Los Arzak en su salsa
?Cu¨¢l es la ruta gourmet de un gran chef? Elena Arzak, premio Nacional de Gastronom¨ªa 2011, y su padre nos llevan al mercado y a su jard¨ªn de hierbas arom¨¢ticas.
A las 10 de la ma?ana empiezan a llegar los primeros pedidos junto a los cocineros que forman el equipo del restaurante Arzak. All¨ª est¨¢ Elena, hija de Juan Mari y premio Nacional de Gastronom¨ªa como mejor cocinera en 2011. ?A mi padre se lo dieron en 1974 y ni se me hab¨ªa pasado por la cabeza que me lo concedieran a m¨ª alg¨²n d¨ªa?, explica. Ha quedado con ¨¦l para ir al Mercado de La Bretxa, un cl¨¢sico donostiarra. Frente a la plaza de abastos se encuentra el Haizea bar, donde al llegar pide unos pintxos para desayunar mientras espera a su maestro. En San Sebasti¨¢n, los charcos del suelo recogen las primeras gotas de lluvia del d¨ªa pero un inesperado sol no tarda en hacer acto de presencia. Entonces aparece Juan Mari como un torbellino, a las 11 en punto, y empieza a componer en su cabeza el men¨² del d¨ªa. La lista de la compra est¨¢ clara ?pero en el mercado siempre te llevas sorpresas?, afirma Elena, ?por eso nos gusta tanto ir. Mis recuerdos de infancia est¨¢n aqu¨ª. Sol¨ªamos venir mi hermana y yo con mi padre y, como era muy despistado, se iba al restaurante sin nosotras. La pescatera sal¨ªa corriendo grit¨¢ndole: ¡°?Juan Mari, las ni?as!¡±?, cuenta Elena entre risas. Al atravesar las puertas de La Bretxa saludan a cada uno por su nombre y les devuelven sonrisas.
Mirta Rojo
Se nota que los Arzak juegan en casa, son queridos y a los tenderos se les hincha el pecho cuando compran en su puesto. Elena se para frente a Pescados Conde, donde Puri le pregunta por sus dos hijos mientras le despacha unos chipirones frescos. Algunas se?oras, inmediatamente despu¨¦s, piden lo mismo. Cuando lleguen a sus hogares comentar¨¢n orgullosas?que hoy comer¨¢n lo mismo que?en casa de los Arzak.?
Mirta Rojo
La siguiente parada es en la pescader¨ªa Oianeder. Se meten tras el mostrador para hablar con ellos y se sit¨²an frente a un bonito mientras lo limpian meticulosamente. Juan Mari le pregunta al m¨¢s joven: ?Oye, ?a ti c¨®mo te gusta m¨¢s, con tomate o frito??. Tiene para todos una frase de cari?o, un gui?o o una pregunta. Elena se mantiene humilde, a la sombra de su padre, pero ya brilla sola. Ha crecido al lado de una persona que, de modo innato, crea complicidades con su entorno. Ella es m¨¢s reservada sin dejar de observar con curiosidad de ni?a todo lo que le rodea. ?He aprendido mucho de ¨¦l, la constancia en el trabajo y que te apasione lo que haces?, dice sin quitarle el ojo al g¨¦nero de otro puesto. ?Espe ¨Cotra tendera¨C ha creado un concurso de recetas de bonito. Cada una de las clientas dan la suya y yo soy el jurado?, cuenta Elena orgullosa. El premio es una cena para dos en el restaurante Arzak. Todav¨ªa queda la traca final, comprar a las caseras. Son mujeres que viven en caser¨ªos y que, situadas en las inmediaciones del mercado, venden los productos de su huerta. Ambos bromean con ellas intercambiando palabras de euskera y espa?ol con esa caracter¨ªstica musicalidad de la zona. ?Les tenemos mucho cari?o?, asiente ella, ?adem¨¢s, una bolsa con todo reci¨¦n picado es un lujo para cocinar. Es inevitable que siempre nos llevemos algo?.?
Mirta Rojo
Con las manos en la masa. Tras una parada t¨¦cnica en su casa, en la que recoger algunas flores de su jard¨ªn para cocinar, apuran el tiempo para llegar al restaurante. ?Todo el personal come junto, y cada d¨ªa cocina uno. Le damos la misma importancia a que sepan preparar unas buenas lentejas como a la elaboraci¨®n de la ¨²ltima creaci¨®n de la casa. Todo ha de ser perfecto y si no lo es, aceptamos las cr¨ªticas constructivas para ir?mejorando. Nadie se las toma a mal. Mi padre te comenta los fallos m¨¢s directamente y con sentido del humor. Yo, sin embargo, soy m¨¢s seria: con un ¡°oye, c¨¦ntrate¡± basta para entenderme?. Dos ni?os rubios corretean por la cocina hasta que su abuela, Maite, los sienta a la mesa donde aguarda el resto de la familia. Son Nora y Mateo, los hijos de Elena. ?Hoy hay lentejas y ternera?, informa Pello Aramburu, el jefe de cocina, mientras acerca el perolo a los comensales dotando el ritual de la misma cotidianidad que existe en cualquier hogar.
Mirta Rojo
Cuando uno entra en una cocina siempre tiene la impresi¨®n de estorbar, en Arzak mucho m¨¢s. Cualquier rinc¨®n tiene su misi¨®n y si lo ocupas, incordias. Pello canta las comandas con un micr¨®fono a un equipo que trabaja con precisi¨®n y un ritmo fren¨¦tico: ?Extracto de sopa de marisco, muslo confitado, brocheta de tent¨¢culos y ma¨ªz inflado¡?. Son las dos de la tarde y, fuera de la cocina, gente de todas las nacionalidades llama a la puerta del restaurante. Elena reflexiona: ?Todo el esfuerzo se compensa con la sonrisa del cliente al salir?.?
Mirta Rojo
La vida de un plato
En la parte de arriba del restaurante atesoran el Banco de Sabores. M¨¢s de 1.000 productos de todo el mundo, recopilados en sus viajes y organizados en cajas transparentes, son su inspiraci¨®n.?Elena, Juan Mari, Igor y Xabier prueban en el laboratorio los ingredientes y les aplican distintas t¨¦cnicas.?Una vez creado un plato nuevo, la primera persona en probarlo es Maite, la madre de Elena, luego lo prueba su hermana Marta y gente de confianza.?Si pasa el primer casting, lo introducen en carta y comprueban si funciona con los clientes.?El ¨²nico plato que ha permanecido siempre es el helado de queso fresco.
Mirta Rojo
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