El ciclo de la vida, el ciclo del cine
¡®Alcarr¨¤s¡¯ naci¨® del temor de Carla Sim¨®n a que los ¨¢rboles que cuidaba su abuelo desaparecieran. Ese temor es el de todos.
Cuando la directora Carla Sim¨®n se llev¨® el Oso de Oro del Festival de Berl¨ªn por Alcarr¨¤s el pasado febrero habl¨® de cultivar la tierra como un acto de resistencia. Su pel¨ªcula, dijo, est¨¢ dedicada a las familias que lo hacen desde hace siglos y que ahora ven su mundo extinguirse. Centrada en una familia que vive de la venta de melocotones, Alcarr¨¤s se ha le¨ªdo como una oda al duro trabajo del campo, pero tambi¨¦n como una velada revisi¨®n de la historia reciente de Espa?a, de la Guerra Civil al presente, y de esa fractura a¨²n sin soldar entre el mundo rural y el urbano.
Al principio de la pel¨ªcula, a los ni?os de Alcarr¨¤s les arrebatan con una gr¨²a el viejo coche dos caballos con el que disparan sus fantas¨ªas. La ni?a Ainet Jounou interpreta a Iris, la m¨¢s peque?a de la casa y la ¨²nica capaz de pilotar con su imaginaci¨®n cualquier chatarra. Sin su nave espacial, la ni?a acaba jugando en un b¨²nker de la guerra. No es la ¨²nica alusi¨®n a las ruinas de un pasado cuya herida a¨²n supura: el patriarca de la familia Sol¨¦ recuerda que fue una vieja higuera la que les salv¨® del hambre durante los oscuros a?os de la contienda.
Tambi¨¦n recuerda que durante la guerra ayud¨® al terrateniente que, a cambio, le regal¨® esas tierras sin papeles que cultivan y que ahora sus descendientes quieren forrar con rentables placas solares. Campo y memoria, esos son los dos pilares de una pel¨ªcula que incorpor¨® a su guion muchas de las historias que los campesinos le contaban a Sim¨®n durante el largo proceso de casting.
Alcarr¨¤s es la demostraci¨®n de c¨®mo muchas veces el cine es capaz de llegar mucho m¨¢s lejos que la mayor¨ªa de los reportajes period¨ªsticos; documentando durante meses una ficci¨®n, buscando actores naturales capaces de transmitir el realismo de un telediario y con el infalible instinto de su directora para la mirada infantil. Carla Sim¨®n cuenta que cuando su abuelo muri¨® ella se pregunt¨® qu¨¦ ser¨ªa de sus ¨¢rboles y que de ese temor naci¨® Alcarr¨¤s. Los ¨¢rboles, como los trenes, son muy cinematogr¨¢ficos. Hasta los que no sabemos distinguir entre un melocotonero y un membrillero somos capaces de sentir c¨®mo bajo la sombra de sus ramas el ciclo de la vida se reconcilia con los ancestros y, como Iris aferrada al brazo de su abuelo, el futuro no pierde la memoria.
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