Las "drogas de violaci¨®n" se usan cada vez m¨¢s, advierte la ONU
Los agresores sexuales emplean sustancias no sujetas al control internacional o a una vigilancia estrecha
Las nuevas "drogas de violaci¨®n", que reducen la resistencia a quienes se les administran, se usan cada vez m¨¢s para cometer agresiones sexuales y robar los bienes a sus v¨ªctimas, advierte el ¨²ltimo informe anual de la Junta Internacional de Fiscalizaci¨®n de Estupefacientes (JIFE) hecho p¨²blico este mi¨¦rcoles en la sede de la organizaci¨®n en Viena.
El uso de estas sustancias es una pr¨¢ctica relativamente nueva y, aunque se ha frenado ¨²ltimamente endureciendo las medidas contra la m¨¢s famosa de todas ellas, el Rohypnol o flunitrazepam -de la familia de la benzodiazepina-, los agresores sexuales se han adaptado a la nueva situaci¨®n. Para evitar la estrecha vigilancia de este psicotr¨®pico -agente qu¨ªmico que act¨²a sobre el sistema nervioso central originando cambios temporales en la percepci¨®n, ¨¢nimo, estado de conciencia y comportamiento-, los delincuentes han comenzado a emplear otros alternativos que no est¨¢n sujetos a control internacional o al menos a una vigilancia estrecha, con lo que se adquieren "m¨¢s f¨¢cilmente".
El Rohypnol, tan usado en la d¨¦cada de los 90 por los agresores sexuales que fue llamado "la droga de los violadores", ha comenzado a ser sustituido por otras nuevas, que se usan con mayor frecuencia, como el ¨¢cido gammahidroxibut¨ªrico o GHB, la ketamina y la gamma butirolactona o GBL. "La mayor¨ªa de las cuales son de f¨¢cil acceso en muchos pa¨ªses, por lo que caen frecuentemente en manos de delincuentes", asevera la JIFE, instituci¨®n independiente de las Naciones Unidas.
Aunque el GHB - cuyo uso legal es como antidepresivo - fue puesto bajo control internacional en 2001, no todos los pa¨ªses actuaron en consonancia con las recomendaciones de la ONU y la regularon. En los casos de la ketamina, empleada por la medicina por sus propiedades analg¨¦sicas y anest¨¦sicas, y de la gamma butirolactona, siguen estando fuera de las convenciones internacionales de drogas, por lo que se pueden adquirir f¨¢cilmente.
El fen¨®meno de las "drogas de violaci¨®n" est¨¢ teniendo una "evoluci¨®n muy r¨¢pida", denuncia la JIFE, que insiste en que sean incluidas por los gobiernos nacionales en sus listas de drogas a controlar y que los productores desarrollen medidas de seguridad con colorantes y con sabores, de manera que la v¨ªctima pueda darse cuenta de su presencia y se pueda defender, evitando ingerirlas.
"El hecho de que en muchos pa¨ªses estas sustancias se consigan con facilidad conduce a que a menudo caigan en manos de delincuentes", subraya uno de los autores del informe y director del Centro para la Pol¨ªtica de Medicamentos de la St. George University de Londres, Hamid Ghodse. El experto informa de que "se usan para reducir fuertemente la resistencia de las personas ante una actividad sexual indeseada y luego puede que no sepan incluso lo que ha pasado", mientras que otras se despiertan con vagos recuerdos.
Los narcotraficantes obtienen estas sustancias en farmacias en otros pa¨ªses que ofrecen sus productos en Internet o en centros que funcionan a trav¨¦s de n¨²meros de tel¨¦fono, y que no exigen recetas. India ha sido identificada por la ONU como una de las principales fuentes de esas transacciones. Los gobiernos deben adoptar r¨¢pidamente medidas para limitar el acceso ilegal a esos f¨¢rmacos y para aumentar la concienciaci¨®n de la gente sobre los riesgos que entra?a desatender las bebidas y las comidas en lugares p¨²blicos, como en fiestas, pero tambi¨¦n en lugares privados, extremo que puede ser aprovechado por los depredadores sexuales.
Ante esta situaci¨®n, en la que en gran parte de los casos las v¨ªctimas reciben disimuladamente estas sustancias y en grandes dosis - lo "que acarrea grandes riesgos para su salud"-, la JIFE insta a los gobiernos a trabajar conjuntamente con las industrias farmac¨¦uticas y qu¨ªmicas, y a garantizar que la polic¨ªa y los fiscales disponen de autoridad legal para tomar medidas legales apropiadas contra los delincuentes o sospechosos. "En muchos pa¨ªses, el uso de sustancias que facilitan la comisi¨®n de delitos no constituye una ofensa criminal y por ello no puede ser penalizado adecuadamente", destaca la ONU.
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