?Conservaci¨®n o desarrollo?
Marruecos se encuentra en una encrucijada. Crecer para salir de la pobreza o luchar contra la desertizaci¨®n, el pastoreo descontrolado y el 'boom' inmobiliario. Intereses leg¨ªtimos hoy todav¨ªa dif¨ªciles de conciliar
"Ad¨¦ntrate en el Sahara", "Descubre las ciudades imperiales" o "Disfruta de 300 d¨ªas de sol al a?o". Estos son algunos de los reclamos empleados por las agencias de viaje para captar al turista que busca un destino cercano, asequible y con diversidad de paisajes. Una vez all¨ª, el viajero no tiene m¨¢s que desviarse unos kil¨®metros del circuito tur¨ªstico habitual para descubrir el otro Marruecos, el que diariamente viven cerca de 34 millones de personas. Un pa¨ªs predominantemente agr¨ªcola, con m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n menor de 24 a?os y donde el burro sigue siendo el medio de transporte principal en gran parte de los lugares.
Un territorio vecino que empieza a abrir los ojos y est¨¢ incluyendo programas de conservaci¨®n en sus pol¨ªticas nacionales como f¨®rmula para combatir la pobreza que sufre m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n. Hoy d¨ªa, casi la mitad de los magreb¨ªes subsiste gracias a la agricultura, a pesar del creciente ¨¦xodo rural hacia las ciudades. La sobreexplotaci¨®n de los recursos, la ausencia de una adecuada gesti¨®n institucional y la degradaci¨®n de las condiciones de vida en el campo parecen ser algunas causas de esta huida hacia las urbes. Metr¨®polis como Marraquech, con un desarrollo urban¨ªstico descontrolado, se ahogan en un h¨¢bitat insalubre debido a una gesti¨®n ineficaz de las basuras y a la poluci¨®n del aire, con un parque automovil¨ªstico obsoleto y carburantes de mala calidad.
El cultivo abusivo de tierras ha hecho mermar el mayor alcornocal del mundo
S¨®lo se recicla el 2%, y la basura dom¨¦stica se abandona en medio de la calle
Un crecimiento demogr¨¢fico que acarrea el cultivo de tierras hasta ahora marginales y la destrucci¨®n de parte de la cubierta vegetal para la ganader¨ªa extensiva y el pastoreo. "El problema es muy grave. Se abusa del suelo de forma indiscriminada, sin ning¨²n tipo de control", cuenta Nacho Aransay, responsable de SEO/BirdLife en el pa¨ªs magreb¨ª. El investigador asegura que esta pr¨¢ctica descontrolada es la responsable de la progresiva desaparici¨®n del mayor alcornocal del mundo, en el bosque de la Mamora -cerca de Rabat-, y de la capa vegetal del parque nacional de Al Hoceima -en el Mediterr¨¢neo marroqu¨ª-, donde varias ONG espa?olas y comunidades aut¨®nomas desarrollan proyectos de conservaci¨®n. Tambi¨¦n est¨¢n siendo sobreexplotados la encina, el roble, el arg¨¢n y las palmeras datileras que cubren el oasis de Skoura, en la regi¨®n del valle del Dad¨¦s.
Estas especies, adem¨¢s, compiten con el creciente cultivo en invernadero, frecuente en el Marruecos m¨¢s meridional, donde se levantan ciudades como Agadir, la Almer¨ªa de la costa atl¨¢ntica marroqu¨ª. Cultivos como el tomate y el pl¨¢tano, irrigados con agua bombeada de acu¨ªferos subterr¨¢neos. "Eso est¨¢ provocando el descenso de la capa fre¨¢tica", asegura Lierni Gald¨®s, responsable de medioambiente de la oficina t¨¦cnica de cooperaci¨®n de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) en Rabat.
Una sobreexplotaci¨®n de los recursos naturales que agudiza el problema de la erosi¨®n y la desertizaci¨®n, desprotegiendo el suelo ante las inundaciones c¨ªclicas propias del clima marroqu¨ª. "Cada a?o llueve de forma m¨¢s irregular. Es el mismo fen¨®meno que vivimos en Europa con las riadas, que causan enormes da?os personales y materiales", a?ade Nacho Aransay.
Marruecos es, sin duda, un pa¨ªs de contrastes. Mientras que el 90% de su agua dulce se dedica a la agricultura, muchas mujeres han de caminar durante horas para llenar sus c¨¢ntaros de agua potable. Para mejorar esta situaci¨®n, el Gobierno est¨¢ desarrollando desde hace varios a?os infraestructuras para el abastecimiento de agua potable y el saneamiento tanto en el medio rural como en el urbano.
Y seguimos con contrastes. En ciudades como Ouarzazate, Agadir y Casablanca se utilizan ingentes cantidades de agua para el riego de campos de golf, anunciados a bombo y platillo para los turistas que viajan a Marruecos, unos ocho millones de personas en 2008.
Una paradoja m¨¢s si se tiene en cuenta que el agua que no se utiliza para la agricultura es conducida directamente a las urbes, donde acaba contaminada por los desechos dom¨¦sticos que se abandonan en medio de la calle, a falta de un sistema eficaz de recogida de basuras. Consciente del problema, el Ejecutivo marroqu¨ª lanz¨® en 2007 un ambicioso Programa de Desechos del Hogar, con un presupuesto de 37.000 millones de dirhams hasta 2022. El objetivo: reducir los vertederos incontrolados (un aut¨¦ntico para¨ªso para los millones de cabras y ovejas del pa¨ªs) y aumentar el reciclaje de la basura (hoy s¨®lo se procesa el 2%).
Desechos urbanos e industriales que se vierten al suelo, a los r¨ªos y tambi¨¦n a los fr¨¢giles humedales costeros, que albergan especies protegidas. "Marruecos ha exportado el modelo urban¨ªstico de la Espa?a de los sesenta, eligiendo las mejores zonas costeras para la construcci¨®n de hoteles", denuncia el responsable de SEO en Marruecos. Una urbanizaci¨®n salvaje como la de Agadir, donde en uno de los extremos de la playa, y a escasos metros del parque nacional de Souss-Massa, se est¨¢n edificando varios hoteles que enarbolan la bandera de "ecol¨®gicos".
"La presi¨®n por construir dentro del parque es muy grande. Hace poco quer¨ªan levantar hoteles con capacidad para 3.000 camas", afirma Mohamed el Bekkay, director de este parque nacional, el m¨¢s importante de los 12 que existen en el pa¨ªs. "Nuestro desaf¨ªo es conjugar la conservaci¨®n de la biodiversidad con el desarrollo humano como garant¨ªa de futuro", a?ade. Este espacio se protegi¨® en 1991, debido, sobre todo, a que albergaba la ¨²ltima colonia silvestre en el mundo del ibis eremita (Geronticus eremita), especie en peligro. Dentro de las 33.800 hect¨¢reas de Souss-Massa viven tambi¨¦n m¨¢s de 5.000 personas de la agricultura y la pesca sostenibles. "Generar recursos econ¨®micos para la poblaci¨®n es la clave", comenta Mohamed el Bekkay.
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