Annie Ernaux: ?En la medida en que somos el sexo dominado, no veo c¨®mo podr¨ªamos no ser feministas?
Es una de las grandes autoras francesas. Nos recibe en su casa para hablar de su aborto, de la relaci¨®n con su madre y de c¨®mo su activismo es su gran obra.
Que Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) reciba en su casa, un personal¨ªsimo remanso de calma y libros en Cergy, a 40 kil¨®metros de Par¨ªs, no es extra?o. Su obra, que la ha convertido en una referencia en feminismo y en conciencia de clase para varias generaciones, es una cuidada combinaci¨®n de experiencias extremadamente personales ¨Ccomo el aborto al que se someti¨® en 1964, una d¨¦cada antes de que fuera legalizado en Francia y que relata en el recientemente reeditado en espa?ol El acontecimiento (Tusquets)¨C con una reflexi¨®n sobre la realidad social de cada momento. Todo en un estilo sobrio, casi desapegado, como si no fuera ella misma la protagonista, que hace su prosa inconfundible. Y siempre desde la mirada cr¨ªtica de una mujer combativa que lo cuestiona todo, empezando por ella misma. ?No me veo escribiendo algo puramente personal, ¨ªntimo, ya que somos lo que somos en el mundo, en un cierto mundo y en una determinada ¨¦poca. Hay un contexto hist¨®rico y un contexto social del mundo al que pertenecemos socialmente que es muy importante?, afirma la autora.
Esa curiosidad y combatividad no han desaparecido con el tiempo. Sigue escribiendo y luchando por lo que cree, publicando regularmente en la prensa tribunas sobre sus grandes pasiones, la pol¨ªtica y el feminismo. Y recibiendo reconocimientos, como el Premio Formentor de las Letras, que se le concedi¨® en 2019 en homenaje a toda su trayectoria. A punto de cumplir 80 a?os, ronda la edad en que falleci¨® su madre, aquejada de Alzheimer a mediados de los ochenta, otra experiencia a la vez personal, pero tambi¨¦n analizada desde una perspectiva social ¨C?sent¨ª la necesidad de explicar qu¨¦ era esa enfermedad en una ¨¦poca en la que no se hablaba de ello?, cuenta con el gesto a¨²n triste d¨¦cadas m¨¢s tarde¨C en Una mujer, el libro que publicar¨¢ en mayo en espa?ol la editorial Cabaret Voltaire. Una obra que le permiti¨® reflexionar al mismo tiempo sobre la complicada relaci¨®n con su madre, una mujer tan parecida y tan diferente a la vez a ella misma, que se tuvo que poner a trabajar cuando a¨²n era casi una ni?a, pero que hizo todo lo posible para que su hija continuara sus estudios, lograra sus sue?os y ?medrara? socialmente.
Pese a su ¨¦xito social y profesional ¨Cel a?o pasado fue tambi¨¦n finalista del Premio Booker¨C, Ernaux sigue profesando una fuerte conciencia de clase que hace que se sienta m¨¢s cerca de ?los invisibles?, como llama a esas clases populares hoy personificadas en los chalecos amarillos que ha defendido vigorosamente en la prensa o en los trabajadores que protestan desde diciembre contra la reforma de las pensiones ¨C?ahora estoy abiertamente con los huelguistas?, proclama¨C, que con la ?¨¦lite? que dice ver encarnada en el presidente Emmanuel Macron, al que acusa de haber ?reactivado? la brecha social en Francia. ?S¨¦ lo que representa pertenecer a esa clase (popular), los l¨ªmites que se ponen a la gente que no tiene los medios econ¨®micos ni culturales. Mi madre ten¨ªa la esperanza de que a m¨ª me fuera mejor que a ella y as¨ª sucedi¨®. Pero ahora esas esperanzas est¨¢n mucho m¨¢s limitadas?, lamenta.
En el fondo est¨¢ ese sentimiento de no pertenecer ni a uno ni a otro mundo del todo. ?Siempre he sido una intrusa en el mundo dominante?, reconoce tanto con orgullo como con una cierta resignaci¨®n. ?Y mi madre pertenece al mundo que abandon¨¦ (¡), era el ¨²ltimo v¨ªnculo con ese mundo que fue el m¨ªo, el mundo popular que hab¨ªa dejado?, explica la autora que en tantas obras ha analizado esa sensaci¨®n de ?tr¨¢nsfuga? entre clases sociales que probablemente nunca digerir¨¢ por completo. ?Sigo estando entre dos mundos. Porque conozco los c¨®digos del ¡®dominante¡¯, pero durante 20 a?os solo conoc¨ª el otro, el de mis padres, un mundo muy pobre?. Ese lugar con el que nunca ha logrado o querido romper del todo lo encarnaba, para la Ernaux ni?a, el caf¨¦ que regentaban sus padres en la peque?a localidad normanda de Yvetot, donde pas¨® su infancia y adolescencia, hasta que se march¨®, para no volver jam¨¢s, cuando se fue a estudiar a la universidad de Rouen y luego a la de Burdeos. No obstante, el caf¨¦ ha sido un elemento constante en su obra ¨C?se ha convertido en un lugar literario m¨ªtico, no exactamente como el Combray de Proust, pero tampoco muy lejos?, dec¨ªa el a?o pasado Emmanuel Carr¨¨re, uno de los abiertos admiradores del particular estilo de Ernaux, a El Pa¨ªs¨C y fue tambi¨¦n la semilla de ese feminismo del que ha hecho gala toda su vida.
?Ver c¨®mo se comportaban los hombres en el caf¨¦¡ no era una bella imagen de lo masculino. En mi juventud hab¨ªa un machismo fabuloso?, se r¨ªe Ernaux d¨¦cadas m¨¢s tarde. A partir de ah¨ª, nunca ha dejado de desarrollar ¨Cy explicar¨C su conciencia feminista, apuntalada con su traum¨¢tica experiencia del aborto cuando era estudiante o incluso una vez casada, cuando no pod¨ªa dejar de preguntarse ?por qu¨¦ soy yo la que tiene que cocinar o la que lleva a los ni?os al pediatra, porque mi marido jam¨¢s los llev¨®, jam¨¢s?. Y es que si algo tiene claro Annie Ernaux es que ?no se puede dejar de ser feminista?. Sostiene que no hay duda. ?Siempre me ha sorprendido que me pregunten si soy feminista. Yo respondo que no entiendo que se sea mujer y no ser feminista. En la medida en que somos el sexo dominado, no veo c¨®mo podr¨ªamos no ser feministas?.
Por ello, Ernaux ha sentido una emoci¨®n especial con el surgimiento del movimiento #MeToo y las multitudinarias protestas de los ¨²ltimos a?os a favor del aborto o en contra de la violencia machista en todo el mundo, aunque subraya que no le sorprende, porque la actual es una generaci¨®n de chicas j¨®venes que, cuenta, empez¨® a notar ya en los principios de la d¨¦cada del 2000, ?no dejaban que les pisaran y cuestionaban comportamientos? machistas, hasta gestos simples como que se esperara que la cuenta del restaurante la pague el hombre. ?Me pareci¨® prometedor y voil¨¤, luego lleg¨® el #MeToo, esa generaci¨®n que explot¨® frente a ese poder hegem¨®nico que se encuentra en todas partes. No hay m¨¢s que ver el caso Matzneff?, dice en referencia al esc¨¢ndalo de pederastia que ha sacudido este invierno el mundo literario e intelectual franc¨¦s por el libro de la escritora Vanessa Springora El consentimiento, en el que relata su relaci¨®n en Par¨ªs a mediados de los ochenta, cuando ten¨ªa 14 a?os, con el escritor Gabriel Matzneff, de 50, sin que nadie del c¨ªrculo intelectual ni familiar ¨Cni las instituciones¨C lo impidiera.
?Vivo el #MeToo con gusto, me dije: ¡®Vaya, est¨¢n pasando cosas cuando cre¨ªa que ya no iban a pasar¡¯, sobre todo tras los a?os ochenta y noventa, cuando hubo un reflujo del feminismo incre¨ªble?, celebra. Reci¨¦n cumplidos los 45 a?os de la entrada en vigor de la Ley Veil, que legaliz¨® el aborto en Francia, Ernaux considera que hay avances que, pese al aumento en algunos pa¨ªses del discurso ultraconservador, no dar¨¢n marcha atr¨¢s de forma generalizada. Lo que no quita, advierte, que no haya que bajar jam¨¢s la guardia. ?Siempre hay que prestar mucha atenci¨®n a todo lo relacionado con los derechos de la mujer. Ojal¨¢ me equivocara, pero tengo esa sensaci¨®n de que est¨¢n siempre bajo vigilancia de la sociedad y siempre se puede limitar nuestra libertad, sobre todo en lo que concierne a la reproducci¨®n, porque es un poder inmenso de las mujeres el poder tener hijos. Y ese derecho que tenemos de negarnos a tenerlos a algunos les resulta insoportable?.
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