?Qu¨¦ supone tener 25 a?os en Espa?a?
Miles de j¨®venes se debaten entre la frustraci¨®n y la rabia, entre hacer las maletas o asistir a fiestas de despedidas de amigos que se van.
En octubre de 2012, el cient¨ªfico del CSIC Carlos M. Duarte escribi¨® una columna para El Huffington Post espa?ol con un t¨ªtulo que dejaba lugar a pocas dudas: Ayer emigr¨® mi hija. Con tono triste y algo enfadado, explicaba que Guiomar se un¨ªa as¨ª a los varios centenares de miles de j¨®venes cualificados que dejaron Espa?a el a?o pasado. Duarte, que hablaba como padre pero tambi¨¦n como docente, mencionaba en el art¨ªculo a todos los amigos de su hija que pasaron a despedirse durante las ¨²ltimas semanas que estuvo en la casa familiar de Mallorca. Casi todos iban ya con su billete en el bolsillo, aseguraba, para ?Alemania, Canad¨¢, Uruguay, Noruega¡?.
El escrito toc¨® la fibra de muchos. Tuvo casi 63.000 ?Me gusta? en Facebook y se comparti¨® casi 9.000 veces. ?La BBC lo recomend¨® como lectura de la semana; mi correo electr¨®nico se llen¨® de mensajes de j¨®venes y padres en la misma situaci¨®n?, cuenta ahora Duarte. Casi cinco meses m¨¢s tarde, su hija est¨¢ dando forma a una nueva vida en Australia. En menos de un mes consigui¨® un trabajo a tiempo parcial y sus condiciones ya han mejorado. Ha hecho amigos, pero pasa mucho tiempo en las redes sociales, sorteando la diferencia horaria para contactar con su gente, la de siempre.
?Para m¨ª, por un lado, supone un alivio ver que su carrera se reanuda y sigue una buena trayectoria, pero por otro contin¨²a pareci¨¦ndome triste que no pudiera quedarse?, se?ala el cient¨ªfico, a la vez que advierte y subraya que el final relativamente feliz de su hija no siempre es la norma. ?Ella ha tenido suerte y hemos podido ayudarla. Pero hay muchos j¨®venes en Espa?a que ni siquiera se pueden permitir emigrar o lo hacen en condiciones mucho peores?, sentencia.
Con esa intenci¨®n precisamente, la de contrarrestar la imagen del joven que emigra ?con esp¨ªritu aventurero? ¨Ccomo dijo en unas declaraciones muy criticadas la secretaria general de Emigraci¨®n e Inmigraci¨®n, Marina del Corral¨C, naci¨® hace unos d¨ªas la web nonosvamosnosechan.net. Su contenido principal es un mapa interactivo que se actualiza cada segundo. Cada punto se?alado en el mapa responde a la historia personal de uno de esos nuevos emigrantes y se pueden leer casi como microrrelatos: ?Aaron, 24 a?os, Hong Kong, ingeniero?. ?Benito, 26 a?os, San Luis Potos¨ª, gerente de gimnasio?. ?Laura, 23 a?os, enfermera, Belfast?.
?La web tuvo m¨¢s de 100.000 visitas en su primer d¨ªa de funcionamiento, recibimos m¨¢s de 4.000 historias en menos de 48 horas y conseguimos ser trending topic mundial?, cuenta Isabel Serra, una de sus promotoras, que a?ade: ?La mayor parte de las historias que nos llegan son de gente que se vio obligada a emigrar, les gustar¨ªa volver pero no lo ven posible. Muchos cuentan que sus trabajos all¨ª son precarios, a menudo con sueldos en negro que no les permiten pagar un piso?. Isabel estudia Filosof¨ªa y vive (todav¨ªa) en Madrid. En cambio, Jes¨²s Gil, otro de los promotores de la web, colabora desde Rosario, Argentina, donde lleva apenas un par de semanas intentando trabajar de ?lo suyo?, el periodismo. Gil tiene la impresi¨®n de que la situaci¨®n econ¨®mica ha disminuido, por lo menos, la incidencia de un vicio nacional: el enchufismo. ?Lo de ser hijo de ya no vale tanto como antes, porque la diferencia entre t¨² y ¨¦l es que, por influencia, conseguir¨¢ una beca precaria y t¨² no?. Sin embargo, s¨ª que ve un abismo ?entre quien lo deja todo y se va a Liverpool a trabajar de lo que sea o el que se va a Los ?ngeles con un m¨¢ster pagado y un plan de vida definido. La diferencia est¨¢ ahora entre el que puede permitirse vivir de sus padres, estudiando 10 MBA y form¨¢ndose a precio de oro, y el que no puede estudiar, porque es un lujo para ¨¦l, y tiene que ponerse a currar para meter dinero en casa y no generar gasto?.
Los expertos, como el profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Oviedo Florentino Folgueroso, se?alan que los problemas que lastran a esta generaci¨®n ya ven¨ªan gest¨¢ndose desde los tiempos de bonanza. ?Los indicadores de precariedad, sobreeducaci¨®n y abandono escolar se han situado muy por encima de la media europea en los ¨²ltimos 25 a?os?, se?ala. Folgueroso, autor del informe El paro juvenil en Espa?a: un problema estructural, se muestra esc¨¦ptico con los incentivos a la emprendedur¨ªa que anunci¨® recientemente el Gobierno durante el Debate del Estado de la Naci¨®n. ?Se hab¨ªan anunciado 100 medidas y se presentaron solo 15, que son, de momento, m¨¢s de lo mismo. Subvenciones, rebajas fiscales y sobre todo la insistencia en desvirtuar los contratos formativos?. El profesor Duarte tambi¨¦n las considera insuficientes: ?Lo que ofrecen son contratos basura y condiciones de sumisi¨®n disfrazadas como plan de empleo. Como siempre, las cantidades a remunerar ser¨¢n tan rid¨ªculas que las familias de los j¨®venes tendr¨¢n que subsidiar a las empresas, cubriendo los gastos que los salarios m¨ªnimos no les permitir¨¢n cubrir?.
As¨ª, m¨¢s o menos, es tener 25 a?os y un pasaporte espa?ol. Debatirse entre la frustraci¨®n y la rabia, entre hacer las maletas o asistir a fiestas de despedidas de amigos que se van. Y, cada mes, enfrentarse a la estad¨ªstica del paro juvenil: esa que ha escalado ya hasta un 56,6%. El 43,4% restante es muy probable que cobre poco en un puesto para el que est¨¢ demasiado cualificado o que est¨¦ intentando emprender algo por su cuenta.?
La crisis para ellos ya no es algo pasajero, es un clima y un estilo de vida. Quienes tienen ahora un cuarto de siglo empezaron su vida adulta y sus estudios superiores, si es que los tienen, ya en recesi¨®n y a ella han tenido que ajustar sus expectativas vitales.Y sin embargo, y sin caer en el enga?oso optimismo ¡°aventurero¡± de algunos, hay algo en el concepto ¡°tener 25 a?os¡±, algo tan biol¨®gicamente poderoso, que incluso derrota a la coletilla ¡°tenerlos en Espa?a en 2013¡±.?
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