicia Silverstone en Fuera de onda, el combo falda met¨¢lica + jersey de angora tama?o beb¨¦ que llevaron todas las supermodelos en la ¨¦poca gloriosa de Versace, el vestido de novia de Jennifer Aniston en el piloto de Friends, la ropa interior Tommy Hilfiger que llevaba Aaliyah y las rebequitas modosas en colores beb¨¦ que se pon¨ªan las actrices hasta en los estrenos encima de sus tirantes espagueti.
Entre todas esas prendas estar¨ªa tambi¨¦n el c¨¢rdigan un poco costroso que llev¨® Kurt Cobain cuando grab¨® el Unplugged de MTV. La pieza original es ahora propiedad de un comprador an¨®nimo que se hizo con ella en una subasta en 2019 por m¨¢s de 330.000 d¨®lares en una subasta en la casa Julian¡¯s de Nueva York. Era la segunda vez que sal¨ªa a la venta la chaqueta, descrita en el cat¨¢logo como ¡°una mezcla de acr¨ªlico, moar¨¦ y licra, con cinco botones (uno ausente), una quemadura de cigarrillo y una mancha de origen desconocido en el bolsillo delantero¡±. Cuatro a?os antes la hab¨ªa adquirido, tambi¨¦n en Julian¡¯s, el due?o de un equipo de coches de carreras y fan de Nirvana, que en su momento asegur¨® que no lo hab¨ªa por inversi¨®n sino por devoci¨®n genuina, y que la chaqueta ocupaba ¡°un lugar especial en su coraz¨®n¡±. Tras unos a?os guard¨¢ndola en una caja fuerte en su casa de Pensilvania y seguramente tras sondear el creciente mercado de la memorabilia asociada al rock, decidi¨® volver a ponerla en venta y, con lo que consigui¨®, se compr¨® en la misma subasta una guitarra de Cobain.
Si acab¨® en una subasta es porque su anterior propietaria, Jackie Farry, la puso en venta cuando lo necesit¨®. Farry hab¨ªa sido la ni?era de Frances Bean Cobain y, en los d¨ªas posteriores al suicidio del cantante de Nirvana, fue una de las muchas personas que pasaron por la casa para consolar a Courtney Love. En medio de la confusi¨®n, la cantante de Hole se dedicaba a sacar cosas de los armarios y dar a los amigos alg¨²n recuerdo. A ella le toc¨® esa pieza que ya entonces era especial. Adem¨¢s de en el concierto de la MTV, Cobain la hab¨ªa llevado mucho en sus ¨²ltimos meses de vida. La utilizaba como una especie de manta de seguridad. Farry siempre hab¨ªa pensado que conservar¨ªa el c¨¢rdigan toda la vida y despu¨¦s se lo ceder¨ªa a Frances Bean en su testamento, pero Farry pas¨® m¨¢s de once a?os con un c¨¢ncer recurrente y sin la cobertura m¨¦dica adecuada y finalmente no le qued¨® otra que vender lo m¨¢s valioso que ten¨ªa en casa. Antes lo consult¨® con la propia Frances Bean y con Courtney Love quienes, seg¨²n dice, le dieron su bendici¨®n y le aseguraron que el propio Cobain lo hubiera entendido. Con el dinero que consigui¨® la chaqueta, mucho m¨¢s del esperado, so?¨® con hacerse una piscina, pero finalmente se lo gast¨® todo en el alquiler y las facturas del onc¨®logo, dijo.

Esa chaqueta, que ha acabado teniendo el precio de mercado de una casa mediana en algunas ciudades, probablemente se adquiri¨® por uno o dos d¨®lares en una de las muchas tiendas de ropa de segunda mano que hab¨ªa en Seattle en los noventa. Es de la marca Manhattan Industries y, seg¨²n la historiadora de la moda Kimberly Chrisman-Campbell, consultada por Rolling Stone, seguramente se confeccion¨® en la primera mitad de los sesenta. La etiqueta lleva un logo figurativo con un barquito y un esquiador, como para dejar claro que esa era una prenda para el ocio del hombre acomodado, lo que se pon¨ªan los trabajadores de cuello blanco los fines de semana los padres de familia que entre semana llevaban traje de franela gris. A partir de 1968, la chaqueta de punto masculina qued¨® asociada en la imaginaci¨®n estadounidense con Mr. Rogers, el presentador del programa infantil al que interpret¨® Tom Hanks en un biopic, que en cada programa se pon¨ªa su c¨¢rdigan (a veces, con los botones mal, para ense?ar a los ni?os que todo el mundo se equivoca), siempre tejido por su madre. Con esa asociaci¨®n, se termin¨® de sellar la idea de la chaqueta de punto como una prenda amable, la encarnaci¨®n misma del hygge y de lo cozy.
La idea que ten¨ªan los grunges primigenios de la moda ten¨ªa mucho de ir¨®nico ¨Ccamisetas con logos comerciales de marcas comerciales llevadas para expresar rechazo al consumismo; vestidos cortos con escotes reinterpretados dentro del c¨®digo kinderwhore¨C pero la adopci¨®n del c¨¢rdigan masculino parece tener m¨¢s de homenaje y de decisi¨®n pr¨¢ctica (hace fr¨ªo en Seattle y a veces tambi¨¦n en Olympia, Georgia) que de relectura. El c¨¢rdigan se llevaba con Converse sucias, camisas de franela, camisetas de grupos, gafas de pl¨¢stico compradas en el supermercado y cazadoras de los cincuenta y sesenta.

El propio Cobain, que ten¨ªa un sentido del estilo muy particular y una belleza f¨ªsica can¨®nica de la que no se suele hablar demasiado cuando se pondera su figura, como si fuera algo incidental y no uno de los factores que explican la entrada de Nirvana en el mainstream, contribuy¨® a cambiar la idea que se ten¨ªa de la antimoda grunge. Si en sus or¨ªgenes estaba m¨¢s influida por la escena punk rock e inclu¨ªa elementos m¨¢s duros como las chupas de cuero, Cobain, que se puso vestidos antes que Harry Styles y Bad Bunny, movi¨® ese estilo hacia par¨¢metros m¨¢s andr¨®ginos. En ese uniforme de l¨ªneas suaves, en ese desali?o m¨¢s o menos calculado, entraba muy bien el c¨¢rdigan de moar¨¦ o de angora, tejidos suaves al tacto que tienen mucho pasado en el armario masculino pero conservan vestigios de la ropa de mujer.
Las prendas de punto de los sesenta, como los vestidos acr¨ªlicos de flores, se encontraban con facilidad en las tiendas de segunda mano en los noventa. Despu¨¦s, cuando los medios empezaron a ocuparse de esa escena tan local y peque?a, sucedi¨® que algunas prendas muy regionales, como los gorretes de lana, las camisas de franela Pendleton, que llevan en esa zona los le?adores y los trabajadores que pasan tiempo a la intemperie, as¨ª como las botas de monta?a y la ropa interior t¨¦rmica se trasladaron a otros climas. Ten¨ªa cierta gracia ver a los j¨®venes de Los ?ngeles (o de Madrid) vestidos como para cortar le?a en el estado de Washington. Ya en 1992, apareci¨® la primera menci¨®n al ¡°grunge¡± en Women¡¯s Wear Daily, la revista de la industria de la moda, junto con la palabra ¡°rave¡± y ¡°hip hop¡±, usadas para describir los tres estilos de la gente de menos de 21. Ese mismo a?o, Grace Coddington y Steven Meisel hicieron un editorial para Vogue codificando el Grunge como ¡°camisas de franela, camisetas de grupos hechas polvo, botas y gorras de b¨¦isbol¡±. Naomi Campbell y Kristen McMenamy posaron con faldas escocesas, Doc Martens y, sin mucha sutileza, camisetas de Nirvana llevadas encima de? camisetas interiores de manga larga. Tambi¨¦n en 1992 Marc Jacobs firm¨® su famosa colecci¨®n grunge para Perry Ellis, que le consigu¨® a la vez un despido y un lugar en la historia de la moda. A partir de ah¨ª, otros dise?adores como Anna Sui, Calvin Klein y hasta Giorgio Armani vampirizaron el estilo de esa subcultura para venderla mucho m¨¢s cara en sus tiendas.
En la colecci¨®n de Marc Jacobs para Perry Ellis no hab¨ªa, en realidad, c¨¢rdigans oversize, sino chaquetillas min¨²sculas de punto, como de ni?a, que Helena Christensen, Christy Turnlington y Kate Moss llevaron sobre la pasarela con vestidos lenceros de cuadros, un estilismo que ya ha tenido como tres vidas posteriores en las perchas de Inditex. Qui¨¦n sabe si a Jacobs le inteteresaban m¨¢s esos vol¨²menes (en el grunge todo era o muy peque?o o muy grande) o porque las chaquetas de punto una o dos tallas por encima no estaban en su radar. De hecho, Jacobs admiti¨® sin mucho problema que nunca hab¨ªa estado en Seattle.
El c¨¢rdigan de Kurt Cobain entrar¨ªa en la memoria de la cultura pop un a?o m¨¢s tarde, en noviembre de 1993, cuando se grab¨® el Unplugged en Nueva York. Para ese concierto grabado, que introdujo a las entonces estratosf¨¦ricas audiencias de la MTV a una versi¨®n ac¨²stica de la banda m¨¢s ruidosa del planeta, Cobain hipnotiz¨® a las c¨¢maras con una versi¨®n can¨®nica del uniforme grunge: camiseta de Frightwig, Convese no muy limpias, vaqueros y una chaqueta verde sapo con cinco botones, uno de ellos pedido para siempre, y una quemadura de cigarrillo.
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