Para disfrutar del sexo ocasional necesitas tener sociosexualidad
El sexo sin d¨ªa despu¨¦s es una modalidad no apta para todos los p¨²blicos. Los expertos creen que para saborearlo sin efectos secundarios uno debe pertenecer al grupo de los sociosexuales.
La prueba del algod¨®n que demuestra que no estamos tan sexualmente liberados como creemos es el sexo ocasional. Mientras exista la parejita todo va bien, podemos entender y aceptar casi todo, lanzarnos a explorar los misterios de la carne y hacer el triple salto mortal sin red. El problema empieza cuando hablamos de relaciones con extra?os y sin d¨ªa despu¨¦s. Entonces retrocedemos d¨¦cadas, en las que las diferentes biolog¨ªas de mujeres y hombres marcaban, inexorablemente, sus comportamientos en una tipolog¨ªa f¨¢cilmente predecible. Es muy probable que el sexo ocasional solo sea productivo para los fabricantes de preservativos pero no para una sociedad que busca hijos o v¨ªnculos a los que poder engatusar con una idea de felicidad dominguera, traducible en servicios y productos disponibles para su venta. El sexo ocasional es el outsider de la sexualidad. Los millennials lo saben, aunque sea inconscientemente, y se embarcan en relaciones de pareja, aunque ¨¦stas duren menos que un contrato basura, pero la mayor¨ªa optan por tener novios, no ligues, ni amantes, ni rollos de una noche.
Todav¨ªa abunda la literatura y los estudios que pretenden demostrar que el sexo espor¨¢dico no solo puede traernos una ETS, si no somos precavidos, sino consecuencias psicol¨®gicas indeseadas, especialmente a las mujeres cuya naturaleza no parece haber sido dise?ada para el fuck and go. La psic¨®loga Anne Campbell, de la Universidad de Durham, Reino Unido, realiz¨® un estudio con 1.743 hombres y mujeres que hab¨ªan mantenido sexo espor¨¢dico de una sola noche. Cuando se les pregunt¨® si hab¨ªan disfrutado, el 80% de los varones respondi¨® afirmativamente, pero esta proporci¨®n descend¨ªa al 54% en el caso de las f¨¦minas. Muchas de ellas experimentaron sentimientos de culpa, se sent¨ªan utilizadas, mientras otras expresaban su deseo de que la relaci¨®n fuese m¨¢s all¨¢ de un solo encuentro.
Respecto al tema de alcanzar el orgasmo, todos sabemos que las mujeres estamos en franca desventaja. Seg¨²n una investigaci¨®n llevada a cabo por la soci¨®loga Paula England, de la Universidad de Nueva York, que sigui¨® la vida sexual de 24.000 estudiantes durante un periodo de 5 a?os; las mujeres solo alcanzan el orgasmo en un 40% de sus encuentros espor¨¢dicos, mientras que en los hombres esta proporci¨®n se duplica hasta el 80%. Pero si lo hacen con sus parejas, las f¨¦minas llegan al cl¨ªmax un 75% de las veces.
Cuando parec¨ªa que las mujeres no serv¨ªamos para los encuentros fugaces otro estudio, publicado en 2014 en Social Psychological & Personality Science, esta vez por parte de Zhana Vrangalova, profesora de psicolog¨ªa y experta en sexualidad de la Universidad de Nueva York, llegaba a la conclusi¨®n de que el sexo sin ataduras pod¨ªa ser una buena herramienta para aumentar nuestra satisfacci¨®n, autoestima y reducir los niveles de estr¨¦s, ansiedad y depresi¨®n. El quid de la cuesti¨®n parece ser, seg¨²n esta psic¨®loga, en tener o no tener lo que ella llama ¡°sociosexualidad¡±, una actitud que viene determinada por la motivaci¨®n que uno tenga hacia este tipo de encuentros, sumado a experiencias pasadas. Aquellos con una baja sociosexualidad estar¨¢n, sin embargo, m¨¢s inclinados a las relaciones estables. Vrangalova monitore¨® a 370 estudiantes durante nueve meses sobre sus sentimientos, ideas, nivel de deseo y comportamientos respecto al sexo, especialmente al espor¨¢dico. El 42% de aquellos que manten¨ªa una actitud m¨¢s abierta se definieron como sociosexuales y mostraban una mayor autoestima y menos tendencia a la depresi¨®n que los poco favorables a enredarse en las s¨¢banas con alguien que no fuera su pareja.
Vrangalova cree que todav¨ªa existen muchos fantasmas respecto al sexo casual y que pocos reconocen tenerlo abiertamente, especialmente las mujeres, por temor a ser tachadas como f¨¢ciles o porque esto repercuta en la posibilidad de encontrar pareja estable. Para desestigmatizar al sexo de una sola noche esta experta ha creado la web The Casual Sex Project, en la que personas an¨®nimas cuentan sus experiencias en este terreno, las buenas, malas, feas, hermosas, surrealistas, divertidas o tristes. Como la vida misma.
Revolcones sin efectos secundarios
Cualquier mortal con dos dedos de frente sabe que la seguridad en el sexo entre extra?os es primordial y el preservativo imprescindible e innegociable. No hay que fiarse de las apariencias, los malos, los virus y las enfermedades de trasmisi¨®n sexual no vienen ya en formato desali?ado, sucio y con tatuajes en los b¨ªceps. Se han modernizado y han adoptado todos los looks posibles, incluidos los menos sospechosos. Seg¨²n Ana Y¨¢?ez, psic¨®loga, sex¨®loga y directora del Instituto Cl¨ªnico Extreme?o de Sexolog¨ªa ¨Cen M¨¦rida-, ¡°la mayor parte de la gente utiliza el preservativo en la penetraci¨®n pero todav¨ªa hay una gran n¨²mero de personas que no se lo pone para el sexo oral y esto es indispensable, tanto en hombres como mujeres. Existen unos parches de silicona para el cunnilingus pero, si no se tienen a mano, se puede utilizar un preservativo cort¨¢ndolo por la mitad¡±.
Las consecuencias psicol¨®gicas del sexo sin amor son, para muchos, las peores. El preservativo protege nuestras mucosas pero no nuestra psique. Un art¨ªculo del Psychology Today ahondaba en la resaca an¨ªmica de esta modalidad sexual, apuntando a que no hay demasiados estudios al respecto y que la mayor¨ªa se centran en indagar si el sexo espor¨¢dico provoca o no depresi¨®n y baja autoestima. ¡°Pocos de estos estudios buscan otras posibilidades o causas para una falta de bienestar an¨ªmico¡±, apuntaba el reportaje, ¡°los sujetos pueden estar deprimidos porque han perdido el trabajo, no porque hayan tenido sexo casual y se sienten mal por ello. De hecho, la depresi¨®n o la falta de autoestima es una de las razones por las que muchos se embarcan en este tipo de relaciones, en un esfuerzo por sentirse deseados, aunque solo sea por unos breves instantes. En este caso el sexo casual es el resultado, no la causa¡±.
A?os de historia nos han inculcado que las relaciones al margen de la pareja eran peligrosas, inmorales, jugaban con los sentimientos de las personas y eran insatisfactorias. No es de extra?ar que muchos necesiten algo m¨¢s de tiempo para sacudirse estos fantasmas, que ya no se disfrazan de moral sino de terapeutas psicol¨®gicos que nos tumban en un div¨¢n y nos ametrallan a preguntas existenciales sobre placer, amor, emoci¨®n, deseo, expectativas o frustraci¨®n.
Seg¨²n Ana Y¨¢?ez, ¡°todo depende de la visi¨®n que tengamos de este tipo de relaciones. Generalmente, las personas que se sienten utilizadas a la ma?ana siguiente son aquellas con una moral m¨¢s restringida o las que, en realidad, buscan una pareja estable y no acaban de encontrarla. En este tipo de relaciones siempre se habla de que hay que ser sincero con el otro/a y no darle falsas esperanzas, pero igual de importante es ser honesto con uno mismo y saber en todo momento que es algo pasajero sin, a priori, mayores consecuencias. Si esto est¨¢ claro, hay muchas personas que, incluso, logran desinhibirse m¨¢s que con alguien en el que hayan puesto alguna expectativa. No hay que ser perfecto, ni quedar bien, ni pasar ning¨²n examen y esa falta de presi¨®n les permite disfrutar m¨¢s¡±.
Adem¨¢s, las aventuras de una sola noche no est¨¢n exentas de emociones ni sentimientos. La bondad de los extra?os. ¡°No se puede separar la emoci¨®n el placer¡±, apunta Y¨¢?ez, ¡°el trabajo a realizar en este tipo de contactos es saber diferenciar entre amor y emoci¨®n. En las relaciones sexuales siempre hay afecto, pero ¨¦ste es un estado temporal, pasajero y puntual. El amor lleva m¨¢s tiempo y necesita de m¨¢s cosas para consolidarse. Aunque tambi¨¦n se corre el riesgo de que alguien se enganche a esta sensaci¨®n y no pueda embarcarse en relaciones estables¡±.
Por ¨²ltimo, en el fragor de la batalla hay que evitar ser inmortalizado/a en las redes sociales o caer en la tentaci¨®n de mandar fotos al desconocido/a el d¨ªa despu¨¦s, ya que no sabemos donde pueden acabar. Tampoco es obligatorio cont¨¢rselo a los amigos en la barra del bar junto a un sol y sombra. Todos tenemos un jard¨ªn secreto. A veces, al carecer de otro p¨²blico, ¨¦ste es el ¨²nico del que disponemos.
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