En el estudio de Jaume Plensa, uno de los escultores espa?oles m¨¢s importantes de la historia
Nos adentramos en el universo de la escultura a trav¨¦s del consagrado autor catal¨¢n, que nos abre las puertas de su estudio. Conocemos tambi¨¦n a cuatro artistas emergentes.
JAUME PLENSA
La poes¨ªa escult¨®rica
Entre un vertedero y un cementerio camuflado en un pol¨ªgono industrial, en el que en cualquier momento podr¨ªa salir Bj?rk y darte un susto o cantarte un tema de Dancer in the Dark, aparece una furgoneta remolcando una obra de Jaume Plensa. Se abre una puerta met¨¢lica y sale un hombre tan introvertido que se esconder¨ªa debajo de su propio cuello, enfundado en un abrigo oscuro y fumando un cigarro tras otro. Es Plensa, uno de los escultores m¨¢s importantes de nuestro tiempo. Valedor de grandes premios nacionales e internacionales como el Vel¨¢zquez, el Nacional de Artes Pl¨¢sticas, el de Grabado, el Chevalier des Arts et Lettres en Francia o doctor honoris causa por el Art Institute de Chicago. El artista, con un marcado acento catal¨¢n, se presenta extendiendo la mano y se refugia en su estudio, en sus obras y en las constantes citas de hombres c¨¦lebres por pura timidez. ?Aqu¨ª es donde mejor me encuentro. Es el lugar donde todo es posible, una extensi¨®n de mi cabeza?, dice rodeado de todas sus obras, de las que admite le cuesta desprenderse.
Entrar en su estudio, ?es la forma de conocerlo?
Supongo. Hace a?os vino el fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas y me dijo: ?Plensa, qu¨¦ austero eres? [risas]. Y s¨ª, lo soy. Mostrar mi obra es ense?ar lo m¨¢s profundo de m¨ª porque es un acto de sinceridad brutal. Lo que yo pueda ser o decir no tiene m¨¢s importancia. Prefiero que se conozcan mis esculturas antes que a m¨ª.
Sus piezas se encuentran al aire libre en ciudades de medio mundo. ?C¨®mo se interviene el espacio publico sin invadirlo?
Es como si yo entrara en casa de otro. Tiene que haber un respeto en su d¨ªa a d¨ªa. En su tradici¨®n, costumbres y mentalidad. Yo intento penetrar en el tejido ya existente sabiendo que cada lugar necesita respuestas distintas.
En alguna ocasi¨®n ha dicho que sus exposiciones empiezan cuando acaban, ?c¨®mo lo explica?
Cuando sacaron una pieza que plant¨¦ en la playa de R¨ªo de Janeiro se cre¨® un vac¨ªo que deprim¨ªa a la gente. Ese es el ¨¦xito. Los ciudadanos no piden la obra, la encuentran un d¨ªa ah¨ª. Al principio les crea hostilidad. Sobre todo en momentos como ahora, que hay gente pas¨¢ndolo tan mal y la econom¨ªa y los valores est¨¢n en crisis.
Jaume Plensa se apoya en una de sus ni?as, Rui Rui, que est¨¢ en su estudio de trabajo.
Pablo Zamora
?Recibe esas cr¨ªticas a menudo?
S¨ª, y las entiendo, porque el arte no es primera necesidad. Pero mira, en St. Helens (Liverpool), hab¨ªa una mina que cerr¨® Margaret Thatcher. Los mineros que hab¨ªan rehecho su vida quer¨ªan regenerar la zona con una intervenci¨®n y me escogieron a m¨ª. En Chanel 4 entrevistaron a uno y le preguntaron por qu¨¦ gastarse tanto dinero en una escultura habiendo otras necesidades. El dijo: ?He vivido varias crisis y todas son temporales. Pero el arte es eterno?. Ver a ese hombre tan rudo diciendo eso hizo que me pusiera a llorar. La gente valora que introduzcas belleza en su d¨ªa a d¨ªa y en lugares donde parece que nunca toca, porque siempre va a galer¨ªas y museos. Los pol¨ªticos no se dan cuenta porque tienen respuestas muy inmediatas. La cultura ha ido perdiendo fuelle porque creen que no vale nada, pero es crucial para la autoestima de una sociedad. Es una inversi¨®n de futuro.
?Le han puesto mote a alguna de sus esculturas?
S¨ª [r¨ªe]. Eso indica que funciona. Cuando hice una instalaci¨®n en el Madison Square Park dec¨ªan que era un elemento f¨¢lico. En Brasil la llamaron el Cabezao. En Seto (Jap¨®n) quisieron una estaci¨®n para el ferry, y me han dicho que hab¨ªa lista de espera para casarse en ella. Me emociona que encuentren en ese lugar la ilusi¨®n para empezar una vida juntos.
Supongo que ese ser¨¢ su mayor premio.
S¨ª. Como lo que pas¨® en el Museo Kestner Gesellschaft de Hannover cuando expuse Love Sounds. Yo hab¨ªa grabado el sonido de mi sangre y puse unas cabinas donde el visitante pod¨ªa escucharlo. La gente asocia sangre con dolor pero para m¨ª es la vida, como la savia de un ¨¢rbol. En otra sala hab¨ªa unos c¨ªmbalos con gotas de agua que percut¨ªan y creaban una sensaci¨®n de paz. Un d¨ªa me llam¨® el director del museo para decirme que los vigilantes hab¨ªan visto a una pareja haciendo el amor en esa sala.
Pues ya saben los visitantes de sus exposiciones c¨®mo hacerle feliz.
[R¨ªe y para en seco] Siempre busco que mi obra produzca emoci¨®n. El arte tiene la gran fuerza de ser un lugar com¨²n donde compartir una memoria que nos pertenece.
Los proyectos que ha ido contando rezuman poes¨ªa, ?es su manera de contarlos o se los proponen as¨ª?
Es probable que sea yo. No hay proyectos buenos o malos, ni lugares mejores o peores. Solo depende de ti. Cervantes dec¨ªa en El Quijote que en la celebraci¨®n de una boda todo el mundo quer¨ªa ponerse en la cabecera de la mesa. Entonces el hidalgo dijo: ?No os pele¨¦is, donde me siente yo ser¨¢ la cabecera?. Con esto quiero decir que hay que confiar m¨¢s en nosotros mismos. Sobre todo en algo tan fr¨¢gil y discutible como es la sensibilidad y la creaci¨®n. Mis proyectos son los mejores que puedo hacer.
?Qu¨¦ es la escultura para usted?
Ese lugar al que siempre puedes volver, tu rinc¨®n favorito de la casa de tus padres, la mano de la persona que te ama que, al cogerla, hace que parezca que el mundo est¨¢ en orden¡
Conserva algunas de sus esculturas de gran formato. ?Tengo el estudio un poco vac¨ªo. Algunas piezas est¨¢n, hasta 2016, en una exposici¨®n itinerante por EE UU? que incluye ciudades como Nashville y Orlando?.
Pablo Zamora
Sus famosas testas, ?parten de retratos de verdad?
Tomo fotos, escaneo las cabezas, las manipulo alarg¨¢ndolas como velas e intento espiritualizarlas. No busco el retrato period¨ªstico sino su mundo interior. Por eso siempre las hago con ojos cerrados. Y siempre son ni?as entre 8 y 14 a?os.
?Y por qu¨¦ ni?as?
Porque creo que el futuro, el pasado y la memoria son femeninos. El hombre representa el presente porque es un accidente muy interesante. Pero un accidente. La femineidad mantiene la unidad de la historia, el hilo conductor. En mi tradici¨®n cultural, cuando falta el padre, la familia sigue con dolor; pero cuando falta la madre, la familia se deshace.
?Y por qu¨¦ las retrata con esas edades?
Porque es cuando la belleza cambia a velocidad incre¨ªble. Est¨¢ en tr¨¢nsito. Son ni?as que ya no lo son, pero que tampoco son mujeres.
?Sigue sin saber nadar?
S¨ª, menos la vez que lo hice en el Mar Muerto. Fue una lecci¨®n para m¨ª, porque sent¨ª que no era yo quien se estaba equivocando en la vida sino que nunca hab¨ªa nadado en el mar adecuado.
?Contin¨²a su obsesi¨®n con el agua?
Es que el mar es el gran espacio p¨²blico que podemos compartir de la forma m¨¢s democr¨¢tica. El agua no pertenece a nadie, es la antiburgues¨ªa. Me fascina porque siempre est¨¢ en movimiento. Hoy en Nueva York, ma?ana en Alicante y despu¨¦s en Londres.
Usted insta a tocar sus piezas, una pr¨¢ctica que no se permite en los museos.
Es un tema complejo. En una conferencia me pas¨¦ todo el tiempo hablando de la importancia de interactuar con mi obra. Al finalizar me preguntaron c¨®mo hacerlo si hab¨ªa un cartel que pon¨ªa ?no tocar?. As¨ª que dije que hab¨ªan olvidado completar la frase: ?Por favor no tocar, acariciar?. T¨² no tocas a tu hijo, a tu amor o a tu padre. Lo acaricias. As¨ª es como deber¨ªamos educar a los ni?os. No concibo la vida sin mis dedos, en ellos tengo mis ojos.
Ha trabajado para teatro haciendo toda la parte visual y art¨ªstica, incluso el vestuario. ?Desde qu¨¦ punto de vista le interesa la moda?
Cuando a Rodin le encargaron la escultura de Balzac le preguntaron qu¨¦ informaci¨®n necesitaba y ¨¦l respondi¨®: ?Me gustar¨ªa conocer a su sastre?. He reflexionado mucho sobre esto porque ¨¦l quer¨ªa al modisto para entender el volumen del cuerpo de Balzac. Pero ?te imaginas conocer al sastre del sastre? Es el universo. Con algunas obras trabajo como un sastre porque, encima de un modelo, creo una segunda piel. Adem¨¢s, hace a?os conoc¨ª a Miyake y me pareci¨® brillant¨ªsimo. Los dise?adores hacen escultura en movimiento.
M¨¢s all¨¢ del arte, ?qu¨¦ le conmueve?
Soy de l¨¢grima f¨¢cil pero me conmueve la falta de conexi¨®n entre lo cotidiano y el poder. He impartido clases en las mejores universidades estadounidenses, donde nacen los cerebros m¨¢s brillantes que podemos tener, y he comprobado que cuando llegan al mundo pol¨ªtico parece que se vuelven tontos. Esto me tiene fascinado.
?Separa su vida personal y su vida laboral?
He tenido la suerte de que mi compa?era y yo decidimos dedicar toda la energ¨ªa a esta vida. No tengo una noci¨®n de pa¨ªs con banderas ni fronteras. Mi pa¨ªs es el amor entre dos personas, nosotros. Y mi trabajo es muy parecido al de un campesino. Hay que sembrar, recolectar y llegado a la madurez, disfrutar. Envejecer solo tiene sentido si aprendes a re¨ªrte de ti mismo.
David posa junto a la escultura de lat¨®n: ?En los pr¨®ximos meses, unos bailarines de Nueva York har¨¢n aqu¨ª una performance sobre el mito de Edipo?.
Pablo Zamora
DAVID RODR?GUEZ CABALLERO
Triunfar en Nueva York
David tiene el estudio repartido entre una nave industrial en las afueras de Madrid y un despacho en Nueva York. ?As¨ª he separado tambi¨¦n las fases del proceso de trabajo. Madrid significa producci¨®n y Nueva York pensamiento y desarrollo. Ahora paso m¨¢s tiempo en EE UU porque me cuesta m¨¢s desarrollar las maquetas. All¨ª tengo que absorber, pensar, escupir los conceptos y transformarlos en mis piezas?, explica mientras hace cuentas y llega a la conclusi¨®n de que, cada dos meses, pasa dos semanas en Espa?a. ?Hay momentos de frustraci¨®n por no poder ver terminada la obra en metal cuando quiero, por aquello de la inmediatez, pero es muy sano tener esa distancia para el trabajo. Dejar que las cosas se enfr¨ªen es fundamental para conseguir una obra templada y buena?. As¨ª elabora desde esculturas de 7 metros hasta peque?as joyas, como anillos.
El salto. David comenz¨® como pintor y en los noventa incorpor¨® vinilos y metales al trabajo. ?Con ellos me di cuenta de que, al lijarlos o erosionarlos, creaba pintura de superficie?. ?El momento clave? ?Hice una exposici¨®n individual en la galer¨ªa Malrborough Madrid que funcion¨® muy bien y decid¨ª irme a Nueva York, porque esto ya lo conoc¨ªa. Bueno, y por ambici¨®n personal. Todos los artistas que pasan por la Gran Manzana mejoran su obra. Adem¨¢s, estar all¨ª tambi¨¦n supone acceder a unas colecciones a las que es casi imposible llegar desde Espa?a, a no ser que seas un s¨²per consagrado como Chillida y te puedas refugiar en tu caser¨ªo. Todo el mundo guarda lo mejor para mostrarlo en Nueva York?. Y as¨ª debi¨® ser, porque en las dos individuales que hizo all¨ª vendi¨® el 90% de la producci¨®n, con unos precios que no bajaban de los 12.000 euros. Rodr¨ªguez Caballero se describe como ?un producto de la voluntad y el trabajo. Hay que tener cualidades, como un atleta, para que la cosa funcione. Pero hay que luchar?.
Hasta el 21 de marzo, una obra suya conversar¨¢ con otras de grandes artistas como Juan Mu?oz, Chillida o Plensa en la exposici¨®n colectiva de Marlborough Madrid Escultura espa?ola. Siglos XX-XXI. Y hasta el 9 de mayo, en la sede barcelonesa. A finales de julio expone 70 esculturas en la Ciudadela de Pamplona ?entre murallas del Renacimiento?, dice emocionado.
Enrique Marty sujeta un autorretrato. En varias de sus instalaciones ha utilizado su molde, como en la de Mannheim, Alemania, de 2010, donde coloc¨® 80 reproducciones de ¨¦l representando a 80 fan¨¢ticos. enriquemarty.com
Pablo Zamora
ENRIQUE MARTY
El caballero de lo oscuro
Desde que comenzara su andadura en los a?os noventa no ha dejado de estar en las listas de los medios especializados como uno de los artistas espa?oles a los que no hay que perder de vista. La obra de Marty, ya sea en pel¨ªcula, pintura, instalaci¨®n o escultura, siempre despierta emociones. Es imposible que deje indiferente. ?Muchas veces el espectador ve en mis piezas sombras que no quiere percibir en su vida. En ocasiones, incluso me hablan de cosas que est¨¢n viendo que ni siquiera aparecen en mis obras. Por eso me da bastante igual lo que digan de mi trabajo?, cuenta mientras desembala cajas de las exposiciones individuales que acaba de clausurar en Salamanca y en el Museo L¨¢zaro Galdiano de Madrid. A lo largo de su carrera tambi¨¦n ha colaborado con las artes esc¨¦nicas. ?He dise?ado escenarios para Jos¨¦ Carlos Plaza pero ahora trabajo casi exclusivamente con Ang¨¦lica Liddell?. Es m¨¢s, ella le ha servido de modelo y musa para varias de sus esculturas. ?Actualmente estoy haciendo un trabajo para ella?.
?El arte en peligro?. As¨ª se llama una de sus instalaciones m¨¢s aclamadas, que ya ha recorrido varios pa¨ªses. Un par de estas piezas se expondr¨¢n el 29 de marzo en el museo MKG de Hamburgo. ?Todas las figuras de The Art in Dangerous son personas reales del mundo del arte que han pasado por mi estudio para que les sacara un molde de su cabeza. Y hasta me han cedido pelo suyo para ponerlo?. Estas figuras, tatuadas como los yakuzas y otras bandas criminales del mundo, portan unos cuchillos muy afilados. ?Tanto que uno puede cortarse si no camina con atenci¨®n por el espacio expositivo. Mucha gente ignora la importancia de la sala, pero es fundamental crear una dramaturgia en ella para atraer al p¨²blico. Creo que el arte te debe machacar. Rechazo lo decorativo y aquello que solo tenga un poso conceptual cr¨ªtico sin capacidad de subversi¨®n?.
Nietzsche, Artaud y Jung son algunos de los pensadores que le influyen a la hora de crear, mientras la banda sonora de su estudio no abandona, ni por un momento, los sonidos metaleros. Pasea por su espacio, dividido entre el almac¨¦n, la oficina y el centro de trabajo y en cada esquina coloca una de sus perversas esculturas mitol¨®gicas o esqueletos. Sobre una pared se eleva una estanter¨ªa con cabezas y partes de un cuerpo humano de escayola. ?He comprado much¨ªsimos exvotos que despu¨¦s he convertido en piezas. Me parece que tienen unas historias fascinantes. El resto de cabezas son de familia, amigos y m¨ªas?.
Las capas de pintura que se extienden en el suelo llevan m¨¢s de un mes. ?Y hay 20 kilos de pintura en cada uno de los colores?, cuenta
Pablo Zamora
GUILLERMO MORA
La promesa del presente
Cuando a Guillermo se le quem¨® el estudio en 2005 decidi¨® hacer borr¨®n y cuenta nueva. ?No quise repetir ninguna de las obras destruidas. Empec¨¦ desde cero y decid¨ª irme de Espa?a. Me quit¨¦ todo el peso que ten¨ªa encima y eso me hizo m¨¢s libre?, cuenta optimista. ?No es lo mismo que te suceda algo as¨ª cuando empiezas que con 80 a?os, que debe ser un horror?.
Tras este percance le otorgaron una beca en Chicago y, cinco a?os m¨¢s tarde, otra en la Real Academia de Espa?a de Roma. ?En EE UU comprob¨¦ que escuchaban todo lo que propon¨ªa, y en Italia fue la primera vez que tuve un sueldo. Lo segundo me hizo estar muy tranquilo para producir. Yo no creo que el artista tenga que sufrir: cuando estoy m¨¢s a gusto es cuando mejor creo?.
Mora hizo su primera muestra individual en la Galer¨ªa Formato C¨®modo en 2011, y a los dos a?os gan¨® el Premio Generaci¨®n 2013 de Caja Madrid. Desde entonces no ha parado de exponer en Espa?a, Estados Unidos, Estambul, Italia o Brasil. ?Pr¨®ximamente participo en la bienal de La Panera de L¨¦rida. En abril inauguro en el Espacio de Creaci¨®n contempor¨¢nea de C¨¢diz y a finales de a?o tendr¨¦ otra exposici¨®n en Sao Paulo?, explica.
El camino del arte. ?Siempre me he movido en lo pict¨®rico pero ahora, al agarrar la pintura, la transformo en algo escult¨®rico?, comenta Mora. De hecho, el libro 100 Painters of Tomorrow, de la editorial Thames & Hudson, que presenta el trabajo de un centenar de artistas seleccionados por relevantes figuras internacionales en el arte contempor¨¢neo, le incluyen.
Si uno mira con detenimiento su estudio, en el que ya lleva cinco a?os, percibe r¨¢pido que le cuesta tirar cosas a la basura. Fotograf¨ªas, dibujos, tiras de telas o una malla de frutas dan fe de ello. ?En la estanter¨ªa de la pared tengo mi cerebro. Hay cosas de hace 10 a?os y otras m¨¢s recientes?. De esos peque?os objetos, que parecen no tener importancia, surgen grandes exposiciones. ?Los toco, los manejo. Todo lo transformo. Las piezas las acabo cuando me las compran. El que las adquiere quien cierra su ciclo?, cuenta.
Lleva una rutina casi de oficinista. ?Me levanto a las seis de la ma?ana. A las nueve ya estoy por aqu¨ª haciendo cosas y me quedo hasta las ocho. Me gusta este lugar porque, adem¨¢s, comparto espacio con otros artistas como Alejandro Botubol, Carlos Aires o Rafa D¨ªaz?.
En las paredes de su estudio cuelga fotos y l¨¢minas con sus ilustraciones. Sobre el suelo y las mesas posa sus bustos. Su pr¨®xima muestra es en noviembre en el Station Museum de Houston. eugeniomerino.com.
Pablo Zamora
EUGENIO MERINO
Flotando en la pol¨¦mica
Se hizo conocido para la mayor¨ªa en ARCO 2012 por su pieza Always Franco, una escultura de Franco que meti¨® dentro de una nevera de Coca-Cola. De hecho, la demanda que le puso la Fundaci¨®n Franco todav¨ªa est¨¢ en la Audiencia Provincial. ?Cada cierto tiempo me llegan cartas y es lo m¨¢s divertido que me puede pasar dentro del mundo del arte. Despu¨¦s las utilizo como an¨¦cdotas en las conferencias en el extranjero. Cuento mi historia y alucinan, porque mi trabajo es humor y cr¨ªtica?, explica Merino. Esta misma escultura, junto con otras suyas de Mao, Ch¨¢vez, Bush, entre otros pol¨ªticos metidos tambi¨¦n en sus respectivas neveras, estuvo expuesta en 2014 en Always Shameless en la Unix Gallery de Nueva York. ?Mi galerista me pregunt¨® si mi objetivo era vender o hacer lo que me apeteciera. Opt¨¦ por lo segundo. Y vend¨ª algo, aunque no las tres piezas que necesitaba para cubrir los 25.000 euros que me gast¨¦?. Las amenazas han sido una constante en su carrera. ?Las ¨²ltimas fueron en la sala de Miami donde exhib¨ªan mi figura de Ch¨¢vez?.
Tiempo de elaboraci¨®n. Suele tardar tres meses en terminar una escultura y tres semanas en hacer solo la cabeza. ?Trabajo muchas horas para que se parezcan lo m¨¢ximo a los personajes reales. Si no, no tiene gracia?. Utiliza pelo natural y ojos de cristal. ?Son muy caras de hacer, pero nunca he mirado los n¨²meros. Tampoco he pedido en mi vida una beca ni una subvenci¨®n. Gracias a eso he hecho siempre lo que me ha dado la gana?. Merino defiende: ?El artista ha de ser inc¨®modo y el humor es mi manera de pensar. Pero la gente es tan pol¨ªticamente correcta que opinar se convierte en una provocaci¨®n?. Suicidio, la obra de Damien Hirst peg¨¢ndose un tiro en la cabeza, tambi¨¦n tuvo repercusi¨®n. ?Me llam¨® el millonario Robbie Antonio, que quer¨ªa crear un museo de s¨ª mismo, para que le hiciera un retrato. Hirst, Murakami y otros m¨¢s se lo hicieron. A cambio, nos dio un piso en Filipinas?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.