Adi¨®s a la cerveza y al calimocho: los ¡®millennials¡¯ se dan al vino en lata
M¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de que los Coppola sacasen al mercado el espumoso Sofia en este envase, los j¨®venes de EEUU s¨®lo le ven ventajas: a diferencia del vidrio no se rompe y es m¨¢s f¨¢cil de llevar a festivales de verano y a la playa.
Un a?o despu¨¦s de Lost in Translation, el siguiente estreno de Sofia Coppola fue una lata. Literalmente: Francis Ford Coppola Winery, las bodegas de la familia, lanzaba en 2004 Sofia Mini Blanc, un vino blanco espumoso y afrutado, y lo distribu¨ªa en estilosas latas de color rosa. La iniciativa pas¨® entonces sin pena ni gloria, pero m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s los millenials han dado a los Coppola la raz¨®n. Al menos en Estados Unidos, donde las ventas de vino enlatado ascendieron a 14,5 millones de d¨®lares en 2016, frente a los 6,4 millones del a?o anterior. V¨ªctimas de la precarizaci¨®n de todo, los millenials se han dado al vino. Tras descubrir que, sin cristal de por medio, es m¨¢s f¨¢cil llevarlo a festivales de verano, picnics y a la playa. La portabilidad es una de las principales bazas del vino en lata, defiende la Union Wine Company, cuya marca Underwood es una de las principales del sector.
Luchar contra el esnobismo que rodea a este mundo se ha convertido en el eslogan de la empresa, que en 2013 apost¨® por este envase para presentar sus pinots en el festival de comida y bebida Feast Portland. Para mayor provocaci¨®n, los serv¨ªa en una furgoneta Citro?n H y puso en marcha la campa?a Pinkies Down. Vendr¨ªa a significar ¡°baja el me?ique¡± y s¨¦ t¨² mismo, aunque ¨¦sta sea una postura m¨¢s t¨ªpica para sostener tazas de t¨¦. La buena acogida de aquel fin de semana, tambi¨¦n medi¨¢tica, les llev¨® a pasar de una edici¨®n de latas limitada para el evento a comercializar Underwood. La marca insiste en su mensaje con un v¨ªdeo promocional basado en la idea de que ¡°el vino no tiene que ser as¨ª de duro¡±. En ¨¦l parodian a supuestos entendidos en la materia con tres personajes ¨Cun pijo, un sumiller a la vieja usanza y un moderno¨C que dicen vaguedades tipo ¡°los taninos son masticables, el aroma es sexy¡± o ¡°mi nariz disfruta de algunas fuertes notas de Axl Rose¡±.
Seg¨²n defienden los fabricantes de Underwood, la lata no s¨®lo libera al vino de consumirse en ¡°espacios confinados¡± al poder prescindir de artilugios como el abrebotellas o el decantador. El aluminio tampoco afecta a su calidad, ya que lleva un revestimiento interior. ¡°Nadie se lo pregunta con las cervezas o los refrescos¡±, argumentan en su web. El vino envejece del mismo modo que en las botellas tradicionales, sostienen, y ¡°en realidad dura m¨¢s¡± al estar aislado de la luz y el aire. Ferran Centelles, sumiller de El Bulli durante once a?os y autor del libro ?Qu¨¦ vino con este pato? (Planeta Gastro), difiere. ¡°No es tan inocuo como el vidrio: seguramente sea un envase id¨®neo para vinos j¨®venes, pero creo que el vino envejecer¨¢ m¨¢s r¨¢pidamente¡±, explica a Smoda: ¡°El mayor valor del vino es poderlo guardar y eso con las latas no tiene las mismas garant¨ªas¡±. Dentro de la practicidad que ofrece la lata y ha seducido a los millenials ¨CCentelles tambi¨¦n lo es, ya que naci¨® en 1981¨C le preocupa que la copa deje de ser necesaria. A su juicio, es ¡°el pilar de la experiencia¡±.
Aunque el vino enlatado tope con una tradici¨®n milenaria, los productores se muestran receptivos porque el nuevo envase les abre territorios antes reservados para bebidas en principio m¨¢s informales como la cerveza. Es el caso de Mancan, que ha fijado su target en hombres con ganas de echar un trago ¡°despu¨¦s de un largo d¨ªa en la oficina¡± o en su ¡°noche libre¡±, viendo por ejemplo un partido de b¨¦isbol. Cada lata de este vino californiano tiene una capacidad de 375 mililitros, el equivalente a media botella de vino. Es lo usual y tambi¨¦n supone una ventaja, en pa¨ªses donde las bebidas alcoh¨®licas no se conciben tanto para regar las sobremesas como para el consumo individual o como mucho con alg¨²n amigo.
Queda por ver si esta tendencia cruza el Atl¨¢ntico y sobre todo si se asentar¨¢ en pa¨ªses donde el vino forma parte de la cultura popular, como Italia y Espa?a. En la mism¨ªsima Francia, empresas como Winestar se han aventurado a comercializar vinos con denominaci¨®n de origen, como Burdeos o Borgo?a, con este formato. Un pack de seis de Ch?teau de l¡¯Ille cuesta 16 euros, por ejemplo. En Espa?a se comercializan vinos en lata desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, pero por ahora su consumo no acaba de despegar. ¡°Tengo mis reservas, somos un mercado tradicional¡±, opina el sumiller Ferran Centelles. Quiz¨¢s a bordo de la lata el vino conquiste nuevos mercados como el norteamericano. Del mismo modo que sucedi¨® con el caf¨¦ en Jap¨®n, cuya sociedad era tradicionalmente consumidora de t¨¦ verde hasta que en 1969 comenzaron a extenderse las m¨¢quinas expendedoras y el caf¨¦ enlatado.
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