Encarnaci¨®n Roca: ¡°No me gustan las cuotas, pero sin ellas las mujeres no acceden¡±
Encarnaci¨®n Roca ha roto todos los techos de cristal: fue la primera catedr¨¢tica de Derecho Civil y ahora es vicepresidenta del Tribunal Constitucional.
Ya han pasado 40 a?os desde que Encarnaci¨®n Roca Tr¨ªas (Barcelona, 1944) se convirti¨® en la primera catedr¨¢tica de Derecho Civil de Espa?a. Fue en 1978, ?coincidiendo con la Constituci¨®n?, precisa, y a?ade: ?Ahora, mirando atr¨¢s, pienso que las mujeres de mi generaci¨®n rompimos muchos techos, llegamos a puestos en los que hasta aquel momento solo hab¨ªa hombres?. Lo dice en su luminoso despacho del Tribunal Constitucional, del que es vicepresidenta desde marzo de 2017. Su voz, grave, suena segura. Aunque le hubiera gustado ?estudiar Cl¨¢sicas o M¨²sica?, ha acabado siendo uno de los juristas m¨¢s destacados del pa¨ªs: especialista de referencia en derecho de familia, profesora universitaria, magistrada del Supremo (la primera mujer en llegar a su Sala Primera, en 2005)¡ Todo, porque su madre y la jefa de estudios de su colegio le dijeron que con Derecho se ganar¨ªa la vida: ?En aquella ¨¦poca no escog¨ªamos lo que quer¨ªamos, la idea de la carrera era funcional, no se eleg¨ªa por vocaci¨®n?.
Cuando empez¨® a estudiar estaba prohibido que las mujeres fueran jueces. ?Ten¨ªa el p¨¢lpito de que acabar¨ªa si¨¦ndolo?
Aunque parezca curioso, nunca he tenido como meta decir ¡®Voy a conseguir esto¡¯. Quer¨ªa quedarme en la universidad y estudiar. Porque a m¨ª lo que me gusta m¨¢s de la vida es estudiar, leer, escribir, opinar. S¨ª que me hubiera gustado ser magistrada del Constitucional, pero lo ve¨ªa como algo muy lejano, ?c¨®mo pod¨ªa yo aspirar a eso?
?C¨®mo se consigue abrir estas esferas, llegar a ciertos puestos y responsabilidades siendo en muchos casos la primera en hacerlo?
Nunca he pretendido entrar en los sitios por mi condici¨®n femenina. Esto habr¨¢ gente que me lo reprochar¨¢, pero yo siempre he pensado que a m¨ª me ten¨ªan que votar, o en la c¨¢tedra o en la academia, por mis conocimientos, por ser una persona estudiosa, indiscutible.
Por su valor profesional.
Eso es lo que yo he intentado hacer siempre, pero el caso es que en este momento estoy pensando lo contrario: que si no entras a veces por cuota no llegas. No me gustan las cuotas, porque adem¨¢s es contrario a lo que yo he hecho en mi vida, pero tambi¨¦n veo que en este momento si no hay una reserva de plazas para mujeres nunca accedes. Y hay demostraciones palpables: en Suecia, cuando empezaron a ponerse cuotas fue cuando las mujeres empezaron a llegar adonde han llegado.
?Pueden ser tambi¨¦n una forma de garantizar que la carrera de una mujer no se interrumpa si decide ser madre?
Yo tuve a mi hijo con 22 a?os, y luego no he tenido m¨¢s. Creo que es mejor tener los hijos de joven, porque no te interrumpe nada, pero es una opci¨®n complicada. Las mujeres siempre debemos optar entre determinado tipo de vida y la profesi¨®n. Y eso no es nada agradable.
La teor¨ªa de la conciliaci¨®n no es f¨¢cil de llevar a la pr¨¢ctica.
La conciliaci¨®n es imposible. Tienes que tener mucha voluntad, bastantes ayudas¡ Es muy complicado.
?Cree que las leyes deber¨ªan apoyarla?
La ley es un papel escrito con la mejor voluntad, pero no resuelve conflictos reales. El problema real deber¨ªa resolverlo la sociedad. Hay que pensar que si no hay conciliaci¨®n no hay ni?os. Son problemas de mentalizaci¨®n, de estar dispuestos a pagar lo que cuesta la conciliaci¨®n, que requiere guarder¨ªas, especialistas¡ Si la sociedad no est¨¢ dispuesta, pues apaga y v¨¢monos.
En los ¨²ltimos 40 a?os, ?la ley se ha sabido adaptar a esos cambios promovidos por la sociedad, o le ha costado seguir el paso de lo que ocurr¨ªa en la calle?
Creo que le cuesta seguir el paso. El legislador siempre tiene tendencia a no cambiar demasiado bruscamente determinado tipo de leyes, sobre todo las que se refieren a temas familiares. Y yo pienso que primero est¨¢ el hecho, lo que ocurre, y luego viene el derecho a cambiar la ley. Pero no hay que legislar en caliente.
Con casos como el de La Manada, el debate sobre las sentencias ha tomado la calle. Y esto ha provocado que 750 magistrados se quejen de la ?presi¨®n social? ante el Consejo Consultivo de Jueces Europeos. ?Influye en las decisiones?
S¨ª que influye, s¨ª. Lo primero que pienso en torno a este tema es que las leyes deben ponerse al d¨ªa. Y el caso de La Manada, precisamente, es un ejemplo muy claro de leyes a veces incomprensibles. Yo no digo que sean anticuadas, lo que digo es que son muy dif¨ªciles de aplicar.
?Llegar¨¢ la reforma del C¨®digo Penal a ra¨ªz de este caso?
Yo creo que hay que reformar el C¨®digo Penal. No soy especialista en derecho penal, por lo tanto no s¨¦ en qu¨¦ sentido. Pero s¨ª hay un clamor popular de que el derecho no funciona, en ese caso el legislador se lo tiene que pensar. Lo que no puede ser es cerrarse en banda en contra de lo que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n est¨¢ demandando: mayor seguridad, mayor protecci¨®n de la dignidad de la mujer¡ Estamos hablando de derechos fundamentales. Y no hay nadie que est¨¦ legitimado para pisarlos; por tanto, hay que andarse con cuidado y hacer unas leyes m¨¢s claras que permitan esta protecci¨®n.
?Es necesaria una formaci¨®n de g¨¦nero entre los jueces?
S¨ª. Los jueces, y las juezas tambi¨¦n, necesitan una formaci¨®n en estos temas tan superdelicados. Hay que saber hasta ad¨®nde se puede llegar y d¨®nde debe pararse, porque hacer de Justo Juez, de Robin Hood, tampoco le corresponde a un juez, que debe aplicar la ley limit¨¢ndose ¨¦l mismo, eso que los americanos llaman self-restraint, la contenci¨®n.
?A qu¨¦ desaf¨ªos se enfrenta hoy el derecho de familia?
A much¨ªsimos, porque como la sociedad ha cambiado mucho, y sigue haci¨¦ndolo, las relaciones entre los miembros del grupo familiar se han modificado radicalmente. La violencia de g¨¦nero y la violencia en contra de los ni?os me preocupan especialmente, porque los ni?os son los m¨¢s desvalidos, con los que se ensa?a todo el mundo.
?La custodia compartida es la mejor soluci¨®n?
En derecho de familia no se pueden generalizar las soluciones. Hay que establecer una regla general, protecci¨®n del menor, por ejemplo, o protecci¨®n de la mujer maltratada, y luego c¨®mo responde ante esta regla general el caso que t¨² tienes delante. Si el ni?o no estar¨ªa mejor con uno, me da igual el padre o la madre, o igual con un tercero.
?C¨®mo influye en las sentencias que los dos c¨®nyuges trabajen a diario? ?Podr¨ªa suponer el fin de la pensi¨®n compensatoria?
S¨ª, claro. Es que la pensi¨®n compensatoria es un mito. Y m¨¢s con estad¨ªsticas en la mano, se pide en el 10% de los casos. Cada vez hay m¨¢s acuerdos, porque en los divorcios la separaci¨®n de los c¨®nyuges tiene que ser limpia y nunca hay que olvidar que los ni?os son una responsabilidad conjunta. El juez no puede decidir si el ni?o tiene que usar o no el m¨®vil o ver o no determinados programas de televisi¨®n.
?Cu¨¢l es la mayor lecci¨®n que ha aprendido a lo largo de su carrera?
La prudencia y la humildad. Cuando te enfrentas con estos problemas de la vida real y ves que de tu decisi¨®n depende que aquellas personas vivan mejor o vivan peor, aprecias lo importante que es la prudencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.