Cien a?os de la destrucci¨®n en Siberia

En la ma?ana del 30 de junio de 1908, un objeto celeste -un peque?o asteroide de unos 60 metros de di¨¢metro o un cometa- atraves¨® los cielos sobre el r¨ªo Tunguska, en una regi¨®n remota de Siberia. Al desintegrarse en la atm¨®sfera desprendi¨® una energ¨ªa explosiva equivalente a una bomba de hidr¨®geno de 12 megatones, 1.000 veces la potencia de la bomba que destruy¨® Hiroshima. Decenas de kil¨®metros cuadrados de bosque quedaron arrasados y la explosi¨®n se oy¨® a 800 kil¨®metros de distancia. Ayer, cien a?os despu¨¦s, la mayor amenaza espacial para la Tierra es el asteroide Apofis.

Cient¨ªficos calculan que en 2029 el Apofis, de 350 metros de di¨¢metro, se aproximar¨¢ a la Tierra a unos 36.000 kil¨®metros de altura y podr¨ªa cambiar su trayectoria de tal manera que durante su siguiente aproximaci¨®n en 2036 podr¨ªa colisionar con el planeta. Si esto ocurriese, el asteroide producir¨ªa un efecto superior al de 40.000 bombas at¨®micas y se formar¨ªa en la Tierra un desierto de aproximadamente el tama?o de Francia.

Para evitar una eventual cat¨¢strofe, es preciso instalar sobre el asteroide un transmisor que permita conocer con precisi¨®n su ¨®rbita. El gran problema es que hasta el momento no existe ninguna nave capaz de llegar hasta ¨¦l. La NASA y la ESA patrocinan un concurso internacional convocado por la Sociedad Planetaria, fundada por el famoso divulgador Carl Sagan, para dise?ar una misi¨®n que se acerque al asteroide.

Ahora bien, existen dudas sobre si es mejor desviarlo o sencillamente destruirlo. Seg¨²n la mayor parte de los expertos, la mejor opci¨®n es desviar su trayectoria hasta ponerlo en una ¨®rbita segura para la Tierra. Porque destruirlo podr¨ªa crear una da?ina lluvia de asteroides m¨¢s peque?os que saldr¨ªan disparados hacia el planeta como misiles sin desviar significativamente la ruta del Apofis.