Yo¨ªsmo, el ego como marca
Tras la fiebre del selfie, asistimos a un repunte de las sesiones de estudio al calor de un nuevo concepto: la profesionalizaci¨®n de la autoimagen.
Ligar, ser admirado, mostrarse seguro, divertido, inteligente¡ ?stas son algunas de las gratificaciones sociales que llevan a un usuario de Instagram, la red con m¨¢s de 200 millones de usuarios activos (y que cuenta aproximadamente con 1.200 millones de ?me gusta? diarios y un promedio de 55 millones de fotos subidas al d¨ªa en todo el mundo), a perseguir la pose perfecta. Si es necesario, recurriendo incluso a los disparos de un profesional. ?Todo puede sintetizarse en una idea prof¨¦tica; la que avanz¨® Ben Stiller en la pel¨ªcula Zoolander: la mirada acero azul con la que hab¨ªa construido su imperio de la moda?, explica el fil¨®logo, fil¨®sofo y cr¨ªtico literario Carlos Pott. ?En la ¨¦poca de la hiperpresencia fotogr¨¢fica, es natural que se acent¨²e la preocupaci¨®n personal por su control semi¨®tico. O lo que es lo mismo: cuando se repite ad nauseam una expresi¨®n o mueca en la que uno se ve favorecido o se decide contratar a alguien para que nos retrate, lo que estamos haciendo, en realidad, es perseguir una imagen referencial que nos acote y mitifique. Queremos identificarnos con ella y proponerla p¨²blicamente?, a?ade.
El fen¨®meno no es algo aislado o marginal. ?Contra lo que quiz¨¢ podr¨ªa esperarse por el uso extendido de c¨¢maras en los tel¨¦fonos, lo de contar con un experto est¨¢ aumentando cada d¨ªa?, explica Eduardo Cano, a cuyo estudio en Madrid, ?tico 26, se acerca ?gente que quiere ofrecer su mejor versi¨®n a trav¨¦s de Internet, dar una imagen cuidada en las redes sociales y laborales o resultar atractiva en Facebook y Twitter, para aumentar sus posibilidades de encontrar trabajo o mejorarlo, o ser m¨¢s popular en sus c¨ªrculos virtuales?. Por otro lado, regalar una sesi¨®n de fotos como recuerdo, con motivo de una despedida de soltero, una boda, un aniversario o porque s¨ª, es cada vez m¨¢s frecuente, seg¨²n cuenta Cano, cuyas tarifas van de los 40 a los 400 euros.
Nueva era, nuevas demandas. ?Ha surgido otro tipo de cliente: blogueros que ya han conseguido un gran n¨²mero de seguidores y no quieren rebajar su estatus a personas normales. Por afici¨®n o por querer convertir su pasi¨®n en profesi¨®n, contratan tambi¨¦n estos servicios?, explica Nacho Mart¨ªnez de PhotoArt (Barcelona). El suyo es uno de esos estudios que, casi sin pretenderlo, empiezan a especializarse en ?fotos tipo life style, donde los protagonistas aparecen con un estilismo y postura desenfadados. Casi como si se las hicieran con sus amigos?, comenta.
Entre las peticiones m¨¢s peculiares que ha recibido, Nacho recuerda la de una americana que le pidi¨® que la inmortalizase con nada menos que 100 looks diferentes en una ma?ana. ?No estaba disponible el d¨ªa que me ped¨ªa, pero adem¨¢s sent¨ª la necesidad de decirle que eso no era viable?, bromea.
Un fot¨®grafo en la maleta Agencias como El Camino Travel (www.elcamino.travel), Flytographer (www.flytographer.com), Local Lens (locallens.com) o TripShooter (tripshooter.com) acompa?an a turistas por todo el mundo para inmortalizar sus experiencias.
Mirta Rojo
Modelos ¡®amateurs¡¯. Aretha tiene 22 a?os, es de Barcelona y trabaja en una agencia de comunicaci¨®n. Su hobby es compartir su mundo e inspiraciones en su cuenta de Instagram (arethalagalleta), lo que poco a poco casi se ha convertido en un segundo trabajo. ?Una profesora me anim¨® a compartir mi gusto por las tendencias, el street style y los viajes, y ya tengo 80.000 seguidores?, cuenta. No ha dudado en contar con el toque experto de Carola de Armas, Claudia Bernier, Sergi G¨®mez o Berta Bernad, fot¨®grafos conocidos en el sector. ?Un exceso de celo respecto al resultado o un gui?o al mundillo profesional? El list¨®n est¨¢ alto. ?Asistimos a un proceso imparable: las fotos son progresivamente m¨¢s art¨ªsticas, sobre todo en Instagram?, analiza Olivia Piquero, profesora del M¨¢ster en Marketing Digital, Comunicaci¨®n y Redes Sociales de la Universidad Camilo Jos¨¦ Cela de Madrid.
?El mundo hoy d¨ªa se divide entre dos universos, el online y el offline, por lo que tu manera de presentarte en ambos es realmente importante?, reflexiona la artista y experta en marketing emocional Patrizia Gea. ?Lo primero que hacemos cuando nos hablan de alguien, para un trabajo o, incluso, por motivos personales, es buscarlo en Google. No estar all¨ª es igual a no existir. En este contexto, ?c¨®mo no va a ser relevante tu carta de presentaci¨®n? Internet es el escaparate m¨¢s amplio. La presencia all¨ª ya no es una tendencia, es tu identidad?, a?ade. ?La gente se ha acostumbrado a consumir, ver y observar im¨¢genes de gran calidad. De ah¨ª que haya cada vez m¨¢s particulares que no se conforman con un porfolio para su uso y disfrute personal, como se hac¨ªa hasta ahora, sino que buscan a alguien del sector de la moda que les garantice un resultado semejante al del mercado?, argumenta el fot¨®grafo Marc Sellar¨¨s, quien realiza este tipo de trabajos en Estudi 16 (Barcelona) y tambi¨¦n por libre. ?La ventaja desde el punto de vista creativo? ?No suelen tener reparos en realizar poses atrevidas, gestos o expresiones que originan peque?as obras de arte. Es m¨¢s, al tratarse de algo ¨ªntimo, por as¨ª decir, sin presiones y por el simple placer de posar, se consiguen resultados muy buenos?, reconoce.
Aunque en Estados Unidos y Latinoam¨¦rica llevan funcionando un tiempo, en Espa?a las empresas creadas ad hoc para este tipo de solicitudes apenas han empezado a florecer. Desde agencias que se ofrecen a acompa?arte en tus vacaciones para luego presumir como es debido de la escapada (como Flytographer, que env¨ªa corresponsales a cientos de puntos del globo) hasta las que se centran en hacer que el cliente destaque en los portales de ligoteo online (como Karina Louise, con sede en San Francisco). En nuestro pa¨ªs ya hay una pionera en ofrecer retratos para los perfiles profesionales. Se llama Fotolinked y se encuentra en Barcelona. Ante su creador, C¨¦sar Juli¨¢n, han posado m¨¢s de 130 personas desde su apertura hace solo siete meses. ?En su mayor¨ªa se trata de usuarios de Linkedin que no consiguen transmitir con su imagen lo que quieren. Algo nada despreciable, si tenemos en cuenta que m¨¢s del 65% de la importancia del perfil reside en la fotograf¨ªa y en el titular?, comenta Juli¨¢n. Con un presupuesto que va de los 25 a los 100 euros, el cliente tiene una sesi¨®n singular: ?No es una simple foto de carnet, se hace un minitest de personalidad, es divertido¡ Algunas clientas me dicen que ha sido un chute de autoestima?, sostiene el catal¨¢n, un apasionado de la imagen y el marketing.
Objetivo: subir el ¨¢nimo. Pasarlo bien y sentirse a gusto con uno mismo (tanto durante el proceso como con el resultado) es, de hecho y seg¨²n quienes se dedican a esto, una de las motivaciones fundamentales para quienes se lanzan a este tipo de experiencias. ?Muchas chicas lo hacen a modo de terapia para mejorar su propia autoestima, a menudo tras una ruptura. Necesitan verse guapas y transmitirlo?, explica Luis Lau, quien tiene su estudio hom¨®nimo en Barcelona. No es de extra?ar que surjan propuestas encaminadas a sacar a relucir el lado m¨¢s sexy de cada mujer, como el caso de Yo M¨¢s Guapa, centrada en sesiones boudoir (sensuales y elegantes). Luego, dejar el resultado solo para unos ojos privilegiados o destinarlo a foros m¨¢s concurridos como Facebook o Instagram, ya depende de cada uno.
Terreno (casi) inexplorado. El indudable potencial econ¨®mico del asunto merecer¨ªa un cap¨ªtulo aparte. ?Con el tiempo, las marcas se han dado cuenta de que esas felices fotos de viajes, y sobre todo de moda, que inundan nuestro timeline pueden incrementar sus ventas y, en ocasiones, han contactado con los autores, que a menudo se hac¨ªan fotos por hedonismo?, resume Francisco Oteo, soci¨®logo, economista y profesor de Publicidad en la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona. Para alguno de esos blogueros e instagrammers, la posibilidad de un negocio en el horizonte no deja de ser un incentivo m¨¢s para la mejora de las postales colgadas.
Las nuevas generaciones parecen asimilar estas realidades instintivamente. ?Resulta curioso observar c¨®mo ni?os y adolescentes reaccionan ante el objetivo con poses muy exageradas. En nuestros ¨²ltimos talleres hemos observado que la idea de construir una imagen de marca sobre uno mismo est¨¢ cada vez m¨¢s presente en la gente joven?, explica Amparo Las¨¦n, del Departamento de Sociolog¨ªa I de la Universidad Complutense de Madrid. ?Tambi¨¦n se da cierto desdibujamiento entre el ¨¢mbito profesional y el personal. Es algo complejo, porque est¨¢ comprobado que apostar por lo segundo resulta m¨¢s atrayente y muchos emprendedores empiezan a sacar partido a esto utilizando autorretratos para vender toda clase de productos?. ?Problemas a la vista? ?Los medios de comunicaci¨®n son quienes est¨¢n estigmatizando el fen¨®meno. No creo que est¨¦ justificado, ya que lo que m¨¢s se dan son pr¨¢cticas destinadas a compartir?, opina Las¨¦n. Coincide con ella Oteo: ?Los estudiosos tendemos a veces a criticar e incluso a predecir cat¨¢strofes sociales. No siempre nos acompa?a la raz¨®n; los neur¨®logos llevan a?os avis¨¢ndonos de que nuestro cerebro es como es y cada persona es un universo. Si la tendencia es que la gente focalice su inter¨¦s en su imagen, ser¨¢ por algo?. ¡®
Postureo¡¯ versus compartir. En la necesidad de comunicarse podr¨ªa estar el quid de la cuesti¨®n. ?El ser humano ahora puede transmitir emociones subiendo una foto de su hijo, nieto o amigos a su muro de Facebook o public¨¢ndola en su perfil de Instagram o Pinterest, hasta en su canal de YouTube. Una foto de un beb¨¦ que duerme o r¨ªe significa: ¡°Mira qu¨¦ feliz es mi nieta y qu¨¦ bien lo pasamos vi¨¦ndola. Te la ense?amos para que disfrutes tambi¨¦n¡±. Es un nuevo c¨®digo medi¨¢tico. En el caso de blogueros o instagrammers, es un simple entretenimiento y una forma de comunicarse con los dem¨¢s?, comenta Oteo. Los psic¨®logos, sin embargo, advierten de los peligros que conlleva pretender vivir en ese mundo feliz en el que, con frecuencia, convertimos los social media. ?A¨²n no hay datos sobre los trastornos asociados, entre otras cosas porque muchos de los exhibicionistas o narcisos no admiten el problema ni acuden a consulta. Pero estas pr¨¢cticas pueden reflejar a veces una necesidad de autoafirmaci¨®n constante generada por una baja autoestima?, dice Manuel Nevado, psic¨®logo social y vicepresidente de Psic¨®logos Sin Fronteras. Esta ONG tiene un grupo de autoayuda al que empiezan a llegar casos de gente joven adicta al m¨®vil y a las redes sociales. ?Una cosa es que busques orientaci¨®n para resultar m¨¢s atractivo ante una posible contrataci¨®n, por ejemplo, y otra es el lucimiento propio sin medida en la Red?, apunta.
?Quiz¨¢ lo que choca de pagar para hacerse fotos con el fin de exponerlas en las redes es la l¨®gica de inmediatez (y gratuidad) de ¨¦stas?, concluye Pott. ?Adem¨¢s, los perfiles consagrados a fotograf¨ªas personales se suelen enquistar en inagotables repeticiones de aquella imagen a la que el autor de la cuenta ha decidido que se parece. Recientemente, El Hematocr¨ªtico (@hematocritico) recopil¨® en Twitter todas las fotos de David Bustamante en su Instagram en las que aparec¨ªa en el asiento del conductor con gafas de sol, desvelando un archivo mon¨®tono e involuntariamente c¨®mico que incid¨ªa en el car¨¢cter serial de la imagen pop?.
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