Ren¨¦e Zellweger o por qu¨¦ Hollywood tiene un problema (y no es el que crees)
La cuesti¨®n no es qui¨¦n se opera y c¨®mo, sino por qu¨¦. El p¨²blico espera que algunas actrices sean ¡®chicas eternas¡¯ y finge esc¨¢ndalo cuando ¨¦stas act¨²an en consecuencia.
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Nadie le hab¨ªa hecho tanto a caso a Ren¨¦e Zellweger desde 2010, a?o en el que hizo su ¨²ltima pel¨ªcula. Pero ahora ya es probablemente lo m¨¢s googleado de la semana. La actriz se dej¨® ver con esa misma cara?el?pasado fin de semana?en un acto de apoyo a su publicista, Nanci Ryder, diagnosticada con ELA, y pas¨® completamente desapercibida. Y en julio pasado asisti¨® a un acto de homenaje a la dise?adora Carolina Herrera m¨¢s o menos con el mismo aspecto.
Algo sucedi¨® el lunes para que se diera una tormenta viral perfecta. Una combinaci¨®n de ¡°El ni?o de El sexto sentido ya no parece el ni?o de El sexto sentido¡± (un cl¨¢sico que reemerge por Internet cada cierto tiempo) mezclado con el cl¨¢sico ¡°ojo, que una mujer conocida ha sido avistada en p¨²blico con un aspecto fuera de lo tipificado¡±, un g¨¦nero amplio que siempre hace fortuna y que engloba desde una Kim Kardashian embarazada a una Kate Moss en un yate sin meter tripa.
El esc¨¢ndalo en torno al nuevo aspecto de la actriz no ha quedado mitigado al entrar ella misma en el debate. Zellweger ha desaprovechado la ocasi¨®n de afrontarlo de cara, como s¨ª hizo Jennifer Lawrence con el robo de sus desnudos. La protagonista de Los Juegos del hambre dijo en su entrevista con Vanity Fair que aquello fue un ¡°crimen sexual¡± y que todos los que miran est¨¢n ¡°perpetuando la ofensa¡±. Las declaraciones era refrescantes y novedosas porque mostraba a una mujer de perfil p¨²blico ventilando una emoci¨®n que normalmente pocas mujeres (ni siquiera las de alto poder pol¨ªtico) se pueden permitir, la ira. En cambio, en el comunicado que Zellweger ha enviado a People no deja traslucir nada de lo que seguramente ha debido sentir en las ¨²ltimas horas. Suena sarc¨¢stica pero nos tememos que no lo es cuando dice que ¡°se alegra¡± de que la gente la encuentre cambiada. ¡°Estoy viviendo una vida feliz, diferente y muy llena y me emociona que quiz¨¢ se note. Mis amigos dicen que se me ve pac¨ªfica y feliz¡±. Atribuye su cambio de aspecto a que ahora ¡°cuida de s¨ª misma¡±, algo que en el pasado no hac¨ªa. Y lo m¨¢s que llega a decir de la pol¨¦mica que se ha generado es que es ¡°silly¡±, tonta. En el espectro de la negatividad, no existe adjetivo m¨¢s suave.
La actriz ha perdido la oportunidad de tratar al p¨²blico como adulto y admitir, que s¨ª, se ha operado, mucho y probablemente mal. Y de decir con su propia voz lo que otros est¨¢n diciendo por ella. Que en Hollywood ¡°envejecer con dignidad¡± en realidad es sin¨®nimo de ¡°operarse bien¡±, como se?ala Amanda Hess en Slate (ejemplo: Sandra Bullock), que el problema no es suyo sino nuestro, como se?alan en The Guardian (¡°ella deber¨ªa saber cuando una mujer famosa ya no cumple nuestras expectativas de belleza que sea a la vez inalcanzable y sin esfuerzo¡±, ironizan) y que si ¡°se hubiera atrevido a presentarse con el aspecto de una mujer de 45 a?os, tambi¨¦n hubiera habido comentarios sobre sus cambios¡±, como dicen en Salon.
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A la izquierda, Meg Ryan a finales de los 80 cuando se estren¨® ¡®Cuando Harry encontr¨® a Sally¡¯ (1989). A la derecha, en una imagen actual.
Getty/Corbis
Aunque existen ejemplos de actores masculinos ridiculizados en los medios por envejecer mal y cometer el pecado cardinal de perder su juventud en p¨²blico (Mickey Rourke, Val Kilmer) ¨¦ste es en realidad un problema de g¨¦nero. Y el ejemplo m¨¢s claro de que las cosas cambian poco y lentamente es que todo esto lo hemos vivido ya con Meg Ryan. Igual que Zellweger es inseparable de su papel m¨¢s famoso, Bridget Jones, Ryan qued¨® fijada en la memoria como la pizpireta hero¨ªna de las pel¨ªculas de Nora Ephron en los 90. Las dos deben sus mayores ¨¦xitos a la comedia rom¨¢ntica, un g¨¦nero en el que (con permiso de Nancy Meyers y sus pel¨ªculas sobre cincuentones con calent¨®n) parece que el relato se acaba cuando la chica consigue al hombre que va a fertilizar sus ovarios. Por lo tanto, existe una fecha de caducidad biol¨®gica que, siendo generosos y de acuerdo con los usos modernos, puede extenderse m¨¢s o menos hasta los 45, justo la edad que tiene ahora Zellweger. Para el p¨²blico, Ryan y Zellweger han sido y deber¨ªan seguir siendo siempre ¡°chicas¡±. Chicas monas, chicas torpes, chicas dulces, chicas que a veces se ponen pesadas al pedir la ensalada con demasiados cambios, como Meg Ryan en Cuando Harry encontr¨® a Sally. De ah¨ª quiz¨¢ que tomaran la decisi¨®n de huir hacia delante y desfigurarse, si bien es cierto que nadie les ha obligado? y que, de haber vislumbrado el resultado final quiz¨¢ no lo hubieran hecho.
Debe de ser una edad ic¨®nica o simb¨®lica porque el otro d¨ªa tambi¨¦n la utilizaba Frances McDormand en una entrevista en el New York Times, cuando dec¨ªa: ¡°estamos en alerta roja sobre como nos percibimos como especie. Ser adulto no es un objeivo. No se ve como un regalo. Algo ha pasado culturalmente para que nadie quiera pasar de los 45. Todo el mundo viste como un adolescente. Todo el mundo est¨¢ preocupado por tener la piel suave¡±. A las actrices como McDormand, que presume en la misma entrevista de no haberse ¡°hecho mutaciones¡± y que asegura que su marido, Joel Coen, tiene que frenarla en los actos sociales porque se enfurece al ver lo que han hecho sus amigos con sus caras, se les permite envejecer en p¨²blico siempre y cuando se atengan a las reglas. Ella acaba de producir su propia serie, Olive Kitteridge, para poder tener un buen papel. La segunda v¨ªa es aceptar hacer papeles primero de madre de la actriz sexualmente deseable ¨CVera Farmiga, de s¨®lo 41 a?os, hace de madre de Leighton Meester, de 28, en El juez,que se estrena hoy¨C y despu¨¦s de abuela ¨CSusan Sarandon es la ?abuela! de Melissa McCarthy en Tammy. La madre es Alison Janney, de 54 a?os, quien a su vez hace de abuela y posible bisabuela en la serie Mom¨C. La tercera opci¨®n es llamarse Meryl Streep.
La convenci¨®n dec¨ªa que las actrices buenas (Melissa Leo) pueden conservar su propia cara, mientras que las que est¨¢n buenas (Cameron Diaz) tienen que inventarse algo para congelarse en la edad a la que se hicieron famosas o borrarse del mapa. Pero incluso eso se tambalea. S¨®lo hay que ver a la respetada Sarah Paulson (American Horror Story), que s¨®lo tiene 39 a?os y ya da muestras de amigarse con el bistur¨ª.
Ahora la pregunta es: ?cu¨¢nto tardaremos en vivir otro esc¨¢ndalo fabricado a lo Ren¨¦e? Como se ve venir, imploramos: dejen tranquila a Jennifer Aniston.
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