Vivir en paz es posible
El estr¨¦s afecta a un tercio de los espa?oles y est¨¢ relacionado con la mitad de las bajas laborales. La crisis econ¨®mica empeora a¨²n m¨¢s estos datos. Controlar aquello que lo causa no siempre es posible. Aprender a controlarse uno mismo, s¨ª
Hay quien vive el estr¨¦s como algo cr¨®nico (y ag¨®nico). Hay quien ha hecho de su vida una actividad estresante y no sabe c¨®mo zafarse de esa carga. Hay incluso gente que necesita el estr¨¦s, moverse con ¨¦l a diario para sentirse vivo, aunque ese estilo de vida acabe pas¨¢ndole facturas f¨ªsicas y ps¨ªquicas. Para algunos estresados cr¨®nicos, los domingos suelen ser d¨ªas vac¨ªos en los que el malestar avanza conforme se desliza la tarde. Echan de menos ese veneno de adrenalina y tensi¨®n de los d¨ªas normales. O no saben descansar o no encuentran placer en relajarse.
"El estr¨¦s es una respuesta de alerta, de lucha, de invitaci¨®n al esfuerzo. En justas dosis, algo positivo", explica Antonio Cano Vindel, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense y presidente de la Sociedad Espa?ola para el Estudio de la Ansiedad y el Estr¨¦s (SEAS). El riesgo es vivir sobrecargado, no tener descanso. No saber parar. Es lo que le sucede a uno de cada tres espa?oles: "El 28% vive estresado. Con frecuencia, a causa del ritmo de vida o por sobrecargas econ¨®micas o sociales". Situaciones enquistadas, relaciones laborales injustas o abusivas, cansancio cr¨®nico. Con ese paisaje no es extra?o que el consumo de antidepresivos y tranquilizantes se dispare.
En 2009, el 16% de la poblaci¨®n tom¨® alg¨²n tipo de psicof¨¢rmaco
"El a?o pasado, el 16% de la poblaci¨®n tom¨® alg¨²n tipo de psicof¨¢rmacos, con un balance final de 96,5 millones de envases vendidos", agrega Cano. Las estad¨ªsticas aclaran adem¨¢s que s¨®lo dos tercios de estos medicamentos fueron recetados. El 30% de los pacientes los consume sin prescripci¨®n m¨¦dica. Estos f¨¢rmacos, generalmente benzodiacepinas, tranquilizan, pero no curan. No atacan la ra¨ªz del problema, y muchos de los que los toman se limitan a sobrevivir o a sobrellevar la presi¨®n diaria sin m¨¢s. Un alto porcentaje no sufren depresiones mayores, lo que los har¨ªa necesarios, sino un malestar difuso que apagan con alg¨²n tranquilizante temporal u ocasional. Sin embargo, este arsenal farmac¨¦utico podr¨ªa descender. El estr¨¦s no es una condena fatal e irreversible. Sus cadenas se pueden romper o atenuar.
Hay gente, de todos modos, que se siente asfixiada en su propio trabajo. Adem¨¢s de las profesiones que conllevan riesgo f¨ªsico, hay otras, menos amenazantes o incluso atractivas, en las que los profesionales se queman en unos pocos a?os. Las ¨¦pocas de crisis o de cambios socioculturales no son ajenos a este derrumbe. Por ejemplo, casi la mitad de los profesores de Secundaria siente la percepci¨®n de no tener control sobre los alumnos. "Algunos viven problemas de violencia en las aulas y hasta reciben amenazas", recuerda Cano. ?Qu¨¦ hacer ante una situaci¨®n as¨ª? ?Afrontar el problema y resistir, ignorarlo, cambiar de centro? Depende de cada caso, pero la consulta al psic¨®logo o el aprendizaje de t¨¦cnicas de control de estr¨¦s son recursos cada vez m¨¢s utilizados entre el profesorado.
En otros casos, la ambig¨¹edad del rol a desempe?ar origina angustia y desencadena situaciones de estr¨¦s. "Es imprescindible dar al empleado una informaci¨®n correcta sobre las funciones a realizar. Pero tambi¨¦n hay que valorar si est¨¢ capacitado para ese puesto, y ah¨ª juegan un papel capital los planes de formaci¨®n. Un tercer factor a tener en cuenta es el control de los tiempos de entrega. Lo ideal es que el trabajador pudiera ajustar sus horarios, pero al menos que no se vea vigilado o controlado al minuto", explica el profesor Cano. En el otro extremo, las tareas mon¨®tonas generan tambi¨¦n estr¨¦s. La rotaci¨®n es necesaria, contin¨²a Cano. "Si tenemos en cuenta que m¨¢s del 50% del absentismo laboral y de ciertas bajas est¨¢ relacionado con el estr¨¦s, la aplicaci¨®n de la Ley de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales no s¨®lo evitar¨ªa muchos casos de trabajadores quemados, sino un importante ahorro en bajas por estr¨¦s", contin¨²a Cano.
No todo el mundo vive por igual los desaf¨ªos del estr¨¦s. Hay una mayor propensi¨®n en personas de temperamento obsesivo y car¨¢cter perfeccionista. Buscan el trabajo bien hecho, insisten una y otra vez, echan horas y reaccionan peor ante los errores. Ellos mismos asisten a veces resignados a esta espiral de tensi¨®n que tiene como escenario su propio cuerpo: cansancio, desmotivaci¨®n, insomnio, de memoria, dolores musculares en hombro y espalda, y alteraciones digestivas y cardiovasculares...
"Es frecuente hablar de estr¨¦s emocional para referirse a personas que est¨¢n en constante lucha con su entorno", afirma el doctor Jordi Rius, cardi¨®logo del centro m¨¦dico Teknon, en Barcelona. Este estr¨¦s tiene mucho de impotencia ante "las tensiones relacionadas con el trabajo, los dem¨¢s y uno mismo que conducen a una mezcla de estr¨¦s-depresi¨®n-ansiedad", a?ade. Como cardi¨®logo, al doctor Rius lo que le interesa es analizar las consecuencias del estr¨¦s sobre las arterias coronarias. "En el caso del estr¨¦s cr¨®nico, es complejo, dif¨ªcil de cuantificar y catalogar si por s¨ª solo puede conducir a un infarto de miocardio". En ese sentido resulta pol¨¦mico determinar si, en el caso de que el infarto acaeciera en el trayecto del domicilio al lugar de trabajo o en la misma oficina, pod¨ªa considerarse accidente laboral, recuerda el doctor Rius. "Quiz¨¢ antes de salir de casa particip¨® en una fuerte discusi¨®n o en un intercambio de insultos en medio del tr¨¢fico que fueron los inductores del infarto", prosigue el cardi¨®logo.
En los ¨²ltimos tiempos, adem¨¢s, los cardi¨®logos tienen en cuenta tambi¨¦n el impacto del estr¨¦s agudo o el provocado en situaciones especiales, como "el que ha tra¨ªdo la crisis econ¨®mica", presente en todos los sectores sociales. Este estr¨¦s agudo o s¨²bito "sube la presi¨®n arterial y acelera el progreso de la enfermedad de las arterias coronarias", lo que puede producir un infarto. "Estamos viendo ahora justamente que incluso a hipertensos bien controlados se les dispara la presi¨®n por el estr¨¦s. O que pacientes coronarios estables han empeorado m¨¢s r¨¢pido de lo esperado", contin¨²a Rius.
Por un lado, el estr¨¦s es un aliado directo de la arterioesclerosis (endurecimiento y p¨¦rdida de elasticidad de las arterias debido a los dep¨®sitos de grasas que se acumulan en ellas), con el consiguiente riesgo de infarto cardiaco o cerebral. Por otro, las personas estresadas suelen llevar una vida sedentaria, comen con prisas, padecen problemas de sue?o... Todo ello es un c¨ªrculo vicioso.
Un c¨ªrculo, adem¨¢s, que se ampl¨ªa a todas las clases sociales. "Ya no es una enfermedad de directivos o de profesionales como bomberos o m¨¦dicos", se?ala el doctor Rius. "Cerca de la mitad de las muertes por ataque cardiaco o cerebrovascular se producen entre los 18 y los 69 a?os", advierte.
El estr¨¦s puede desembocar en un trastorno de ansiedad. Y a la vez la ansiedad fomenta el estr¨¦s. Las fobias y el p¨¢nico son algunas de sus manifestaciones. La fobia lleva a la evitaci¨®n, mientras que el p¨¢nico se produce porque se teme que se vaya a desatar una crisis de ansiedad. "Tienes la sensaci¨®n de que te est¨¢s muriendo o de peligro inminente y fatal", confiesa una mujer que m¨¢s de una vez ha dudado si hab¨ªa sido v¨ªctima de una crisis de ansiedad o si estaba a las puertas del infarto. "Te ahogas, y te planteas si dejas que pase o te vas al hospital". Se teme por la vida, y en ocasiones ese ataque de ansiedad lleva a algunas personas a urgencias pensando que les acecha un infarto. No es as¨ª. Su vida no peligra de momento. Lo que no significa que ese frenes¨ª vital no les haga cada vez m¨¢s fr¨¢giles.
De todos modos, los expertos aseguran que no se deben subestimar los episodios fuertes de estr¨¦s que, aun siendo ef¨ªmeros, provocan cuadros de angustia y tensi¨®n intensas, con el consiguiente riesgo cardiovascular. La prevenci¨®n tiene que empezar a edades muy j¨®venes: "Adem¨¢s de controlar la hipertensi¨®n arterial, el colesterol elevado, la diabetes y la obesidad, hay que evitar fumar, disminuir el caf¨¦ o pasarse al descafeinado, hacer ejercicio, acostumbrarse a comer medias porciones y beber alcohol con discreci¨®n", sugiere el doctor Rius.
El estr¨¦s altera asimismo los ritmos del sue?o. El insomnio aparece, al igual que el cansancio, en la vigilia. Recurrir a f¨¢rmacos para dormir es una soluci¨®n que en ocasiones puede convertirse "en una parte del problema, puesto que muchas personas acaban tomando f¨¢rmacos diariamente y con insomnio cr¨®nico", se?ala el profesor Cano. "No hay que olvidar que si?tomamos un?f¨¢rmaco psicoactivo que nos relaja, el cuerpo tiende a buscar de nuevo el equilibrio poniendo en marcha?otra acci¨®n compensatoria,?que consiste en activarse", a?ade Cano. El doctor Rius, sin embargo, defiende el uso de ansiol¨ªticos-tranquilizantes si pueden ayudar. "Es m¨¢s sano tomarlos que pasar una noche en blanco o todo el d¨ªa tenso y nervioso", matiza.
El estr¨¦s pone en pie de guerra emociones como la tristeza, la rabia o el miedo. Acent¨²a la irritabilidad y las discusiones. Y hay estudios que avalan que la ira es uno de los predictores de infarto: su probabilidad aumenta si se produjo una discusi¨®n acalorada dos horas antes.
Las mujeres son m¨¢s vulnerables ante el estr¨¦s. Lo padecen en un 32%, frente al 25% de los hombres. Los trastornos de ansiedad tambi¨¦n les afectan tres veces m¨¢s que a los varones. "Si no se tratan estos problemas, pueden desembocar en trastornos depresivos", recuerda Cano.
"Con psicoterapia y un tratamiento adecuado se pueden remontar la ansiedad y el estr¨¦s en unos meses", se?ala el presidente de SEAS. "Es fruto de un pensamiento err¨®neo. Atajarla implica cambiar la manera de interpretar la realidad y de entender la informaci¨®n. A menudo se producen errores interpretativos o se dedica demasiada atenci¨®n a los problemas, lo que potencia la ansiedad. Para abordar esta alteraci¨®n se requiere una labor de aprendizaje y diferentes t¨¦cnicas", sostiene.
Pero el estr¨¦s no s¨®lo es una alteraci¨®n personal. Al estr¨¦s personal hay que a?adir la atm¨®sfera estresante que se respira en el trabajo y en la vida familiar y social. Una tensi¨®n colectiva que retroalimenta el malestar de los individuos ya estresados o proclives a ello. ?Es una utop¨ªa aspirar a una vida tranquila? No, siempre y cuando se rebajen expectativas y se reduzcan objetivos, al menos en el terreno cuantitativo. "Cuantos m¨¢s estresores (creadores de estr¨¦s) tengas en tu vida, peor", sostiene Antonio Cano.
Responder, no reaccionar
"No me dedico a estudiar el estr¨¦s, sino a combatirlo", afirma Andr¨¦s Mart¨ªn-Asuero. Experto en estrategias para reducir el estr¨¦s, sostiene que la clave es vivir con atenci¨®n plena o atenci¨®n consciente. O dicho de otro modo: atender plenamente al presente y suspender juicios anteriores que interfieran con lo que estamos viviendo en ese momento. Andr¨¦s Mart¨ªn, bi¨®logo de formaci¨®n, se replante¨® su vida tras sufrir ¨¦l mismo la espiral del estr¨¦s. Despu¨¦s de varios a?os como directivo, abandon¨® el mundo empresarial y se march¨® a Estados Unidos para formarse con Jon Kabat-Zinn en el Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR). Sostiene que cuando estamos bajo estr¨¦s es dif¨ªcil vivir el presente y, en definitiva, ser eficaces. "Hay una gran diferencia entre responder a los est¨ªmulos que nos llegan y reaccionar. Cuando se responde de forma reactiva, somos rehenes de las emociones, se cae en la impulsividad y no se toman las decisiones adecuadas. Cuando se presta atenci¨®n, es m¨¢s f¨¢cil comprender el problema y darle una soluci¨®n. M¨¢s que controlar el estr¨¦s, se trata de aprender a autorregularse". Esta conexi¨®n con lo que se est¨¢ haciendo y con lo que tenemos que afrontar en cada momento nos lleva a mecanismos de autorregulaci¨®n. Es cuesti¨®n, dice, de entrenar la atenci¨®n con t¨¦cnicas para saber distanciarse de los problemas, comprender las propias emociones y dar la mejor respuesta a lo que nos interpela. "Por ejemplo, si un directivo acostumbrado a dar ¨®rdenes aplica esta receta a su hijo que trae de pronto malas notas, no va a funcionar. Por el contrario, si, en vez de enfadarse, muestra sorpresa ante algo que antes no ocurr¨ªa y mira a ver qu¨¦ est¨¢ pasando, solventar¨¢ mejor la situaci¨®n".
Mart¨ªn trabaja con personas que, m¨¢s que estr¨¦s, tienen malestar. "Vivir el presente no es prescindir del pasado, sino tratar de que no nos condicione. Hay que ser asertivo, plantear posibilidades... ?Funciona o no funciona? Si funciona, ?c¨®mo se hace?". Piensa que no hay que resignarse a malestares cr¨®nicos. Tampoco est¨¢ de acuerdo con que la gente asuma de por vida trabajos que le pesan como una losa. "Si a alguien le ocurre eso, que cambie de trabajo", replica. En tiempos de crisis tal vez no sea f¨¢cil, pero, en todo caso, siempre se pueden paliar los efectos m¨¢s perversos.
Otro aspecto susceptible de entrenamiento es la comunicaci¨®n consciente: "?C¨®mo lo digo? O bien, ?c¨®mo me siento? ?Dedico tiempo a lo que me importa? ?Qu¨¦ vida quiero vivir?". El estr¨¦s no s¨®lo oscurece la vida, sino que conduce a un enmascaramiento de los problemas a trav¨¦s de h¨¢bitos compulsivos. "El estr¨¦s cambia la alimentaci¨®n. Ese mismo estr¨¦s pide una alimentaci¨®n que vuelve a estresar...", concluye Andr¨¦s Mart¨ªn, autor de Con rumbo propio (Plataforma), un compendio de sus t¨¦cnicas.
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