La Luna, un recurso por descubrir
El sat¨¦lite est¨¢ compuesto por elementos muy parecidos a los que componen el manto y corteza terrestres
Cuatro d¨¦cadas de investigaci¨®n lunar han demostrado que nuestra vecina planetaria guarda un ¨ªntimo parecido a nuestro planeta, a pesar de ser un mundo inerte y desolado, como lo describi¨® Buzz Aldrin al contemplar el panorama lunar tras descender del m¨®dulo Eagle del Apollo XI. Charles Darwin plante¨® la posibilidad de que la Luna fuera un cuerpo desprendido de la Tierra y el oc¨¦ano Pac¨ªfico su cicatriz; en la actualidad, el consenso de los cient¨ªficos apunta a pensar que hace unos 4.500 millones de a?os, en los albores de nuestro Sistema Solar, la Tierra sufri¨® un impacto de un enorme objeto, probablemente del tama?o del planeta Marte, que lanz¨® al espacio una gran cantidad de material que fue aglutin¨¢ndose durante unos pocos millones de a?os formando as¨ª nuestro sat¨¦lite natural.
La superficie lunar ha sido bombardeada durante millones de a?os por meteoritos que han ido pulverizando los materiales rocosos
Es por eso que la Luna (hija de la Tierra) hered¨® buena parte de las caracter¨ªsticas de su madre/ascendencia. A excepci¨®n del metal que ya se hab¨ªa hundido hacia el centro de la Tierra para formar su n¨²cleo, la Luna est¨¢ compuesta por elementos como el magnesio, silicio, hierro, calcio... y rocas, muy parecidas a las que componen el manto y corteza terrestres. De hecho, cualquier aficionado a la geolog¨ªa podr¨ªa distinguir en la superficie de la Luna rocas volc¨¢nicas tan familiares como los basaltos (que cubren la mayor parte de las zonas m¨¢s oscuras vistas desde la Tierra) e incluso los m¨¢s experimentados podr¨ªan distinguir las anortositas blancas, que forman las zonas m¨¢s claras de nuestro sat¨¦lite natural.
Lo que diferencia de manera m¨¢s evidente a las rocas lunares de las terrestres es su textura. La superficie lunar ha sido bombardeada durante millones de a?os por meteoritos que, sin la protecci¨®n de una atm¨®sfera como en el caso de la Tierra, han ido fragmentando y pulverizando los materiales rocosos hasta convertirlos en el llamado regolito, un polvo tan fino que no encontramos similitudes en la tierra. Es gracias a esa diferencia de textura, entre otras cosas, que se sabe con certeza que las muestras tra¨ªdas por las misiones Apollo de la NASA (1969-1972) y Luna 20 de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (1972) eran de origen lunar.
Extraer ox¨ªgeno
En cuanto a elementos qu¨ªmicos que se puedan utilizar como recurso natural, hay que tener en cuenta que el oxigeno forma casi el 50% del material lunar (como tambi¨¦n pasa en la Tierra). El mayor inconveniente, sin embargo, es que su extracci¨®n requiere la utilizaci¨®n de sofisticadas tecnolog¨ªas, a menudo dif¨ªciles de implementar en un entorno tan hostil como es el de la superficie de la Luna. A¨²n as¨ª, durante m¨¢s de 15 a?os la comunidad cient¨ªfica ha ideado 20 m¨¦todos diferentes para extraer este oxigeno, utilizando solamente recursos lunares. Algunos de ellos est¨¢n ya en un avanzado estado de desarrollo, aunque a¨²n queda margen para nuevas ideas e iniciativas.
Otro elemento a tener muy en cuenta es el hidr¨®geno. Los resultados de la misi¨®n Lunar Prospector (1998-1999) parec¨ªan sugerir que hab¨ªa cantidades significativas de hidr¨®geno (se lleg¨® a proponer que en forma de agua helada) en algunas zonas pr¨®ximas a los polos lunares. Dicha observaci¨®n, de confirmarse, podr¨ªa llegar a ser de gran inter¨¦s, dado el potencial de dicho elemento para ser usado como combustible en los sistemas de propulsi¨®n en misiones interplanetarias. La Agencia Europea del Espacio (ESA) ha reconocido recientemente la importancia de llevar a cabo misiones rob¨®ticas de exploraci¨®n en la Luna y algunos asteroides, as¨ª como participar en el proyecto internacional de la primera misi¨®n tripulada al planeta Marte.
Experimentos dif¨ªciles en la Tierra
La exploraci¨®n continuada del llamado 8? Continente puede sin duda ofrecernos informaci¨®n de primera mano sobre el origen y evoluci¨®n del Sistema Solar. Pero adem¨¢s, nuestro sat¨¦lite natural nos ofrece la posibilidad de aprovechar las condiciones de baja gravedad, extremo vac¨ªo o total ausencia de contaminaci¨®n biol¨®gica para llevar a cabo experimentos que son extremadamente dif¨ªciles en nuestro planeta. Adem¨¢s, la cara oculta de la Luna es el lugar m¨¢s limpio de contaminaci¨®n electromagn¨¦tica de origen humano del Sistema Solar, y esto abre enormes posibilidades para la radioastronom¨ªa dedicada a buscar civilizaciones en el cosmos.
La pr¨®xima d¨¦cada probablemente vea el inicio de todas estas actividades mediante misiones rob¨®ticas y, en un futuro pr¨®ximo, aunque a¨²n incierto ya que actualmente la prioridad de misiones tripuladas es visitar Marte, los humanos ciertamente habr¨¢n de jugar un papel fundamental en la utilizaci¨®n cient¨ªfica de nuestro sat¨¦lite natural.
Andrea Jaime e Ignasi Casanova pertenecen al Centro de Investigaciones en Nanoingenier¨ªa de la Universidad Polit¨¨cnica de Catalu?a
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