Sol Alameda, una entrevistadora ¨²nica
Hubo un tiempo, muy largo, en el que leer El Pa¨ªs Semanal ofrec¨ªa un gran aliciente, un valor a?adido ¨²nico y original: la entrevista de Sol Alameda. Durante a?os, Sol puso todo su oficio y su inteligencia en la b¨²squeda de los mejores retratos para la revista dominical de El Pa¨ªs. Y obtuvo logros memorables gracias a ese ingenio y esa agudeza que siempre la caracteriz¨®. Gracias a esa manera de ver y mirar el mundo desde la inteligencia de una mujer siempre espoleada por la curiosidad y el af¨¢n de ampliar su visi¨®n del mundo y, de paso, el nuestro.
Sol Alameda muri¨® ayer en Madrid rodeada de su hija Clara y de su marido. Ten¨ªa 66 a?os y esa innata curiosidad suya le ha permitido continuar siendo un poco ni?a hasta el final. Una ni?a feliz y divertida, capaz de descubrir vivencias y personajes, capaz de abrirnos las puertas de las personalidades m¨¢s dispares. Ella cultiv¨® desde muy pronto el g¨¦nero period¨ªstico de la entrevista, aunque tambi¨¦n hizo interesantes incursiones en la investigaci¨®n period¨ªstica. Como subdirectora del programa Teleobjetivo de TVE, por ejemplo, investig¨® minuciosamente entramado terrorista de la banda ETA, el del GRAPO, el Opus Dei o el relato pormenorizado de los d¨ªas posteriores a la muerte de Francisco Franco.
En 2002, Sol Alameda recibi¨® el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo que otorga la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos. Ella siempre guard¨® como un grato recuerdo la foto de aquel acto en el que la periodista aparece sonriente junto al Pr¨ªncipe Felipe y su marido, el cineasta Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro. Aquel d¨ªa, Sol Alameda habl¨® de sus entrevistas y de la necesidad de contar con la colaboraci¨®n y la ayuda del entrevistado "incluso desde el desacuerdo". Compar¨® su tarea con la del espadach¨ªn y agradeci¨®, en un gesto muy suyo, "a los simp¨¢ticos y a los antip¨¢ticos, a los f¨¢ciles y a los dif¨ªciles, a los generosos y los taca?os" la ayuda prestada en sus a?os de trabajo.
Sol Alameda era culta, inteligente y sencilla. Era una gran conversadora interesada por la pol¨ªtica, pero tambi¨¦n, de manera muy especial, por el arte. Le gustaba mucho dividir al mundo entre simp¨¢ticos y antip¨¢ticos. Ella pertenec¨ªa, sin lugar a dudas, al primero de los grupos y era justamente todo su bagaje y esa forma de ser la que la convirti¨® en una entrevistadora ¨²nica, constructora de una obra monumental, en una mujer corajuda y fuerte, muy por encima de lo que presagiaba su menudencia. Un modelo profesional. Una persona inolvidable.
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