Sam Byers, retrato de una generaci¨®n ombliguista
Desde un prisma conmovedor y divertido, el escritor arremete contra la alienaci¨®n en su ¨®pera prima.
La idiopat¨ªa es un ?trastorno de aparici¨®n espont¨¢nea o de causa desconocida?. En la novela del mismo t¨ªtulo de Sam Byers (Norwich, Inglaterra, 1979) se refiere a una extra?a enfermedad que afecta a las vacas y, por ende, a una serie de epidemias sociales: la charlataner¨ªa, la fama ef¨ªmera de las redes y la dificultad de mantener una relaci¨®n decente. A trav¨¦s de tres personajes treinta?eros, el debutante Byers hace un sat¨ªrico diagn¨®stico de su generaci¨®n.
?Se propon¨ªa retratar a los nacidos en los 80?
Ser¨ªa presuntuoso por mi parte. M¨¢s que nada quer¨ªa describir una era. Pero s¨ª es cierto que muchos de los que vinimos al mundo en familias de clase media de Occidente tenemos una cierta manera de pensar en nosotros mismos, una conciencia de los ¨¦xitos y fracasos de los 60, etc.
Una de sus protagonistas, Katherine, dice que ?se esfuerza en no ser feliz?. Eso la coloca a contracorriente de la sociedad. ?Sabe ella algo que nosotros no sepamos?
Me temo que s¨ª. Una de las cosas que me gustan de ella es que, no importa lo dif¨ªcil y brusca que sea su actitud, intenta vivir de forma honrada y rechaza dar credibilidad a las ideas que otros encuentran reconfortantes. Creo que esta conspiraci¨®n social, la de la felicidad como un objetivo en s¨ª misma, ha sido muy da?ina. Nada deprime m¨¢s que pensar todo el d¨ªa que se deber¨ªa ser m¨¢s feliz de lo que se es.
Los ecoactivistas no salen bien parados.
No pretend¨ªa ridiculizar este movimiento. Pero s¨ª reflejar que a veces se hacen cosas que parecen altruistas por razones narcisistas. Todos conocemos a personas que se involucran para quedar bien y adquirir un sentido de superioridad moral.
En el libro alguien se convierte en una especie de celebridad de las redes sociales. ?Cu¨¢l es su relaci¨®n con ellas?
Con Twitter, la ¨²nica que uso, es complicada. Por un lado, he conocido a gente maravillosa y he descubierto m¨²sica y libros. Pero el esquema mental que mueve las redes y las vuelve adictivas es el opuesto al necesario para toda actividad creativa. Twitter transmite que cualquier idea es tan buena como el n¨²mero de gente que la repite. El arte no es as¨ª, necesita existir en ausencia de afirmaci¨®n. Me cuido de la gratificaci¨®n instant¨¢nea del Like.
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