Exclusivo para mujeres
La tendencia islamista a segregar por sexos llega a hoteles y parques
Detr¨¢s de la puerta de espejo que s¨®lo se abre desde dentro, la presencia de dos empleadas sin cubrir anuncia el car¨¢cter singular de este hotel s¨®lo para mujeres en Riad, la capital de Arabia Saud¨ª. El Luthan, literalmente "retiro", es una primicia en un pa¨ªs donde la segregaci¨®n sexual es ley, pero tambi¨¦n parte de una tendencia en ascenso en esta parte del mundo: el empe?o de las mujeres por hacerse huecos exclusivos en unas sociedades que no las admiten como miembros en igualdad de condiciones. Al otro lado del golfo P¨¦rsico, la municipalidad de Teher¨¢n acaba de inaugurar el Behesht-e Madar¨¢n (Para¨ªso de las Madres), un oasis urbano donde las iran¨ªes pueden liberarse del velo.
Del ¨¦xito de la f¨®rmula da cuenta la nutrida concurrencia que atrae el parque incluso entre semana. Chicas trotando en ajustadas mallas de jogging, muchachas tomando el sol en bikini o abuelas preparando un picnic a la sombra de unas frondosas moreras, dibujan una estampa habitual en cualquier otro lugar del mundo, pero sorprendente en un pa¨ªs que exige que todas las mujeres, sea cual sea su religi¨®n o procedencia, se cubran de la cabeza a los pies. Aqu¨ª todas exhiben sin complejos melenas, escotes, brazos y ombligos, con una tranquilidad que s¨®lo permite la ausencia total de hombres. Incluso las jardineras son mujeres. Una vegetaci¨®n espesa y un per¨ªmetro completamente vallado se encargan de protegerlas de eventuales miradas concupiscentes.
"Es perfecto para venir a practicar deportes de equipo", declara Mahsa, una estudiante de 19 a?os en su primera visita desde que el parque se ha cerrado para las mujeres. Sin duda, jugar a baloncesto, voleibol o f¨²tbol con los preceptivos pa?uelo y bata, como debe hacerse en cualquier recinto mixto, no debe resultar nada c¨®modo. Adem¨¢s, se anuncia el pr¨®ximo alquiler de bicicletas (el carril especial ya est¨¢ se?alizado), un ejercicio que las mujeres tienen prohibido en p¨²blico desde la revoluci¨®n isl¨¢mica.
Fatemeh tambi¨¦n se muestra satisfecha. "Dadas las normas que tenemos en Ir¨¢n, necesitamos sitios as¨ª para que la gente se acostumbre a salir sin pa?uelo", defiende sabedora de que la mayor¨ªa de las mujeres no disponen de jardines o patios en sus casas. Adem¨¢s, a?ade Nushin, una antigua peluquera, "nuestro cabello tambi¨¦n necesita que le den el sol y el aire para mantenerse sano".
Afshaneh y sus cuatro amigas, que sestean ligeras de ropa bajo una p¨¦rgola, son un ejemplo perfecto. Han tardado una hora en llegar en taxi desde sus casas en la periferia de la ciudad. "Aqu¨ª tenemos m¨¢s libertad y nos sentimos m¨¢s c¨®modas", explica la joven cuando le pregunto por la diferencia con otros parques. "Respetamos el hiyab duro", a?ade se?alando los chadores doblados en una esquina. Es decir, que son de esas iran¨ªes que no salen de casa con un simple pa?uelo y una bata sino que por encima de ellos se envuelven en la tela negra distintiva de las chi¨ªes piadosas.
Son argumentos muy parecidos a los que se oyen en el spa del Luthan. Aunque en Arabia Saud¨ª impera una rigurosa rama sun¨ª conocida como wahabismo, el empe?o en mantener oculto el cuerpo de la mujer es similar al del chi¨ªsmo que defienden los gobernantes iran¨ªes. Las saud¨ªes llevan a?os reclamando espacios en los que poder pasearse o hacer ejercicio al aire libre, aunque Dina al Maeena, una pionera en la promoci¨®n del deporte femenino, asegura que un hotel s¨®lo para mujeres no tendr¨ªa ¨¦xito en su ciudad, Yeddah. "Incluso cuando vamos a La Meca lo hacemos con nuestros maridos y no se establece ninguna separaci¨®n", justifica.
De igual forma muchas iran¨ªes opinan que los lugares p¨²blicos no deber¨ªan segregarse. "Pertenecen a los ciudadanos, hombres y mujeres. Hacer parques, centros de recreo, festivales, etc. separados acent¨²a los estereotipos femenino y masculino, tambi¨¦n establece m¨¢s fronteras entre los sexos, lo que termina reforzando el discurso patriarcal predominante", argumenta Fariba Davudi. Esta feminista isl¨¢mica, condenada en rebeld¨ªa el a?o pasado por su activismo contra la discriminaci¨®n sexual y que ahora vive en EE UU, advierte contra la tentaci¨®n de apoyar esas f¨®rmulas.
"Tal vez las mujeres se encuentren m¨¢s c¨®modas porque pueden quitarse el pa?uelo y evitar el acoso de los hombres, pero esos problemas no tienen que ver con las mujeres. Est¨¢n relacionados con los hombres, que prefieren ignorar las causas y proponer la soluci¨®n m¨¢s f¨¢cil: limitar a¨²n m¨¢s a las mujeres", asegura Davudi entrevistada por correo electr¨®nico.
Fakhrolsadat Mohtashemipur discrepa. "Hay que tener en cuenta el contexto cultural", explica la que fuera directora de oficina de mujeres del Ministerio del Interior durante la presidencia de Mohamed Jatam¨ª. En su calidad de tal, Mohtashemipur fue una de las impulsoras de los parques para mujeres que se abrieron en Hamed¨¢n, Isfah¨¢n o Qom. "Pretend¨ªamos superar la discriminaci¨®n contra la mujer: No se trata de que no pueda ir a los parques p¨²blicos, sino de darle una alternativa. Aunque tal vez ahora haya otras razones detr¨¢s", precisa. Mohtashemipur se opone a la segregaci¨®n en otros ¨¢mbitos, como la universidad, porque "dificultar¨ªa la socializaci¨®n de la mujer".
Aunque la separaci¨®n de sexos, tradicional en el Ir¨¢n rural y menos desarrollado, se consagr¨® con la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979, el avance educativo que la mujer ha alcanzado desde entonces la ha llevado tambi¨¦n a reclamar mayores espacios p¨²blicos. Los islamistas iran¨ªes, como los de otros pa¨ªses, tratan de responder a esa demanda sin hacer cambios fundamentales en su concepci¨®n patriarcal del mundo, a trav¨¦s de propuestas como parques, playas, taxis, festivales, viajes, etc s¨®lo para mujeres. Incluso han anunciado que van a reservarles una isla en el lago Urmia.
Los temores de Davudi parecen encontrar respaldo en los carteles del Para¨ªso de las Madres donde, junto a las clases de gimnasia, la municipalidad ofrece cursos de cocina, econom¨ªa dom¨¦stica o decoraci¨®n. Frente a ellos una frase enmarcada de Jomeini recuerda que "el cambio m¨¢s importante tras la revoluci¨®n fue el de las mujeres". Las iran¨ªes discrepan sobre en qu¨¦ sentido. Las estrictas vigilantas que controlan los accesos al parque se encargan de recordarlo con un pitido a la que se acerca a la salida sin haberse cubierto de nuevo de la cabeza a los pies
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