Tener un vino propio es posible
De Alicante llega el sello Microvinya, llamado a revolucionar la viticultura. Con ¨¦l, peque?os propietarios, de todo tipo de profesiones y nacionalidades, se unen para tener su propio caldo.
La parcela del organizador del congreso sobre el Estudio de F¨ªsica y Detectores para el Futuro Acelerador Lineal, Juan Fuster, est¨¢ muy cerca de la que posee la arquitecta Beatriz Vicent, y tan solo a unos pasos de la del ortodoncista Gustavo Pascual (hijo del compositor de Paquito el chocolatero). No nos referimos a una urbanizaci¨®n de lujo en la zona de monta?a de Alicante, el Muro de Alcoy. Aqu¨ª tambi¨¦n hay maestros, fontaneros, electricistas¡ Este es un vi?edo compuesto por 28 minifundios, cada uno con una media de 5.000 metros cuadrados. ?Los terrenos los compraron o heredaron de sus padres. Y aunque esta tierra hab¨ªa sufrido un tiempo de abandono, ellos la quisieron recuperar, y ah¨ª entra nuestra colaboraci¨®n?, comenta Juan Cascant, copropietario de la bodega Celler la Muntanya ¨Cjunto a Toni Boronat¨C y fundador del concepto Microvinya.
En 2004 Cascant comenz¨® a producir vino para consumo propio y pens¨® en cultivar nuevas tierras. ?En esta zona hab¨ªa muchas abandonadas, as¨ª que decidimos ponernos en contacto con minifundistas para, con su explotaci¨®n, poder producir un vino de calidad en lugar de plantar nuevas?, recuerda Juan. ?Muchos pensaban que compr¨¢bamos uva, pero no es as¨ª, contactamos con los agricultores para trabajar los terrenos?. En 2010 el concepto Microvinya arranc¨® de una forma muy peque?a, con una producci¨®n de 11.000 kilos para hacer el vino, este a?o ya ronda los 55.000 kilos.
La Microvinya se identifica con cinco principios, que es lo que ha hecho que llame la atenci¨®n de prensa internacional como The Guardian ¨Cy consiguientes compradores brit¨¢nicos dispuestos a producir su propio vino¨C . ?Los valores son sencillos. Lo primero, el respeto por la naturaleza y por las especies aut¨®ctonas, as¨ª como constatar que se ha remunerado justamente al agricultor, que es lo m¨¢s revolucionario hoy en d¨ªa?, explica Juan. Sobre estos, puntualiza: ?En eso nos distinguimos de la etiqueta ecol¨®gica o sostenible, porque ese sello no garantiza que se ha pagado de manera justa al agricultor. Un vino que cuesta dos o tres euros lo ¨²nico que deja claro es que alguien ha perdido, y este es el due?o de la tierra. Ahora regreso de Girona, donde he explicado este m¨¦todo de cultivo a personas interesadas, y en unas semanas ir¨¦ a Canarias donde espero que pronto haya vinos con el sello de Microvinya?.?
Bodega de Celler del Roure.
Otro de los puntos m¨¢s llamativos es el concepto de negocio inspirado por el economista austr¨ªaco Christian Felber. ?Las empresas no son una maquinaria de ganar dinero, son generadoras de servicios para la sociedad?. Adem¨¢s, cualquier acci¨®n de?marketing?y su etiqueta ?tienen que defender los valores, la cultura y la tradici¨®n de la regi¨®n donde se cultiva?. Y hay un ¨²ltimo punto: ?Debe servir de puente para que los productores transmitan sus conocimientos a nuevas generaciones?. Un ejemplo fue el vi?edo que montaron en el instituto de secundaria del pueblo, en el que colabor¨® Bodegas Mendoza. ?Somos peque?os y compartimos valores. No nos vemos como competencia. La competencia son los grandes grupos que solo se mueven por el beneficio y no les importa proteger esta tradici¨®n?, dice Pepe Mendoza.?
La semilla de la tendencia.?Del sello Microvinya ya participan otras bodegas, como la de Vicente Flors. ?Era banquero y tras jubilarme me apunt¨¦ a la Escuela de Viticultura y Enolog¨ªa de Requena (Valencia). Era muy divertido ver a alguien de mi edad entre gente tan joven?. Con su bodega produce 3.000 botellas que proceden de la vid de 10 parcelas que recuper¨®. Como ¨¦l, otras casas est¨¢n dando pasos para acercarse a este sello. Un ejemplo: la uni¨®n de 434 socios, due?os de 2.000 parcelas en Pontevedra, que componen la bodega Paco y Lola, que ya tiene consumidores tan conocidos como Woody Allen. Tambi¨¦n el Celler del Roure, Enrique Mendoza o Rafael Cambra. ?Quienes queremos entrar en este sello lo hacemos por tener, y disfrutar, de nuestro propio vino con una Denominaci¨®n de origen ajena a burocracias?, afirma Cambra.
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