Cuando se necesita ayuda para llenar la despensa
La crisis ha duplicado el n¨²mero de familias que se ven obligadas a recurrir a C¨¢ritas o Cruz Roja. Dos parejas cuentan c¨®mo se tragaron el orgullo el d¨ªa en que se vieron sin medios para alimentar a los suyos
Manuel (nombre ficticio) se retuerce en la silla mientras habla. Se mesa la barbilla, se frota las manos, mueve la pierna inquieto. A sus 60 a?os, a este experto en estructuras de hierro con 41 a?os de experiencia en el sector de la construcci¨®n, no le hace ninguna gracia estar aqu¨ª contando sus penas. En mayo se qued¨® en el paro. Los cinco ¨²ltimos meses trabaj¨® sin cobrar para saldar parte de las deudas de la empresa de la que era socio. As¨ª consigui¨® que no embargaran su piso, que por suerte y tras 30 a?os de hipoteca, est¨¢ pagada. En esos meses Manuel se fundi¨® buena parte de sus exiguos ahorros. Hoy percibe 660 euros de paro con los que mantiene a su mujer, de 56 a?os, y con los que da de comer a sus tres hijos -en el paro o con sueldos paup¨¦rrimos-, as¨ª como a tres nietos.
Hace cuatro meses, con el agua al cuello, su mujer, Ascensi¨®n, se trag¨® la verg¨¹enza y acudi¨® a la parroquia del barrio, en Legan¨¦s (Madrid), que atiende a otras 52 familias. La red de C¨¢ritas les ayuda a llenar la nevera, un alivio que en estos momentos agradecen tanto como para prestarse a hacer esta entrevista. Lejos quedan los a?os en que Manuel tra¨ªa a casa unos 1.800 euros al mes. Al igual que el 40% de las personas que en los ¨²ltimos dos a?os se han visto obligadas a acudir a C¨¢ritas, es la primera vez que se ven en esta situaci¨®n.
"No me atrev¨ªa a pedir ayuda"
La red eclesi¨¢stica, Cruz Roja y el Banco de alimentos coinciden en las cifras: la crisis ha duplicado el n¨²mero de familias acuden a ellos en busca de ayuda. C¨¢ritas atiende a unas 800.000 familias, Cruz Roja a 910.000 y el banco de alimentos a 900.000 personas (algunas familias reciben ayuda de m¨¢s de una organizaci¨®n). Los problemas se repiten: paro prolongado, deudas inabarcables, unos servicios sociales p¨²blicos insuficientes y una triste constataci¨®n: los gastos familiares superan con creces los ingresos. "Toda una vida trabajando para esto", se lamenta Manuel, que al igual que el resto tuvo que tragarse el orgullo. "No me atrev¨ªa a venir, pero m¨¢s importante es que coma mi familia. Estamos con las llantas en el suelo".
El perfil mayoritario del nuevo demandante de ayuda es una persona de entre 35 y 45 a?os con ni?os a su cargo, espa?oles e inmigrantes pr¨¢cticamente en id¨¦ntica proporci¨®n. C¨¢ritas calcula que, en comparaci¨®n con 2007, el 36% de la poblaci¨®n ha "empeorado" su situaci¨®n econ¨®mica. "Hay personas que han pasado de la vulnerabilidad a la pobreza, o de situaciones normalizadas a la vulnerabilidad", reza su memoria de 2009, que estima que el impacto de la crisis se mantendr¨¢ o agravar¨¢ a corto plazo.
Si Manuel y Ascensi¨®n han pasado de una situaci¨®n normalizada a la vulnerabilidad, en B¨¦jar (Salamanca), la familia Prop¨ªn Pecos ha pasado de la vulnerabilidad a la pobreza. Como demuestra un vistazo a su despensa, su dependencia de la ayuda de Cruz Roja es total. Una serie de productos se repiten: galletas Mar¨ªa, macarrones y espaguetis, arroz, Cola Cao, harina, queso para fundir, leche normal, papilla y leche para beb¨¦. En la nevera, en contraste, s¨®lo hay un pl¨¢tano ennegrecido, un tuper con las sobras de un guiso y un bote de mermelada.
460 euros para seis bocas
Bajo el mismo techo viven siete personas: Rosa y Julio (ambos de 30 a?os), cuatro ni?os (dos de Rosa y otros dos de ambos) m¨¢s Carlos, el hermano de ella. Ninguno de los tres adultos tiene trabajo. Julio percibe 426 euros de renta b¨¢sica. Rosa saca 36 euros limpiando un portal. El alquiler del piso, en un edificio de casi 300 a?os que pide a gritos una reforma, es de 240 euros. Pagan 60 euros de luz y otros 78 por las seis bombonas que se van en cocinar y calentar la casa (Aun as¨ª, la punta de la nariz y las manos se quedan heladas). En los pa?ales de Dar¨ªo, el peque?o de la casa, se van otros 45 euros. La ropa se la dan en la parroquia de la esquina. No tienen m¨®vil ni tel¨¦fono fijo ni ordenador ni Internet. Subsisten gracias a la ayuda de sus familiares y de la Cruz Roja. "Sin ayuda no puedo alimentar a mis hijos", dice Rosa. "Estoy agradecid¨ªsima, pero no es suficiente. Necesitamos tambi¨¦n lentejas, carne, fruta...".
Hasta hace dos a?os, Julio y Rosa (que tiene otras dos hijas que viven con su ex pareja) iban tirando. Ella ha sido camarera, limpiadora y cajera en un supermercado. ?l estuvo cuatro a?os en el Ej¨¦rcito y lo dej¨®, decisi¨®n de la que ahora se arrepiente con fuerza. Desde entonces ha trabajado en seguridad privada yha fregado platos, pero sobre todo se ha dedicado a la construcci¨®n. Ganaba 600 euros, 850 e incluso el record de 3.000 euros (ahora suspira cuando lo recuerda).
He llegado a pedir puerta por puerta
"Nunca fallaba", rememora Julio. "Llegaba primeros de mes y tacat¨¢. Hasta nos pagaban dietas. Ahora est¨¢ todo muerto. Primero fue la crisis del textil. Luego, la de la construcci¨®n, luego la hosteler¨ªa y ahora son las c¨¢rnicas las que est¨¢n cerrando. Llevamos as¨ª dos a?os y va de mal en peor", contin¨²a. "Llevo un a?o y medio sin dormir. He hecho de todo: recoger hojalata y vend¨¦rsela a los gitanos. Hasta pedir puerta por puerta. En enero se me acaba la ayuda de 426 euros. Si para entonces no ha conseguido empleo me ir¨¦ Francia, a la Legi¨®n extranjera". "En alg¨²n momento esto tiene que cambiar", interviene Rosa. "M¨¢s bajo no se puede caer".
"El mes de septiembre ha sido un aut¨¦ntico drama", dice Miguel Mor¨®n, trabajador social de Cruz Roja en la zona de M¨®stoles Navalcarnero (Madrid). "En 2008 atend¨ªamos a unas 685 familias, ahora a unas 1.071. La escalada es muy exponencial, a ritmo de unas 25 familias nuevas al mes. Y en todos los casos el problema es que los gastos de las familias superan con creces sus ingresos". Sebasti¨¢n Mora, secretario general de C¨¢ritas, comparte su percepci¨®n: "Est¨¢ siendo una crisis muy intensa, tanto por la rapidez como por sus efectos", dice. "Las corporaciones locales se han visto muy saturadas, pero nosotros no podemos ni debemos suplir las ayudas p¨²blicas, sino complementarlas. Hacemos un llamamiento: la protecci¨®n social p¨²blica es necesaria e insustituible".
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