Carlos y Emilio, cinco a?os de casados
Hoy se cumple un lustro desde que entr¨® en vigor la ley de matrimonio homosexual.- Los primeros gays en casarse dicen que la norma ha tra¨ªdo m¨¢s aceptaci¨®n social.- Ha habido 15.381 bodas m¨¢s
-Estos son los primeros que se casaron.
-Ah.
-Pues llevan 30 a?os o as¨ª.
-No como los hombres y las mujeres, que al d¨ªa siguiente est¨¢n cada uno por su lado.
Conversaci¨®n de vecinas en un banco de la atestada y sofocante calle de Fuencarral, en Madrid. Hay huelga de Metro y resulta francamente dif¨ªcil hallar un hueco para fotografiar a Emilio Men¨¦ndez y a Carlos Batur¨ªn, quien le pasa el brazo por el hombro a su pareja, de estatura ligeramente inferior. Este se vence sobre aquel. Es un gesto que se repite en alguna instant¨¢nea de viajes y vacaciones: son m¨¢s de 35 a?os juntos. Los ¨²ltimos cinco, desde el 11 de julio de 2005, han sido marido y marido. Fueron los primeros en casarse tras el cambio legal que autorizaba las bodas gays y que colocaba a Espa?a como el cuarto pa¨ªs del mundo en equiparar los derechos de todas las parejas. Desde entonces, se han celebrado 10.317 enlaces entre hombres y 5.063 entre mujeres, un 1,55% del total de casamientos.
Los pioneros de esta historia son un psiquiatra neoyorquino enamorado de un escaparatista de El Corte Ingl¨¦s. O viceversa. Carlos y Emilio, que se apresuraron en irse a vivir juntos en el tardofranquismo, en testar el uno a favor del otro o en registrarse como pareja de hecho. No dudaron en comprarse unas alianzas con un peque?o diamante mucho antes de que supieran que iban a poder usarlas en una ceremonia oficial. Hasta llegar a un d¨ªa como hoy, hace cinco a?os. El 3 de julio de 2005 entraba en vigor la nueva ley de enlaces gays. Ambos se unieron a la cola, muy de ma?ana, ante el Registro Civil de Madrid. Una hora m¨¢s tarde, manoseaban un papelito: el resguardo del expediente de matrimonio 3985/05, el primero para una boda gay, despu¨¦s de rellenar un impreso en el que la funcionaria tuvo que tachar el "do?a" de la casilla de los nombres de los contrayentes. Hab¨ªan pasado la noche sin dormir. Carlos, el psiquiatra, un tipo muy ordenado, repasaba mentalmente la documentaci¨®n a presentar. Emilio, el escaparatista, perge?aba un discurso para pronunciar en su boda: "Cuando has estado marginado y perseguido no se te olvida nunca. Conseguir la tranquilidad y la aceptaci¨®n es el mejor regalo que te puede hacer la vida".
Pocos d¨ªas m¨¢s tarde, ascendieron desde su apacible anonimato (pero no invisibilidad, siempre han estado fuera del armario) de vecinos de Chamber¨ª a las portadas de los peri¨®dicos e informativos de televisi¨®n. El nuevo derecho se encarn¨® en una frase, que son¨® ciertamente extra?a: "Yo os declaro unidos... en matrimonio", proclam¨® un concejal de IU en el ayuntamiento de Tres Cantos, donde Emilio ten¨ªa una hermana ex edil. Hab¨ªan entrado en la historia.
Han pasado cinco a?os. Un tiempo en el que los matrimonios civiles en Espa?a han superado a los religiosos, y en el que se han sumado cinco pa¨ªses m¨¢s, hasta llegar a nueve, a la lista de los territorios privilegiados donde los homosexuales pueden casarse. A Holanda, Canad¨¢ y B¨¦lgica se han unido Noruega, Suecia, Islandia, Sud¨¢frica y Portugal. Ha sido un periodo en el que han llegado tambi¨¦n los (anecd¨®ticos) divorcios entre gays y lesbianas (175 hasta 2008, un 1,13% de las bodas, frente a las mucho m¨¢s altas tasas de nulidades de los enlaces heterosexuales: por cada 10 nupcias entre hombres y mujeres celebradas entre 2005 y 2008, hay al menos seis divorcios.
Ahora, asegura Carlos, voluntario tambi¨¦n de la Fundaci¨®n Tri¨¢ngulo, "a nivel de calle la gente percibe la homosexualidad como algo m¨¢s normal, pero no los m¨¢s conservadores, los pol¨ªticos. Creo que siguen igual que antes de aprobarse la ley". La cuesti¨®n es que el Tribunal Constitucional a¨²n no se ha pronunciado sobre el recurso que present¨® el PP "por desnaturalizar la instituci¨®n" hace cinco a?os.
Carlos ahora ve en la consulta sobre todo a j¨®venes latinoamericanos, asfixiados por sus familias, muy conservadoras, pero tambi¨¦n a mujeres mayores, que han estado casadas durante casi toda su vida y que ahora se atreven a vivir como lesbianas. "La gente est¨¢ m¨¢s segura de s¨ª misma que antes, m¨¢s convencida de su posici¨®n". Y lo ve todos los d¨ªas, encantado, en esas chavalitas que se besan sin reparos en cualquier banco de su propia calle
Han pasado cinco a?os tambi¨¦n para ellos. Emilio ha encanecido y debe usar gafas. A Carlos le atacan pensamientos l¨²gubres. Ocurre que han muerto varios familiares muy cercanos, entre ellos la madre y la hermana de Emilio y cuatro allegados de Carlos. Pero ese desgaste les ha descubierto otra forma de vivir la relaci¨®n: "Donde lo importante es el cari?o y el apoyo", se?ala Emilio. Con el matrimonio, dicen, ha mutado su relaci¨®n con los dem¨¢s. Carlos, de origen estadounidense, se ha integrado m¨¢s entre la familia de su marido. "Tengo otra aqu¨ª", se?ala con orgullo. Todo se ha oficializado.
"A veces nos preguntan que por qu¨¦ nos empe?amos en casarnos cuando la gente ya no quiere hacerlo", comienza uno. "Creemos en la instituci¨®n, lo primero, y esa instituci¨®n la llenan de contenido los c¨®nyuges. Estamos haciendo de algo caduco otra cosa: moderna, actual, din¨¢mica", responde el otro con cierta sorna ante una cerveza. "Lo que no decae son las nuevas familias", apunta el primero. La cuesti¨®n es de visibilidad y de poder elegir usar un derecho casi imposible de imaginar pocos a?os atr¨¢s. "El d¨ªa de la aprobaci¨®n del matrimonio gay ha sido la ¨²nica vez en mi vida en que me he sentido orgulloso de mi pa¨ªs", dice Emilio, de 55 a?os. "Por eso soy optimista. Si me llegan a decir a m¨ª cuando viv¨ªa Franco, al conocer a Carlos, que iba a poder casarme con ¨¦l, hubiera contestado, anda ya, esto no lo van a ver ni mis hijos ni mis nietos". Tiempos duros, cuando los homosexuales acababan en los calabozos al aplic¨¢rseles la ley de Vagos y Maleantes, y la madre de Emilio rezaba para que su hijo volviese a ser normal. Un ambiente lo suficientemente opresivo como para que la pareja se escapase a Boston unos a?os cuando Carlos estudiaba la especialidad.
Frente a ellos, Muna, una mujer joven, la due?a de Ne me quitte pas, el bar del barrio donde se produce la conversaci¨®n, no se pierde una. Les admira. Se ha casado hace poco con su novia.
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