Hacer ojitos como una forma de sexo: la nueva temporada de Los Bridgerton o el orgasmo que se hace esperar
Pocas series actuales han sabido utilizar el erotismo de una forma tan jubilosa y desinhibida, siendo sus guionistas absolutamente conscientes de los ingredientes que se manejan para provocar en el espectador una pulsi¨®n adictiva.
Los encuentros sexuales en Los Bridgerton se han convertido casi en un estilema. Pocas series actuales han sabido utilizar el erotismo de una forma tan jubilosa y desinhibida, siendo sus guionistas absolutamente conscientes de los ingredientes que se manejan para provocar en el espectador una pulsi¨®n adictiva. La primera temporada se convirti¨® en ese sentido en un cat¨¢logo de memorables encuentros de alcoba en los que la c¨¢mara se recreaba sin reparo, principalmente para mostrar el cuerpo de los galanes protagonistas y reivindicar el gozo f¨ªsico y sensorial. Ya desde el primer cap¨ªtulo se dejaba clara esa intenci¨®n para subrayar que, m¨¢s all¨¢ de los bailes y las pompas de la alta sociedad, la cama se convert¨ªa en el lugar donde quitarse las caretas y desatar las pulsiones. En plenas navidades de pandemia, qu¨¦ mejor que un poco de esp¨ªritu picante para darle vidilla a nuestro estancamiento y hast¨ªo tras el encierro. Necesit¨¢bamos romance, carne y un poco de cancaneo y Los Bridgerton se encargaron de d¨¢rnoslo con much¨ªsima generosidad.
As¨ª, Ren¨¦-Jean Page se convirti¨® en el mito er¨®tico de la temporada. Su duque de Hastings era pura l¨ªbido y todav¨ªa recordamos ese grito de sorpresa de Daphne en su noche de bodas cuando Simon se desnudaba frente a ella antes de perder la virginidad, todo plasmado para recrearse sin pudor, claro que s¨ª.
Por eso, a muchos les ha sorprendido la falta de sexo en esta segunda temporada que sigue principalmente el romance entre Lord Anthony Bridgerton (Jonathan Bailey) y Kate Sharma (Simone Ashley), imposible en principio, como siempre, y que cuenta con una particularidad, que su estructura narrativa y el mecanismo que la sustenta se asemeje m¨¢s al de un follet¨ªn de suspense er¨®tico, optando por una tensi¨®n sexual no resuelta que se estira hasta el infinito hasta que uno no puede aguantar m¨¢s el calent¨®n. Miradas, roces, una mano en el pecho, respiraciones alteradas, sensaciones olfativas, acercamientos, distanciamientos, noches sin dormir. En definitiva, un suplicio. La serie consegu¨ªa generar en el espectador la misma desesperaci¨®n que sent¨ªan los protagonistas y en muchos casos hac¨ªa que estos se dejasen llevar por un acto indigno: hacer flashfoward para ver en qu¨¦ se resolv¨ªa todo eso. Necesitaba llegar al sexo.
?Son las escenas de cama que m¨¢s se hacen esperar las m¨¢s satisfactorias? ?Es necesario llegar al final para contentar a la audiencia? Depende. En Luz de Luna, cuando por fin se acostaban Cybill Sepherd y Bruce Willis, la gracia se perd¨ªa, porque precisamente la relaci¨®n de la pareja en cuesti¨®n se hab¨ªa basado en el tonteo infinito. En mismo esquema se ha copiado en innumerables t¨ªtulos que nos llevan desde la serie Bones a Expediente X. En ocasiones, si se marea demasiado la perdiz, como ocurri¨® con Mulder y Scully, la tensi¨®n se convierte en agotamiento. El germen de todos estos romances que penden de un hilo que se acorta y se alarga se encuentra en el seno de la literatura rom¨¢ntica y Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, los protagonistas de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, podr¨ªan ser perfectamente sus embajadores. Cada ¨¦poca ha tenido sus iconos al respecto, de Scarlett O¡¯Hara y Rhett Butler en Lo que el viento se llev¨® hasta Babi y H. en 3 metros sobre el cielo, pasando por Sor Mar¨ªa y el Capit¨¢n Georg von Trapp de Sonrisas y l¨¢grimas o por los protagonistas de Deseando amar y sus roces infinitos a c¨¢mara lenta en los callejones mal iluminados de Hong Kong.?
En un mundo en el que queremos alcanzar nuestros objetivos lo m¨¢s r¨¢pido posible, parece impensable que nos pongan a prueba con la espera. ?No nos podemos ya conformar con la qu¨ªmica, con el flirteo, tanto en la vida como en la ficci¨®n? ?Por qu¨¦ esa ansia en que todo se materialice de la manera m¨¢s obvia?
El responsable de esta nueva temporada, de nuevo Chris Van Dusen, era consciente de ese cambio. Quer¨ªa diferenciar la relaci¨®n entre Daphne y Simon de la de Anthony y Kate, para que, en este caso, hacer ojillos se convirtiera casi en una forma de fornicio. El mecanismo parece claro, la cocci¨®n a fuego lento del deseo, que lleva consigo la irremediable frustraci¨®n para que los espectadores, al igual que los personajes, sufran en ese ¨ªnterin. ¡°La paciencia es una virtud¡±, ha declarado. ¡°A veces esperar es m¨¢s sexy y emocionante que llegar temprano¡±. Para ¨¦l, cada escena sexual deb¨ªa tener un prop¨®sito narrativo, porque no se trataba de cantidad, sino de calidad. Y, efectivamente, en su cabeza, sus modelos de referencia eran de nuevo Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy.
He tenido estos d¨ªas muchas charlas sobre Los Bridgerton, la mayor parte de ellas con mi amigo Javier Giner (autor del libro Yo, adicto entre otras muchas cosas). No s¨¦ todav¨ªa muy bien por qu¨¦ esta serie invita al consumo acelerado y obsesivo, pero una de las razones en esta temporada es sin duda llegar, literalmente, al orgasmo final. Para Giner el gran polvo de Los Bridgerton es el de esta temporada. Que se haga esperar, es mejor.
Sin desvelar nada, a ¨¦l le impresiona mucho que sea al aire libre, lo que confirma el jugueteo irreal de la serie, su esp¨ªritu de celebraci¨®n del sexo, en este caso prohibido y poco decoroso para la ¨¦poca. Pero tiene todo el sentido, por una parte, porque conecta con el primer encuentro er¨®tico entre sus predecesores, Daphne y Simon, y por otra, porque las aproximaciones de mayor nivel de voltaje entre Kate y Anthony se producen a cielo descubierto, desde su primer encuentro a caballo, su presentaci¨®n en el baile detr¨¢s de un arbusto, pasando por el incidente de la abeja y la escena de caza. Su h¨¢bitat de pasi¨®n no pod¨ªa ser otro, aunque lo interesante de la escena en cuesti¨®n, adem¨¢s de la coreograf¨ªa loqu¨ªsima de los cuerpos a ritmo de How Deep is Your Love, es no solo que est¨¦ contada desde el punto de vista de la mujer, sino que se centre en su placer y que el orgasmo llegue a trav¨¦s del cunnilingus.
Que no haya m¨¢s desnudos esta temporada no significa que la serie se haya convertido en puritana o mojigata. En ella, la pulsi¨®n sexual es constante, el deseo se encuentra elevado a su m¨¢xima esencia, es casi su ¨²nica raz¨®n de ser. Nos pone a prueba y nos recuerda que no todo tiene que ser obvio y expl¨ªcito para aumentar en much¨ªsimos grados la temperatura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.