Neuro moda, la est¨¦tica del cerebro
?En qu¨¦ parte de la mente se genera el gusto por un estilo determinado? La ciencia establece que el disfrute de la belleza es una evoluci¨®n cultural e intelectual del hombre.
El cerebro est¨¢ de moda. Lo que se lleva es sumar el prefijo ?neuro? a cualquier disciplina. Hemos o¨ªdo hablar de neuroeconom¨ªa, neuromarketing, neurorreligi¨®n e, incluso, neuromoda. Son solo juegos de palabras, porque todo, siempre, parte de nuestro cerebro. La neurociencia estudia c¨®mo funciona y c¨®mo se produce nuestro comportamiento.
Aplicado a la moda nos habla de una elecci¨®n que se realiza bajo unos criterios que muchas veces pasan inadvertidos. De modo que quien estudia el cerebro estudia sin duda qu¨¦ es y c¨®mo reaccionamos ante la moda. ?La percepci¨®n est¨¦tica es una cualidad humana. Una de las pocas cosas que nos distingue de los animales. Nuestra neocorteza ha creado la capacidad de percibir la belleza?, explica Javier de Felipe, neurobi¨®logo del Instituto Cajal del CSIC y de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. ?Tenemos un componente gen¨¦tico hacia lo bello, pero lo curioso es que las habilidades art¨ªsticas, y por tanto la moda, surgen a trav¨¦s del aprendizaje y del entorno cultural. Nuestro cerebro tiene unos 200.000 a?os de antig¨¹edad como cerebro de homo sapiens y, sin embargo, las primeras muestras de arte son relativamente recientes, como mucho, de hace 40.000 a?os?, concluye. Este es el origen de la moda. Cuando buscaron diferenciarse mediante adornos o pinturas.
No necesitamos la belleza para sobrevivir. Eso es lo m¨¢s curioso. Surge como un producto de la evoluci¨®n cultural del cerebro. ?Todo a nuestro alrededor son formas y colores que buscamos y que nos agradan. As¨ª que la moda nace como necesidad de satisfacer un placer intelectual. La neocorteza no es ¨²nica del ser humano, sino de todos los mam¨ªferos. Pero la percepci¨®n est¨¦tica y de abstracci¨®n es solo del hombre y por eso las preguntas: ?Qu¨¦ nos hace ser humanos? ?Qu¨¦ circuitos buscan ese placer??, a?ade De Felipe. Cada parte de informaci¨®n que llega al cerebro es un cambio permanente. El n¨²mero de neuronas siempre es el mismo. Se nace con una cantidad determinada, pero las conexiones entre estas neuronas cambian constantemente. ?Cuanto m¨¢s leas, estudies y actives la mente, m¨¢s redes neuronales creas, m¨¢s inter¨¦s vas a tener. La cultura llama a la cultura. Alguien de poca cultura vivir¨¢ tal vez m¨¢s feliz en su simplicidad, pero tendr¨¢ otros intereses y la moda ser¨¢ secundaria, no encontrar¨¢ ni buscar¨¢ esa satisfacci¨®n en ella?, afirma el neur¨®logo Antonio Mart¨ªn Araguz, del Hospital Central de la Defensa G¨®mez Ulla y autor del libro Neuroest¨¦tica (Ed. Saned). El cerebro, desde el punto de vista de las emociones, se sit¨²a en la am¨ªgdala cerebral y en el sistema l¨ªmbico. Esto est¨¢ conectado con la corteza frontal, que es la parte racional, pero el cerebro act¨²a en conjunto. ?Los est¨ªmulos pasan antes por el sistema emocional. As¨ª que, cuando vemos algo, ya viene impregnado por el componente sensitivo. Por eso no te compras el coche m¨¢s barato, sino el que vaya a dar m¨¢s envidia al vecino?, concluye Mart¨ªn Araguz.
La elecci¨®n la hacemos consciente. La decisi¨®n se toma por par¨¢metros emocionales y racionales, pero nos movemos m¨¢s por impulsos y emoci¨®n. Porque si no todos ser¨ªamos pr¨¢cticos y vestir¨ªamos igual. ?Est¨¢ demostrado que si tenemos que elegir entre dos trajes id¨¦nticos, pero uno es de marca y otro no, en la cultura occidental, la mayor¨ªa escoger¨¢ el de firma porque implica prestigio y diferencia social?, a?ade el doctor Mart¨ªn Araguz. ?La moda es una tarjeta de visita, otra manera de comunicarnos, y la comunicaci¨®n, al igual que la percepci¨®n de la belleza, nos distingue de los animales. Con la moda tambi¨¦n transmites tu hueco en el ecosistema?. Elegir una prenda de marca se puede comparar a los estudios realizados sobre la preferencia entre un cuadro u otro. La elecci¨®n depender¨¢ en gran parte de la informaci¨®n que se tenga sobre ellos. Si se sabe que lo ha pintado Vel¨¢zquez, gustar¨¢ m¨¢s que si lo ha pintado un an¨®nimo.
?En una conducta general de la especie, la moda ser¨ªa llamar la atenci¨®n, pero luego se convierte en negocio?, aclara Jos¨¦ Mar¨ªa Delgado, neur¨®logo y director de Neurociencias de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. ?Uno, se supone, es libre de elegir. Pero curiosamente todos escogen el traje del color que se lleva esa temporada. Est¨¢n mediatizados por la informaci¨®n que viene de fuera. Si estuvi¨¦semos en una isla desierta, no optar¨ªamos por ese color. La cultura, por tanto, influye en la elecci¨®n?. As¨ª que intervienen tantas cosas que tendr¨ªamos que hablar del dise?o funcional del individuo respecto a la moda. Un conjunto de muchas variables que dan la sensaci¨®n de un comportamiento voluntario y sencillo pero que en realidad no lo es.
Ni siquiera es voluntaria la manera en la que el cerebro entiende la belleza. ?Hay dos tipos: la objetiva, que gusta a todos y en todas las ¨¦pocas, y la subjetiva, que depende de factores como la psicolog¨ªa, el sexo, la cultura o la educaci¨®n?, explica Teresa Moreno, neuro-oftalm¨®loga del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Por eso la moda var¨ªa seg¨²n las culturas. De hecho, es un componente cultural el que convierte el negro en el color del luto. Es una norma social. Pero en otras culturas lo que nosotros relacionamos con pena o duelo significar¨¢ algo completamente distinto. Por tanto, el color transmite sentimientos por aprendizaje cultural. Igual que otras formas de adornar o modificar el cuerpo. En muchas tribus africanas la escarificaci¨®n (las marcas tribales en la piel) simboliza un paso a la madurez o un s¨ªmbolo de estatus y belleza, y sin embargo en nuestra cultura muchos lo ven como una mutilaci¨®n. ?Existe una belleza objetiva que responde a unos par¨¢metros codificados en nuestros genes. En el arte se ha visto que lo que gusta a todo el mundo sigue unos patrones matem¨¢ticos. Como la proporci¨®n ¨¢urea o los fractales?, afirma Moreno. ?A qui¨¦n no le gusta el canon del arte griego o la perfecci¨®n de obras del renacentista Miguel ?ngel? Claro que esa perfecci¨®n es, en realidad, una percepci¨®n del cerebro, y a este tambi¨¦n se le puede enga?ar. ?Se han hecho varios estudios que concluyen que decidimos si algo es bello o no, no solo por el objeto en s¨ª, sino tambi¨¦n por el entorno. Si ves un retrete en el MoMA piensas que es bonito y en tu casa no te lo parece?, asegura.
La vista en el ser humano predomina sobre los dem¨¢s sentidos. Nuestra capacidad de supervivencia depende de ella. Por eso somos los ¨²nicos que andamos erguidos. Busc¨¢bamos tener mayor campo visual cuando nuestra especie baj¨® de los ¨¢rboles para explotar la vida en la sabana. ?Se hizo un experimento con universitarios en el que se vistieron a las mismas chicas de rojo y luego de otros colores para observar la reacci¨®n de los chicos. Concluyeron que vestidas de rojo eran sexualmente mucho m¨¢s atractivas para los hombres aun siendo las mismas mujeres. Eso es un dato objetivo. Lo que habr¨ªa que buscar es si tiene que ver con fines reproductivos?, explica la experta. El cerebro humano busca patrones que permitan la supervivencia.
Cuando hay escasez, la gente no se preocupa de ir a la ¨²ltima, sino de perpetuar la especie. Esta visi¨®n la comparte el doctor Mart¨ªn Araguz: ?El sexo es un impulso primitivo primario de supervivencia. Lo podemos disfrazar como queramos, pero la publicidad, al final, siempre tiende a los principios primitivos como comida, bebida o sexo. Tambi¨¦n en la moda. Cuando hay problemas, pasa a segundo plano. Desde un punto de vista evolucionista la mujer trata de excitar al sexo opuesto para elegir al macho adecuado para procrear. Es una necesidad evolutiva y, sin darnos cuenta, la moda puede ayudar?. Curioso, ya que en el entorno sexual de otras especies es el macho el que busca la exhibici¨®n para atraer a la hembra. Tambi¨¦n es diferente lo que ve un hombre y lo que ve una mujer y c¨®mo lo interpretan. ?Cuando observan una cosa y se les pregunta si es bello o no, al hacerles pruebas con resonancia magn¨¦tica funcional se observa qu¨¦ zona del cerebro se enciende, y es diferente en hombres y en mujeres. Lo que no se sabe a¨²n es en qu¨¦ influye esto a la hora de la verdad?, afirma la doctora Teresa Moreno. La capacidad art¨ªstica se puede entrenar, pero tiene un componente innato. Uno puede aprender a escribir, pero la habilidad de fabular bien es de unos pocos. ?Un Einstein que nace en la selva no llegar¨¢ a nada. Pero, en el mejor de los entornos, alguien sin capacidad tampoco llegar¨¢ a ning¨²n lado?, a?ade el doctor Jos¨¦ Mar¨ªa Delgado.
?Hay zonas del cerebro que se dedican al arte. En algunas personas est¨¢n m¨¢s desarrolladas que en otras. Se han visto enfermedades que da?an el cerebro y desaparece la funci¨®n art¨ªstica. Y otros casos, m¨¢s raros, en los que una lesi¨®n cerebral estimula la zona y se crean artistas donde no los hab¨ªa?, a?ade la neur¨®loga Teresa Moreno. Tan complejo como el cerebro es entender la elecci¨®n. Se mezclan la percepci¨®n est¨¦tica, el aprendizaje cultural, el entorno, el componente jer¨¢rquico, el sexo, lo social¡ una mara?a de patrones que buscan la supervivencia. ?Somos cerebro y en cambio es lo que menos se conoce. Nos vamos dando cuenta de que somos felices o nos deprimimos por nuestro cerebro. Nos enamoramos por nuestro cerebro. Y la mente es producto del cerebro. Por eso hay que saber qu¨¦ me hace ser humano. El dise?o del circuito que me hace ser distinto?, concluye Javier de Felipe. Algunos privilegiados encuentran las claves. Como el dise?ador que innova y, manejando toda la informaci¨®n, busca el hueco emocional que se necesita en cada momento, el que nos hace sentirnos diferentes y nos da placer. Porque la belleza no ser¨¢ necesaria para vivir, pero una vez que se descubre, no se puede estar sin ella.
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