Ladrones exquisitos
?Hay algo en un gem¨®logo y en un perfumista. Ambos cruzan ciencia con poes¨ªa?.
Se dio cuenta mientras se duchaba: alguien hab¨ªa roto la ventana del cuarto de ba?o y hab¨ªa entrado en casa. Medio mojado fue a comprobar si hab¨ªa desaparecido algo de valor: relojes, port¨¢tiles¡ Todo estaba en su sitio. Que un ladr¨®n robara era inquietante, pero que no robara nada lo era a¨²n m¨¢s. Al terminar el aseo, que con el susto hab¨ªa quedado interrumpido, abri¨® el armario donde ten¨ªa guardados los perfumes. En ese momento qued¨® paralizado: hab¨ªan desaparecido. Se lo dijo a su pareja, que corri¨® a confirmar si los suyos segu¨ªan en su lugar. Tampoco estaban. El ladr¨®n hab¨ªa robado todas las fragancias de la casa: los que estaban llenos y los que solo ten¨ªan unas gotas, los Diores y los Loewes. Todas.
Esto le ocurri¨® a un amigo hace unas semanas y me lo relat¨® con toda su gracia, que es mucha. La investigaci¨®n policial no dio muchas pistas: ¡°Solo cacos exquisitos¡±, me cont¨® ri¨¦ndose, porque ¨¦l es escritor y ya sab¨ªa que un episodio as¨ª es oro molido. Le dije que yo tambi¨¦n, tarde o temprano, iba a tener que contar esta historia. Me concedi¨® el permiso.
Elijo a qu¨¦ quiero oler con el mismo cuidado que elijo la ropa que visto. Tengo en la puerta de casa, junto a las llaves, una mesa de m¨¢rmol donde coloco los perfumes que estoy usando en cada momento del a?o. El resto permanece esperando que llegue su momento: a un aroma siempre le llega. Si entra un ladr¨®n deber¨ªa prestarle atenci¨®n a esa mesa, porque ese bot¨ªn es interesante. Su valor es algo que no todo el mundo sabe ver (ni oler). No guardo frascos vac¨ªos, a menos que pueda darles una segunda vida. Sin embargo, de vez en cuando curioseo en subastas, algo que me evade tanto como compartir con mi familia v¨ªdeos de perritos o fotos de casas de pueblo rehabilitadas.
Las subastas de botellas de perfume son un submundo en el que es posible comprar una de Rene Lalique de 1912 del Oreilles Epines por 8.400 d¨®lares: esto sucedi¨® en Chicago en la ¨²ltima edici¨®n de Perfume Bottles Auction, la m¨¢s importante del mundo en su g¨¦nero. Christie¡¯s vendi¨® el pasado marzo una bola de Navidad (a lo Rosebud) de Chanel N? 5 por 1.368 d¨®lares. Cuando necesito limpiar mi cabeza me pierdo en subastas cerradas: qu¨¦ alivio saber que ya no podr¨¦ comprar nada de ellas. Desarrollar una marca de cosm¨¦tica es muy dif¨ªcil. Crear una de perfume es imposible. Lo confirmo cada vez que paso por mi mesa de m¨¢rmol y lo reconfirm¨¦ tras visitar la ¨²ltima edici¨®n de Pitti Fragranze, en Florencia. Hay una precisi¨®n similar en un gem¨®logo y un perfumista, ambos oficios cruzan la ciencia exacta con la poes¨ªa. En Florencia hice una hora de cola para romper contra un muro un frasco de perfume. Alessandro Gualtieri, el perfumista de Nasomato, una rock and roll star de la industria, hab¨ªa dise?ado The Alchemical Wall. En esta instalaci¨®n interactiva deb¨ªa seguir los siguientes pasos: 1) Entrar sola en una habitaci¨®n silenciosa y oscura con un l¨¢piz en la mano; 2) Escribir en la etiqueta de un frasco de perfume una emoci¨®n que me turbara o de la que me quisiera librar; 3) Buscar en el muro la palabra que m¨¢s se relacionara con dicha emoci¨®n, y 4) Una vez localizada, deb¨ªa lanzar el frasco contra ella con todas las fuerzas y romperlo. Las emociones, como el perfume contenido en las botellas, se evaporar¨ªan. Hice trampa: us¨¦ dos perfumes y escrib¨ª dos emociones y ambas se hicieron a?icos. Quiero pensar que es buena se?al y que dej¨¦ algo de ellas dentro de esa habitaci¨®n de la Stazione Leopolda.
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