La mesa estupenda
Poner una mesa bonita es s¨ªntoma irrevocable de muchas cosas, entre las que se cuentan la sensibilidad, el buen gusto o la consideraci¨®n por aquellos que se sientan a nuestro alrededor. Servir un manjar suculento y delicioso en una mesa mal vestida es no haber entendido que la aventura de vivir una experiencia elevada a trav¨¦s de la comida empieza con sentirse bien atendido. Pues bien, nadie se siente bien atendido en una mesa mal puesta. Es conveniente hacer algunas aclaraciones en cuanto al significado de una mesa bien puesta. Ante todo, hay que entender que disponer una mesa agradable que haga sentir bien a quienes participan de ella no requiere, ni mucho menos, un gran desembolso. Tiempo e intenci¨®n son los ¨²nicos requerimientos que necesitas.
Pero hay enseres que acompa?an m¨¢s que otros. Es precisamente la revalorizaci¨®n social de estos lo que me lleva a escribir este art¨ªculo. ?Cu¨¢ndo el textil y otros art¨ªculos de mesa dejaron de ser una de las categor¨ªas de productos m¨¢s rancias y decadentes de cualquier superficie comercial que se preciase para convertirse en el caballo ganador de toda aventura empresarial del mercado del textil? Y no solo vinculada a ese sector. La fiebre de la ¡®mesa estupenda¡¯ acoge cualquier elemento que pueda ser sujeto de elevar la categor¨ªa visual de una reuni¨®n en torno a la mesa: cer¨¢micas, cuberter¨ªas vintage, velas y manteles de Lisa Corti a todo color que har¨¢n sentir a tus invitados que han sido transportados a una villa italiana sin necesidad de que el men¨² incluya mozzarella.
Copas sopladas a mano, servilletas bordadas de Damasco franc¨¦s¡ No s¨¦ ustedes, pero yo sucumb¨ª hace tiempo al reconfortante placer de intentar dise?ar universos a medida cada vez que alguien viene a comer a mi casa. Eso s¨ª, al igual que me pasa cuando elijo atuendos para m¨ª misma, a la hora de vestir la mesa prefiero los elementos sutiles que susurran su belleza antes de aquellos estrafalarios que anuncian a voces su presencia. Nunca se me dio bien convertir lo estrafalario en cualidad. Pero hay quien lo consigue sin despeinarse. Laila Gohar, la reina del surrealismo ¨¤ la table (una suerte de Simone Rocha cuyo medio art¨ªstico es la comida), acaba de lanzar una l¨ªnea de mesa cuya excentricidad refuerza su posici¨®n de abeja reina entre los que intentan hacer de la comida un canal para expresar su voluntad art¨ªstica: manteles con cuellos de camisa, telas para vestir huevos o una bolsa de sat¨¦n para la baguette con lazos hechos a mano por su abuela.
La aparici¨®n de multitud de plataformas que recogen y ponen a disposici¨®n del consumidor las propuestas m¨¢s vanguardistas en lo que se refiere al dise?o de todo lo que se acoge bajo el paraguas de tableware es, sin duda, una macrotendencia, y la finalidad es ofrecer alternativas aspiracionales que compitan con la propuesta meramente utilitaria y despojada de todo inter¨¦s (m¨¢s all¨¢ del precio) de Ikea. Hay algo que me resulta muy positivo del creciente inter¨¦s que despierta entre las nuevas generaciones ¡®el arte de la mesa¡¯, y es el que, en ¨²ltima instancia, todo lo que ocurre encima de un mantel es un acto de generosidad. A diferencia de otras tendencias textiles o de consumo, de cuya adquisici¨®n no puede disfrutar nadie m¨¢s all¨¢ de uno mismo, elegir un buen mantel es hacer part¨ªcipes a todos los pobladores de tu microcosmos del buen gusto de tu decisi¨®n. Doblar bien unas servilletas, elegir el vino que acompa?ar¨¢ al men¨², preparar un postre o apa?ar unas flores que hagan sonre¨ªr a tus convidados. Cualquier acto de servicio (y preparar una mesa lo es) es una manifestaci¨®n de cari?o, consideraci¨®n y entrega. Y qu¨¦ grandes cualidades para celebrar hoy en d¨ªa.
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