?Qu¨¦ hacer con el pl¨¢stico?
En el igl¨² verde hay que introducir envases, y solo envases. El resto, que es mucho, se pierde entre la basura org¨¢nica. Y podr¨ªa reutilizarse si se separara tambi¨¦n, pero nadie paga esa recogida
Antes de adentrarse en este reportaje le proponemos que mire a su alrededor y compruebe c¨®mo, casi seguro, tiene alg¨²n objeto de pl¨¢stico al alcance de su mano. En Espa?a se consumieron casi 3,5 millones de toneladas de este material durante 2009, sobre todo en forma de envases dom¨¦sticos (un 32%), seg¨²n datos de Cicloplast, entidad creada en 1996 por la industria de pl¨¢sticos para promocionar su reciclado. Y se generaron 2.247.000 toneladas de residuos, un 44% de los cuales derivaron, de nuevo, de los envases dom¨¦sticos. De ah¨ª que desde hace 10 a?os, y por la Ley de Envases, funcione un Sistema Integrado de Gesti¨®n (SIG), del que se encarga Ecoembes, que canaliza su recogida y reciclado a trav¨¦s de los contenedores amarillos. En este tiempo lleva m¨¢s de nueve millones de toneladas tratadas, suficientes para llenar "casi 850 estadios de f¨²tbol como el Santiago Bernab¨¦u", enfatiza ?scar Mart¨ªn, director de materiales de Ecoembes.
En 2009 se reciclaron, seg¨²n cifras de Ecoembes, el 65,1% de los envases de pl¨¢stico, latas y bricks adheridos al SIG. Son identificables porque llevan un punto verde, un sello de calidad ambiental que significa que la empresa en cuesti¨®n (hay m¨¢s de 12.000 adscritas) contribuye econ¨®micamente a su reciclado selectivo. "Es un dato trampa. Est¨¢ maquillado porque, en todo caso, se recicla el 65,1% de lo que llega a la planta de clasificaci¨®n, que no es el total", denuncia Julio Barea, responsable de contaminaci¨®n de Greenpeace, que se queja de que no existe "informaci¨®n ¨²nica, fiable ni transparente sobre el SIG", y de que este "no promociona la reutilizaci¨®n, sino que nos esconde la basura". Los ecologistas abogan por una recogida puerta a puerta, por la separaci¨®n al 100% de los restos org¨¢nicos, por pol¨ªticas que promocionen la devoluci¨®n de recipientes y poner en el mercado solo aquellos de varios usos o que sean sencillos de reciclar. "Y no se est¨¢ haciendo", lamenta Barea.
Tampoco se est¨¢ abordando el reciclaje de lo que no es envase. El palo de la escoba, la cabeza de la mu?eca, la caja de CD. "M¨¢s de la mitad de las plantas de compost de Espa?a recuperan ya una porci¨®n del pl¨¢stico que aparece en la fracci¨®n resto [la basura donde lo org¨¢nico se mezcla con residuos que no corresponden al contenedor amarillo, verde o azul] y la reintegran a su circuito", puntualiza Teresa Mart¨ªnez, directora de Cicloplast. Cabe preguntarse si no ser¨ªa m¨¢s ¨²til y r¨¢pido depositarlo desde el principio en el igl¨² amarillo. Pero en Ecoembes no quieren ni o¨ªr hablar de esa posibilidad. "Viene mucho mezclado con diferentes materiales, y entorpecer¨ªa su tratamiento. ?En el igl¨² de envases van envases!", argumenta Mart¨ªn. Pero el problema de fondo es de dinero: el SIG del pl¨¢stico se sostiene con las empresas envasadoras adheridas y si se ampliara a otros tipos habr¨ªa que regular qui¨¦n deber¨ªa costearlo.
Insistimos con la pregunta, esta vez con un experto universitario en la materia: ?d¨®nde colocar¨ªa Jos¨¦ Aguado, catedr¨¢tico de ingenier¨ªa qu¨ªmica de la madrile?a Rey Juan Carlos, la silla de pl¨¢stico duro de la playa? "Si soy legal, a la basura mezclada; si no, estoy enga?ando", contesta. "El se?or que pone un envase en el mercado desembolsa 40 c¨¦ntimos de euros por kilo por su gesti¨®n selectiva, que es cara, mientras que los juguetes, por ejemplo, no abonan nada", explica.
"Espa?a ha empezado m¨¢s tarde, pero se ha situado r¨¢pido al nivel de otros pa¨ªses europeos", tercia Teresa Mart¨ªnez. El ¨ªndice de reciclado material (desecho transformado en materia prima lista para una segunda vida) ronda el 20%, y su techo se situar¨ªa en el 25% o 30%. El resto, seg¨²n defiende, se podr¨ªa utilizar como fuente de energ¨ªa, ya que "el pl¨¢stico tiene un poder calor¨ªfico similar al del gas y superior al gas¨®leo".
Las bolsas de un uso
El consumo indiscriminado de bolsas de pl¨¢stico de un solo uso tiene que terminar. No se descomponen f¨¢cilmente, ensucian el entorno cuando no se depositan en el contenedor correcto, ponen en riesgo la fauna marina. Las biodegradables se perfilan como posibles sustitutas. La C¨¢tedra Ecoembes de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid ha realizado estudios para comprobar hasta qu¨¦ punto son realmente biodegradables y reciclables, y con este fin ha sometido a dos tipos de ellas (las fabricadas a partir del almid¨®n de la patata y las realizadas con pol¨ªmeros derivados del petr¨®leo) a un compostaje tradicional, mediante acumulaci¨®n en enormes pilas durante m¨¢s de dos meses. "Casi todas se biodegradaron", constata Jos¨¦
Vicente L¨®pez, director de la c¨¢tedra. A continuaci¨®n las llevaron a un compostaje en t¨²nel experimental a escala, que acorta a 21 d¨ªas el plazo para obtener el compost. "Todos los materiales respondieron mal", informa L¨®pez, que aclara que se trat¨® de una experiencia piloto y que el a?o que viene la repetir¨¢n en t¨²neles reales. Cree que ah¨ª los resultados se acercar¨¢n a los verdaderamente esperados.
"La biodegradabilidad depende de dos variables b¨¢sicas: el tiempo y la cantidad de materia. Las bolsas que menos pesaban se degradaban mejor, pero las m¨¢s resistentes y recias necesitaban m¨¢s tiempo", acota. Y se pregunta hasta qu¨¦ punto merece la pena introducir estos nuevos pl¨¢sticos de manera masiva sin antes finalizar los estudios que corroboren su idoneidad. "Con las infraestructuras y tecnolog¨ªas actuales, podr¨ªa ser m¨¢s el perjuicio en la gesti¨®n para el reciclaje que los beneficios que obtengamos", insiste. Teniendo en cuenta, adem¨¢s, que las bolsas son residuos que apenas llegan a las plantas de compostaje: se quedan en el contenedor amarillo o en la fracci¨®n resto, donde acaban incinerados o en el vertedero. ?l abogar¨ªa por una mejor educaci¨®n ambiental que concienciara sobre la necesidad de consumir menos, m¨¢s responsablemente, y sobre lo nefasto del usar y tirar. Y por "aplicar el principio de prevenci¨®n y cautela hasta que las tecnolog¨ªas est¨¦n suficientemente contrastadas".
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