"Todav¨ªa hoy lucho con las secuelas del abuso, es una pelea sin fin"
Testimonios de algunas de las v¨ªctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes en la Iglesia de B¨¦lgica, recogidos en un informe publicado hoy
Una comisi¨®n que investiga los casos de abusos sexuales por parte de la Iglesia de B¨¦lgica ha publicado hoy un informe de unas 300 p¨¢ginas de las cuales un centenar recogen los crudos testimonios de las v¨ªctimas, ni?os y adolescentes en ese momento, y que ahora, d¨¦cadas despu¨¦s y sin poder olvidar los detalles de aquella pesadilla, buscan justicia. Estos son algunos de sus testimonios:
La primera testigo del informe era adolescente cuando ocurrieron los hechos. El asaltante fue el profesor de religi¨®n, un sacerdote que dej¨® los h¨¢bitos despu¨¦s y se cas¨®. La v¨ªctima dice lo siguiente:
"Quisiera saber si hay denuncias de otras mujeres contra la misma persona. En mi caso, el profesor de religi¨®n abus¨® de m¨ª entre los 13 y los 16 a?os. Solo lo saben mis tres hermanas. El a?o pasado se lo cont¨¦ a mi actual pareja y a mi hijo mayor, que estudia medicina. Dados los problemas que yo ten¨ªa en casa, el sacerdote se convirti¨® en mi confidente y "salvador", como ¨¦l mismo se presentaba. Al mismo tiempo, la relaci¨®n fue derivando en la pederastia, con el tri¨¢ngulo ni?o, adulto y poder. Me hizo totalmente dependiente de ¨¦l. Era el ¨²nico que me entend¨ªa y yo le idealizaba y toleraba todo. ?Acaso el inmaduro era ¨¦l? Pero me buscaba en el patio a la hora de recreo dirigi¨¦ndome una mirada c¨®mplice. Entre las pausas, pase¨¢bamos cogidos de la mano y bes¨¢ndonos. Tambi¨¦n me llevaba a su casa. All¨ª... el recuerdo de su olor, de sus manos en mi cuello y sobre mi cuerpo. De mis manos en su pene erecto en su pantal¨®n blanco y negro. Sus besos con una barba que irritaba mi boca. Todav¨ªa hoy lucho con las secuelas del abuso, es una pelea sin fin. Por el camino me he divorciado y he tenido muchos problemas de relaci¨®n por todo lo que ocurri¨® en mi cuerpo".
Otro testigo cuenta lo sucedido con el director del coro donde cantaba su hermano, siete a?os mayor que ella. "Cuando cumpl¨ª 12 a?os, se form¨® el coro de chicas. El sacerdote era un amigo de mi familia, y ven¨ªa los domingos, y para los cumplea?os y la Nochebuena, o bien en las fiestas de casa. Confi¨¢bamos en ¨¦l. Lo digo porque, durante mucho tiempo, pens¨¦ que la culpa era m¨ªa. Suspend¨ª el lat¨ªn y se decidi¨® que ir¨ªa a su casa a comer al mediod¨ªa para repasar. Todo empez¨® con un beso al llegar. Despu¨¦s del almuerzo me acariciaba hasta correrse; todos los d¨ªas. Afortunadamente no me viol¨®. Mucho tiempo despu¨¦s entend¨ª lo que supon¨ªan sus actos. A los 52 a?os, recib¨ª una invitaci¨®n para su jubilaci¨®n. Le escrib¨ª dici¨¦ndole que no hab¨ªa olvidado sus abusos. Nunca obtuve respuesta".
Un var¨®n que asist¨ªa a un colegio religioso con su hermano gemelo declara esto: "Hab¨ªa padres y tambi¨¦n un hermano, que apareci¨® en el internado. Era extranjero. Nunca nos dijeron de d¨®nde ven¨ªa. Tal vez estuviera en un retiro. Recuerdo que desapareci¨® con la misma discreci¨®n. Un d¨ªa fuimos a una especie de campamento con el colegio. El hermano an¨®nimo tambi¨¦n vino y abus¨® de m¨ª. Por la noche hac¨ªa una ronda y me sacaba de la cama. Me llevaba al ba?o y all¨ª, mientras ¨¦l segu¨ªa su ronda, me castigaba oblig¨¢ndome a hacer gimnasia. Luego regresaba y dec¨ªa que no hab¨ªa hecho lo suficiente porque no sudaba bastante. Me tocaba por todo el cuerpo para ver si hab¨ªa bastante sudor. Siempre dec¨ªa que no, y me mandaba m¨¢s. Al volver, me revisaba de nuevo toc¨¢ndome por todas partes".
"En el mismo campamento, para ba?arte ten¨ªas que dejarte el calzoncillo puesto. Otra vez m¨¢s controles. Se acercaba y me dec¨ªa que mi calzoncillo estaba demasiado alto y as¨ª no pod¨ªa lavarme bien. Me lo bajaba hasta una altura alarmante y me entraban ganas de pegarle. Pero no se pega a un sacerdote de tu colegio. Mi padre era muy creyente y no habr¨ªa sobrevivido a la verg¨¹enza. Solo pod¨ªa rezar para que no me bajara del todo la ropa interior".
Un var¨®n de 66 a?os recuerda un episodio a solas con un sacerdote:
"Cuando ten¨ªa 10 a?os, uno de los padres me pidi¨® que le ayudara a trasladar un arc¨®n que estaba en un cobertizo del convento. Una vez all¨ª, cerr¨® la puerta, se baj¨® los pantalones y se masturb¨® hasta el final. Yo a¨²n no sab¨ªa lo que era eso. Luego me conmin¨® a que no lo contara a nadie, nunca. A pesar de que he cumplido 66 a?os, a¨²n me duele recordarlo. He perdido completamente la confianza en la Iglesia".
Uno de los pasajes m¨¢s turbadores del informe se refiere a la declaraci¨®n de un m¨¦dico ya jubilado, que hac¨ªa las revisiones m¨¦dicas en los colegios. En su declaraci¨®n, expone sus dudas acerca de los m¨¦todos utilizados por el director, un religioso, de una escuela. La denuncia se refiere a los padres de una ni?a que ten¨ªa dolores durante la menstruaci¨®n al principio de la secundaria y fue a ver al religioso. El m¨¦dico retirado dice:
"Nunca me contestaron en el obispado cuando les alert¨¦, pero sigue sin parecerme sano el comportamiento del cura en cuesti¨®n. Los ni?os iban a verle al botiqu¨ªn pensando que era un m¨¦dico y all¨ª hab¨ªa desde estetoscopios a una silla de reconocimiento ginecol¨®gicos. Tambi¨¦n la medicaci¨®n era extra?a. Hasta ten¨ªa p¨ªldoras anticonceptivas. El sujeto en cuesti¨®n fue apartado con el tiempo y ya ha fallecido. Espero y deseo que el da?o infligido a los ni?os no sea muy grande. No lo s¨¦. Lo ocurrido todav¨ªa me perturba y por eso me he dirigido a la comisi¨®n".
Otra de las v¨ªctimas recuerda a un sacerdote de su colegio obsesionado por los desnudos fotogr¨¢ficos. Tambi¨¦n a un padre cuanto menos dudoso:
"Fue en 1970 en la habitaci¨®n del religioso. Mi padre le anim¨® a que me hiciera fotos desnuda. Todav¨ªa las guardo. Deb¨ª a tener unos 13 o 14 a?os. De ese episodio no recuerdo apenas nada. Otros negativos datan de cuando cumpl¨ª 17 a?os. Ah¨ª s¨ª me acuerdo. Iba a su cuarto y ten¨ªa que quitarme la ropa. En 1983 sufr¨ª una fuerte depresi¨®n y he pasado a?os y a?os en el psicoanalista. Como guardo las fotos, en 1992 le mand¨¦ una carta al sacerdote dici¨¦ndoselo. Cito textualmente su respuesta: 'Me alegra que conservara usted las im¨¢genes... Unas fotos que nunca vieron la luz, s¨®lo en mi c¨¢mara oscura. Me encantar¨ªa recibir una toma reciente suya. Para ver c¨®mo ha cambiado".
"Estoy segura de que mi padre lament¨® haberme ofrecido a un cura pervertido. Pero tambi¨¦n a ¨¦l le obsesionaba la belleza de las jovencitas", a?ade la v¨ªctima.
Uno de los denunciantes declara en su nombre, el de su hermano y otro alumno del colegio al que asist¨ªan:
"El ritual era siempre el mismo. Una de las mujeres que nos cuidaba durante los juegos en el parque, me llevaba a la habitaci¨®n del capell¨¢n. Primero ten¨ªa que quitarme los zapatos y los calcetines. Me masajeaba los pies y luego deb¨ªa desnudarme por completo. Entonces me tocaba los genitales. Despu¨¦s me pon¨ªa contra la pared y hac¨ªa lo m¨¢s doloroso que me ha ocurrido nunca: me penetraba. A continuaci¨®n me daba una cucharada de algo que ten¨ªa en una botella. No s¨¦, tal vez fuera para poder olvidar".
"Recuerdo que el dolor era tan intenso que me imped¨ªa andar con normalidad. Los dem¨¢s padres y ni?os que segu¨ªan jugando se re¨ªan de mis esfuerzos. Tampoco me pod¨ªa sentar, pero me alegraba estar de vuelta con mi familia en la hierba. Ten¨ªa 4 y 5 a?os y me dol¨ªa la zona lumbar, pero no me cre¨ªan. A un ni?o tan peque?o no le duele esa parte del cuerpo. Nunca lo cont¨¦. El capell¨¢n me dijo que mi padre me har¨ªa lo mismo si se lo dec¨ªa".
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