El chup chup del hoy
?Cualquier tiempo pasado fue mejor? ?Eso o quiz¨¢ activamos el mecanismo de memoria selectiva cuando se trata de imaginar una realidad mejor? El universo alimentario es uno de los territorios que con m¨¢s frecuencia apela a este discurso matizado de desd¨¦n hacia el ahora. Antes se com¨ªa bien. Antes se cocinaba. Antes no hab¨ªa obesidad, ni intolerancias, ni alergias, ni precocinados. Antes no ten¨ªamos estos problemas de salud. Antes sab¨ªamos lo que era la mantequilla de verdad. Y los tomates. Antes¡
Antes de nada, habr¨ªa que hacer un an¨¢lisis de estas afirmaciones. En t¨¦rminos de salubridad, no es real que en alg¨²n otro momento de la historia se haya comido mejor que en la actualidad. En t¨¦rminos de variedad y riqueza nutricional, tampoco: tenemos a nuestra disposici¨®n el rango m¨¢s amplio de la historia en lo que a variedad alimentaria se refiere. Aunque hay que reconocer que comemos de todo, aunque no de mejor calidad. La industria lleg¨® para hacer m¨¢s (m¨¢s volumen, m¨¢s asequible, m¨¢s bonito, m¨¢s fecha de consumo), pero no necesariamente mejor.
En los h¨¢bitos del comer, no hay duda de que la balanza se inclina a favor de las f¨®rmulas avaladas por generaciones pasadas. Es el lastre de nuestros d¨ªas: comemos mal porque la inmediatez se ha erigido como un valor. Nos hemos convencido de que comer (bien, no un s¨¢ndwich) no es tan importante como acabar ese proyecto que deber¨ªa de estar entregado antes de las 17.00 horas. Que la sobremesa est¨¢ tan sobrevalorada como su propio nombre indica y ?qu¨¦ es eso de reposar la comida? Tambi¨¦n hemos decidido que pasar tres horas delante de una cazuela es una p¨¦rdida de tiempo que no estamos dispuestos a sacrificar. Antes, preferimos pasarnos las tres horas respondiendo emails, y as¨ª encajar en la imagen de eficiencia del siglo XXI. ?C¨®mo es posible? ?Hemos errado eligiendo el camino que nos permita avanzar como sociedad?
Tendr¨ªamos que analizar qu¨¦ circunstancias nos han tra¨ªdo hasta aqu¨ª. La lucha por los derechos de las mujeres es una de las causas por las cuales los h¨¢bitos alimentarios son los que son. Cuando la dedicaci¨®n absoluta de la mujer a la casa pas¨® de ser una obligaci¨®n a una decisi¨®n, el hombre no necesariamente tom¨® el relevo. Eso de ¡°Ve t¨² a trabajar, que ya cocino yo¡± nunca sucedi¨®. Falsa alarma. Ante la necesidad de cubrir la desaparici¨®n (al menos, a tiempo completo) de la mujer en la cocina, empezaron a aparecer las alternativas alimentarias que conocemos: desde los precocinados hasta el delivery, todas las opciones responden al mismo esquema: alimentarse r¨¢pido y sin pasar por la cocina. Porque antes hab¨ªa alguien que se ocupaba de resolver eso, pero hoy ese alguien sale cada vez m¨¢s tarde de la oficina.
Es justo analizar las razones por las cuales hacemos lo que hacemos, y de la manera en que lo hacemos. Sin duda, ser la sociedad m¨¢s autoconsciente de la Tierra nos permite entender por qu¨¦ estamos donde estamos, y esa informaci¨®n nos viene bien para crear un futuro que se ajuste y equilibre. Hacernos cargo de lo que no nos gusta de hoy, convertirlo en fuerza de cambio para el ma?ana. Soy mujer, soy trabajadora, estoy casada, quiz¨¢ ma?ana mi familia crezca. Tengo mi propia empresa, viajo, tomo decisiones, hablo por m¨ª. S¨¦ que podr¨ªa perfilar mis h¨¢bitos de consumo, y que mi dieta podr¨ªa ser m¨¢s equilibrada. Que podr¨ªa pedir menos Glovos para cenar y dedicar m¨¢s tiempo a cocinar. Pero tambi¨¦n s¨¦ que mi hoy es infinitamente m¨¢s brillante, en casi todos los sentidos, que el ayer de mis antepasadas. Y que para que yo pueda estar pensando hoy en que deber¨ªa de intentar comer mejor, ellas han trabajado sin descanso ayer. As¨ª que, s¨ª: hoy es mejor. Y ma?ana tambi¨¦n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.