El calvario de mos¨¦n Andreu
Un sacerdote de la Modelo de Barcelona ir¨¢ a juicio acusado de introducir droga en la prisi¨®n
E l sacerdote Andreu Oliveras afirma que cree m¨¢s en Dios que en la justicia terrenal, porque a la segunda la ha visto actuar de cerca con los humildes... y no le genera ninguna confianza. Es esa misma justicia humana la que le sentar¨¢ en el banquillo dentro de unos meses, acusado de introducir droga en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona prevali¨¦ndose de su condici¨®n de mos¨¦n del penal. A la espera del d¨ªa del juicio, ¨¦sa es la verdad procesal que despacha la fiscal en poco m¨¢s de dos folios que concluyen con una petici¨®n de 10 a?os de reclusi¨®n para el mos¨¦n.
Oliveras tiene 65 a?os y lleva 36 ejerciendo el sacerdocio a su manera, casi siempre al lado de las clases populares, aunque fue ordenado en 1972 en la parroquia de Sant Ildefons, en el acomodado barrio barcelon¨¦s de Sant Gervasi. La misma iglesia a la que entonces acud¨ªa de boy scout Albert Batlle, actual director de prisiones de la Generalitat.
Un informe revela que los funcionarios sab¨ªan que un preso meter¨ªa droga ese d¨ªa. Nadie advirti¨® al sacerdote
El cura identific¨® a la mujer que le hab¨ªa entregado el estuche donde fue encontrado hach¨ªs y hero¨ªna
Tras pasar por varias parroquias y ejercer como director de magisterio de la Universidad Blanquerna, Oliveras se decant¨® por el mundo penitenciario. As¨ª estuvo 15 a?os, hasta que la ma?ana del 2 de marzo de 2006 acudi¨® a la estaci¨®n de metro de Enten?a, en las puertas de la Modelo. Un recluso de la cuarta galer¨ªa, la m¨¢s dura por el r¨¦gimen imperante y el tipo de presos, le hab¨ªa relatado su desconsuelo por el aislamiento que sufr¨ªa y que le imped¨ªa recibir paquetes y mantener vis ¨¤ vis.
Benjam¨ªn Capit¨¢n Cami?os, que as¨ª se llama el preso, acud¨ªa de vez en cuando a la eucarist¨ªa dominical para tocar la guitarra y hab¨ªa solicitado por escrito ver al cura. Cuando lo logr¨®, le pidi¨® que le ayudara a meter en la c¨¢rcel unos CD de m¨²sica para aliviar su estado.
Oliveras accedi¨®, como hab¨ªa venido haciendo desde que lleg¨® a la Modelo en 1997. Sab¨ªa que vulneraba la normativa y que se granjeaba el recelo de algunos funcionarios, pero tambi¨¦n ve¨ªa las condiciones de vida de una c¨¢rcel que deber¨ªa estar clausurada hace a?os y en la que a¨²n se hacinan seis presos por celda.
Apartado de aquel destino en cuanto trascendieron los hechos, Oliveras reconoce ahora que para aliviarles la vida entre rejas ha estado a?os entregando tabaco a los reclusos. O tarjetas de tel¨¦fono para que hablen con sus familiares por Navidad. En otra ocasi¨®n regal¨® un perfume a un preso ante la gran insistencia por utilizarlo un d¨ªa concreto. La ocasi¨®n lo requer¨ªa, porque mos¨¦n Andreu lo iba a casar por la ma?ana y ten¨ªa derecho a unas horas de intimidad.
La llegada de Oliveras a la Modelo supuso la jubilaci¨®n del padre Pablo, uno de los pocos sacerdotes penitenciarios que quedaban en Espa?a de un cuerpo especial de funcionarios ya extinguido, creado tras el Concordato de 1953 con la Santa Sede. El mismo que permite la existencia de los capellanes castrenses.
Oliveras nunca fue bien visto por parte del funcionariado a causa de su proximidad con los presos, ni siquiera por el director de la c¨¢rcel cuando ocurrieron los hechos, un hombre joven pero muy reglamentarista. El mos¨¦n todav¨ªa recuerda que ciertos funcionarios olvidaban abrir las celdas para permitir que los presos que lo hab¨ªan pedido pudiesen hablar con ¨¦l.
Seg¨²n relata el sacerdote, el d¨ªa de autos recibi¨® de una mujer un estuche con cinco CD, lo abri¨® y no apreci¨® nada extra?o. Por eso, entr¨® en la prisi¨®n, llam¨® a Benjam¨ªn Capit¨¢n y le entreg¨® el estuche con los compactos. A la salida de la capilla le estaban esperando los funcionarios. En el interior de las tapas se escond¨ªan 50,829 gramos de hach¨ªs y 8,08 de hero¨ªna. Un sobre con la palabra Benjam¨ªn conten¨ªa tambi¨¦n unas dosis de droga.
El preso confes¨® al instante e incrimin¨® al cura. Oliveras lo neg¨® en un primer momento, pero despu¨¦s dijo la verdad y facilit¨® el tel¨¦fono y la identidad de la mujer que le entreg¨® el estuche y con la que hab¨ªa quedado para que le entregara los CD. El titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 12 de Barcelona, Luis G¨®mez Vizcarra, uno de los jueces m¨¢s veteranos que ejercen en Catalu?a, nunca orden¨® su localizaci¨®n ni la llam¨® a declarar. Tampoco se hizo nada, ni desde el juzgado ni desde la fiscal¨ªa, para identificar al funcionario de prisiones que firm¨® un informe que consta en las diligencias, en el que se dice: "Fuentes confidenciales del interior del departamento nos avisan de que este interno, cuando reingrese a la galer¨ªa, portar¨¢ sustancias t¨®xicas".
Oliveras entiende que "fue un montaje, porque los funcionarios lo sab¨ªan y no me avisaron". La fiscal Mar¨ªa Nieves Bran obvia ese detalle y sostiene que el sacerdote "se puso de acuerdo" con el preso "para introducir drogas" en la c¨¢rcel y que el verdadero destinatario era otro recluso del que nunca m¨¢s se supo.
"Resulta una paradoja sangrante que alguien como mos¨¦n Andreu, que ha dedicado su vida y ministerio a paliar los rigores de la vida penitenciaria y a luchar contra la lacra devastadora de la droga, sufra hoy una acusaci¨®n por tr¨¢fico", explica Crist¨®bal Martell, abogado defensor. "Su conducta es fruto de una ingenuidad y no atisb¨®, ni remotamente, que estaba siendo utilizado", a?ade el letrado. Desde que trascendi¨® el escrito de acusaci¨®n del fiscal, Martell ha recibido un sinf¨ªn de llamadas de presos para testificar a favor de mos¨¦n Oliveras.
"Lo que han hecho con el cura no tiene perd¨®n. Yo era drogadicto en la c¨¢rcel y ¨¦l me sac¨® de la droga. Mos¨¦n Andreu ha rehabilitado a m¨¢s presos que todos los equipos de tratamiento", explica con vehemencia Antonio S¨¢nchez Carrascosa, que ha pagado con 15 a?os una ristra de delitos. "Si estoy en la calle desde 2005 y no he vuelto a la droga ni a la delincuencia se lo debo al cura. No es que sea ingenuo, es que es tonto y por eso se ve as¨ª". El ex preso asegura: "Me duele m¨¢s que si me hubiera pasado a m¨ª" y recuerda que fue el propio mos¨¦n qui¨¦n fren¨® un mot¨ªn que se iba a montar aquel d¨ªa en la Modelo al trascender los hechos.
Ignasi Garc¨ªa Clavel, director de prisiones de la Generalitat de 1990 a 1999, testificar¨¢ a favor de Oliveras, junto a una larga lista de personas que han trabajado en la reinserci¨®n de presos y ayuda a toxic¨®manos. "No s¨®lo no me produjo nunca problema siendo sacerdote penitenciario, sino que s¨®lo o¨ª elogios por su trabajo de boca de los voluntarios que van a la c¨¢rcel a ayudar a los internos", recuerda.
'El calvario de mos¨¦n Andreu' es un reportaje del suplemento Domingo
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