Excusas para volver al cine
Picnics, sesiones dobles y veladas tem¨¢ticas: los nuevos cineclubs vuelven a sacar de casa al espectador desencantado.
?44 euros por una entrada de cine?, ?para ver una pel¨ªcula ?secreta?? El pasado junio, 25.000 londinenses los pagaron gustosamente. Los citaron en la estaci¨®n de metro de Euston y se les pidi¨® que vistiesen mono de trabajo o ropa relacionada con la ciencia. Desde all¨ª, varios figurantes los condujeron a un almac¨¦n abandonado, convertido en una nave espacial, y les dieron tareas, como colgar mapas o acordonar las ?¨¢reas contaminadas?. Para entonces, los m¨¢s astutos ya hab¨ªan adivinado de qu¨¦ pel¨ªcula se trataba: Prometheus, de Ridley Scott, uno de los estrenos m¨¢s esperados del a?o. Por unos 10 euros la hubieran visto en un cine tradicional, pero entonces se habr¨ªan perdido los extras, que inclu¨ªan puestos de comida gourmet y actores figurantes que recreaban escenas de la pel¨ªcula. El Secret Cinema, que funciona en el Reino Unido desde 2007 y este oto?o desembarca en Nueva York, es solo una de las muchas iniciativas que se est¨¢n poniendo en marcha para resucitar la experiencia colectiva de ver pel¨ªculas. Mientras cae la asistencia a las salas (un 10% en Espa?a en 2011) y cierran cines, esos proyectos arrasan.
Nacho Cerd¨¤ arranc¨® hace un par de a?os su propio cineclub, Phenomena, con la intenci¨®n de rescatar algo de la m¨ªstica de las sesiones de cine de barrio de su infancia, en los a?os 80. ?Me apetec¨ªa hacerlo como espectador, pero despu¨¦s vi que hab¨ªa m¨¢s locos como yo?. Y no pocos: la entradas para Phenomena, que ha proyectado t¨ªtulos como Grease, Terminator o Aterriza como puedas, se agotan invariablemente en Madrid y Barcelona, y a partir de octubre inician un tour por toda la pen¨ªnsula con una doble sesi¨®n muy Phenomena: Cazafantasmas y Dentro del laberinto. ?Viv¨ªamos una ¨¦poca de distribuci¨®n y exhibici¨®n desalmada: ?qui¨¦n quiere estar hacinado en una salita diminuta de centro comercial??, se pregunta Cerd¨¤.
Su visi¨®n de la experiencia cinematogr¨¢fica est¨¢ en sinton¨ªa con la de Fabien Riggall, el fundador de Secret Cinema. ?En Grecia, de vacaciones, me encontr¨¦ con un fant¨¢stico cine de verano. La gente charlaba, tra¨ªa comida y bebida. Ese es el esp¨ªritu que queremos imitar?, explica. En su caso, a?aden el elemento sorpresa, que, milagrosamente, los miles de asistentes protegen como un tesoro, absteni¨¦ndose de tuitear o colgar en Facebook el t¨ªtulo o la localizaci¨®n de las pel¨ªculas que se proyectan. ?Los asistentes vienen con fe ciega, porque este tipo de experiencias son dif¨ªciles de encontrar?, asegura.
En casi todas las capitales del mundo se est¨¢n reinventando este tipo de cineclubs ?con algo m¨¢s?. Los ?ngeles tiene, durante todo el verano, sus sesiones de Cinespia, pel¨ªculas cl¨¢sicas o de culto ¨Ceste a?o incluy¨® Dirty Dancing y El crep¨²sculo de los dioses¨C que se proyectan en el legendario Hollywood Forever Cemetery, el camposanto repleto de palmeras en el que descansan eternamente estrellas como Rodolfo Valentino. Los asistentes hacen picnic y disfrutan de las pel¨ªculas y de sesiones de dj de primera como Cut Chemist o David Holmes.
Los distribuidores tradicionales no son ajenos al ¨¦xito de estas citas y, m¨¢s all¨¢ del 3D, tratan de reinventarse con algo que convenza al espectador para que, en lugar de ver un filme solo, con auriculares, delante de su ordenador, vuelva a hacer de esta experiencia un h¨¢bito social. En Williamsburg, Nueva York, se inauguraron hace unos meses los cines Nitehawk. Emiten cl¨¢sicos y t¨ªtulos indie y sirven c¨®cteles y brunches tem¨¢ticos en sinton¨ªa con la pel¨ªcula.
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