Yo, Cristina F.: el fin de la inocencia
Natja Brunckhorst tuvo que lidiar con la fama precoz que le depar¨® protagonizar ¡®Yo, Cristina F.¡¯, una de las pel¨ªculas m¨¢s conocidas del nuevo cine alem¨¢n.
La terrible historia de Christiane Vera Felscherinow fue destapada por dos reporteros del semanario alem¨¢n Stern en 1978, cuando ella ten¨ªa 15 a?os. Kai Hermann y Horst Rieck la hab¨ªan conocido mientras investigaban la muerte por sobredosis de una de sus amigas, Babsi, la v¨ªctima m¨¢s joven de lo que se llam¨® Los ni?os de la estaci¨®n del Zoo, en referencia a la estaci¨®n del Jard¨ªn Zool¨®gico de Berl¨ªn, lugar donde a finales de los a?os setenta acud¨ªan los adolescentes y j¨®venes yonquis berlineses a prostituirse y trapichear con droga. Tres a?os despu¨¦s, en 1981, el director Uli Edel estrenaba Yo, Cristina F., una de las pel¨ªculas m¨¢s conocidas del nuevo cine alem¨¢n y uno de los acercamientos m¨¢s tremendos que ha dado el cine sobre la generaci¨®n que se enganch¨® a la hero¨ªna.
Reestrenada ahora por Filmin en una copia remasterizada, Yo, Cristina F. es, ante todo, una pel¨ªcula de terror cuyas referencias a dos cl¨¢sicos del g¨¦nero, Nosferatu, de Murnau, y La noche de los muertos vivientes,?de George A. Romero, no son casuales. Tambi¨¦n es una pel¨ªcula sobre una ciudad, Berl¨ªn, y su perfil m¨¢s plomizo; sobre un entorno familiar y social fallido, y sobre la fascinaci¨®n por la etapa berlinesa de un genio, David Bowie, que tambi¨¦n tuvo que lidiar con su propia dependencia a la coca¨ªna. Su ¨¦pico H¨¦roes es la canci¨®n que suena en una de las pocas secuencias en las que los personajes de esta dur¨ªsima pel¨ªcula corren y r¨ªen mientras conquistan un edificio coronado por uno de los grandes s¨ªmbolos de la prosperidad alemana y de su lado m¨¢s oscuro, el logo de Mercedes-Benz. Yo, Cristina F. documenta, m¨¢s all¨¢ de su cuestionable pornograf¨ªa visual, la vida de una generaci¨®n abandonada a su suerte. A trav¨¦s de actores naturales, filmando a esos ni?os de la estaci¨®n del Zoo, el filme entronca con el arquetipo que se fij¨® en d¨¦cadas posteriores del vagabundeo adolescente, y eso incluye a la gran Mi Idaho privado (1991), el shakesperiano retrato de Gus Van Sant de los chaperos de Portland.
La aut¨¦ntica Christiane acab¨® convertida en una yonquiestrella que a?os despu¨¦s public¨® Mi segunda vida (editado en Espa?a por Alpha Decay) sobre sus tristes tumbos. Su int¨¦rprete en la pantalla, la bella Natja Brunckhorst, tuvo que lidiar con la fama precoz, pero acab¨® convertida en una guionista profesional. Su boca de color uva, la sombra de los ojos azul y los tacones con vaqueros y calcetines la convirtieron en una tr¨¢gica Lolita underground.???
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