De los suburbios y las colas de los supermercados a las pasarelas: c¨®mo el ch¨¢ndal se ha convertido en prenda de lujo
Vilipendiado durante d¨¦cadas como sin¨®nimo de lo hortera, el uniforme deportivo es, en realidad, una se?al de estatus.
¡°El ch¨¢ndal es un signo de derrota. Cuando pierdes el control sobre tu vida, te compras un ch¨¢ndal¡±. Entre los muchos talentos de Karl Lagerfeld estaba el de soltar frases lapidarias. Tambi¨¦n el de contradecirse constantemente. Antes de proferir esta hab¨ªa colocado a Linda Evangelista uno de tela gris y joyas para una campa?a de Chanel en los noventa. Despu¨¦s, para su colecci¨®n de invierno de 2015, el creador alem¨¢n dise?¨® varios ch¨¢ndals rosas que combinaban con las chaquetas de tweed marca de la casa. Para mostrarlos convirti¨® el Grand Palais en un supermercado; una met¨¢fora para ilustrar que esta prenda, adem¨¢s de asociarse al mundo deportivo, est¨¢ muy ligada a lo cotidiano: ch¨¢ndal para estar en casa, pasear al perro o ir a hacer la compra. Poco m¨¢s.
Aunque hace a?os que eso ya no ocurre. De hecho, ese mismo invierno en que Lagerfeld se atrevi¨® con el sport m¨¢s literal, el diccionario Merrian-Webster inclu¨ªa la palabra ¡®athleisure¡¯ entre sus p¨¢ginas para referirse a la ropa deportiva usada para todo tipo de actividades diarias. ?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? ?c¨®mo una prenda vilipendiada y ridiculizada por los ¨¢rbitros del buen gusto ha acabado siendo una pieza de pasarela, un comod¨ªn para vestir en cualquier situaci¨®n y hasta un objeto de lujo?
Con la fiebre fitness de los ochenta, el ¡®chandalismo¡¯ tuvo un intento de convertirse en macrotendencia global, pero no fue hasta el auge del hip hop cuando la prenda adquiri¨® popularidad m¨¢s all¨¢ de las canchas y los gimnasios. La d¨¦cada est¨¢ cuajada de im¨¢genes de Puff Daddy o Jay Z yendo en ch¨¢ndal a cualquier parte. El hecho de que as¨ª sea, y la subcultura del rap se apropiara de ¨¦l tiene un sentido oculto: la idea de arreglarse y respetar c¨®digos estrictos de indumentaria tiene que ver con la necesidad de agradar y encajar en el trabajo o las fiestas. Si se va en ch¨¢ndal es porque hay (o hab¨ªa, en este caso) tanto ocio como para poder permit¨ªrselo y tanta fama como para no tener que pensar en sentirte parte del entorno. El ¡®porque yo lo valgo¡¯ tan de los raperos (expertos en conjugar la sastrer¨ªa m¨¢s extrema con el sport m¨¢s de andar por casa) es, de alg¨²n modo, tambi¨¦n el de tantas celebridades fuera de alfombras rojas, paseando o yendo al aeropuerto. El ch¨¢ndal, al contrario de los que argumentaba Lagerfeld, no es un signo de derrota, sino de todo lo contrario (a no ser que seas Chenoa). Por eso algunos ricos y muchos poderosos en la sombra van con sudadera o pantal¨®n deportivo, aunque la alta moda tardara en aprobar la evidencia.
La industria rechaz¨® durante d¨¦cadas el enorme status prescriptor de los raperos (salvo excepciones como Tommy Hilfiger o Ralph Lauren, que supieron hacer caja con ello). Tambi¨¦n, de alg¨²n modo, la influencia est¨¦tica que tuvo en la calle el brit pop, siempre vestido con chaqueta de Adidas y hasta a la Spice deportista. Hasta que, hace m¨¢s o menos una d¨¦cada, Riccardo Tisci (entonces en Givenchy) o Alexander Wang dejaron entrar el chandalismo en la pasarela y, con ¨¦l, entraron las Kardashian a los front rows y A$AP Rocky o Rihanna a las campa?as. A fin de cuentas, con el cambio de siglo, marcas como Juicy Couture se forraron haciendo ch¨¢ndals de terciopelo para Britney o JLo y las grandes marcas deportivas ya hab¨ªan inventado el ch¨¢ndal de dise?o: Alexander McQueen y Husseyn Chalayan trabajaron para Puma y ah¨ª est¨¢ la longeva colaboraci¨®n de Adidas con Yohji Yamamoto, Stella McCartney o Raf Simons, entre muchos otros. El lujo lleg¨® tarde, pero lleg¨® con tantas ganas al ch¨¢ndal que parece que llevan dise?¨¢ndolo toda la vida.
La maquinaria de la industria de la moda sac¨® toda su artiller¨ªa para sintonizar con la calle y, durante el periodo entre 2015 y 2018 no hab¨ªa firma de lujo que no dise?ara un ch¨¢ndal en sus colecciones. Ni celebridad que no lo llevara en cualquier situaci¨®n, de Pharell yendo a los Oscar a Armmie Hammer promocionando ¡®Call me by your name¡¯ pasando, por supuesto, por Rihanna en cualquier circunstancia.
Hoy, que las reglas indumentarias se est¨¢n quedando obsoletas y las tendencias est¨¢n muriendo en favor de la individualidad, el ch¨¢ndal no solo es o puede ser una prenda para cualquier circunstancia, la verdadera clave est¨¢ en ser lo bastante audaz como para mezclarlo con vestidos, tacones, o abrigos de vestir (si es que la expresi¨®n ¡®de vestir¡¯ tiene sentido actualmente). ¡°La moda urbana ha muerto¡±, contaba recientemente a SModa Francesco ragazzi, creador de Palm Angels, la marca de ropa deportiva de lujo m¨¢s exitosa del ¨²ltimo a?o. No lo dec¨ªa porque el ch¨¢ndal haya sido una tendencia pasajera sino por que ¡°hoy toda la moda es urbana. No tiene sentido etiquetarla m¨¢s¡±. En definitiva, la conquista del ch¨¢ndal, como la de las zapatilas, es una conquista m¨¢s social que est¨¦tica.
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