Una ayuda de ida y vuelta
Muchas personas que un d¨ªa fueron atendidas hoy devuelven el favor.- Los expertos apuntan que esto es positivo, siempre y cuando no se convierta en una forma de vida
Falta menos de un mes para que empiece un nuevo a?o y Ana Bella Est¨¦vez, de 39 a?os, est¨¢ contenta. Hace unas semanas, esta sevillana de ojos azules no pod¨ªa dormir por miedo a no poder mantener las viviendas de acogida de su fundaci¨®n. Hoy, duerme tranquila. Ha llegado una nueva donaci¨®n y las casas podr¨¢n permanecer abiertas al menos un a?o m¨¢s. "Cuando parece que todo va a acabar, siempre llega un milagro que nos salva".
En 2006 cre¨® la fundaci¨®n Ana Bella en Sevilla y desde entonces ha pasado muchas noches desvelada, pensando qu¨¦ hacer para ayudar cada d¨ªa a m¨¢s mujeres que, como ella, han sufrido la violencia machista. Qu¨¦ recursos solicitar, a qu¨¦ premios presentarse, qu¨¦ negocios crear... Es una de esas personas que un d¨ªa necesit¨® ayuda y hoy se dedica a ayudar.
Ana Bella se cas¨® a los 18 a?os y soport¨®, durante m¨¢s de una d¨¦cada, los malos tratos de su marido con el que tuvo cuatro hijos. Cuando el m¨¢s peque?o ten¨ªa unos meses, decidi¨® abandonar su hogar, harta de golpes y de humillaciones. Un cartel del Instituto de la Mujer que dec¨ªa "rompamos el silencio" con un tel¨¦fono de ayuda fue el comienzo de su huida. Llam¨®, pidi¨® auxilio y lo encontr¨®.
Vivi¨® varios meses en un piso tutelado y, cuando sali¨®, sin nada en las manos y con cuatro bocas que alimentar, tuvo que buscarse la vida. Encontr¨® trabajo, un lugar donde vivir, pudo empezar de nuevo. Pero lejos de dedicarse a disfrutar plenamente de su nueva vida y a olvidarse del dolor de los golpes, decidi¨® dedicarse a escuchar el sufrimiento de otras mujeres y a poner los medios para que dejasen de soportar los malos tratos.
La primera mujer ayudada por Ana Bella se qued¨® en su propia casa. Hoy, gracias a las donaciones, subvenciones y premios, la fundaci¨®n ya tiene seis casas de acogida que atienden a una media de 12 mujeres (algunas con hijos) al a?o. Adem¨¢s, unas 1.200 reciben asesoramiento de la fundaci¨®n, la mayor¨ªa por tel¨¦fono o por Internet. Tambi¨¦n han creado una empresa, Amiga Emplea, que da trabajo a mujeres maltratadas. La dirige Ana Bella. ?Su sueldo?: "Por temas legales tuvimos que poner el m¨ªnimo, que ronda los 500 euros, pero casi nunca lo cobro porque la empresa, de momento, no tiene beneficios".
El doctor en Psicolog¨ªa y coordinador de la ONG Psic¨®logos sin Fronteras, Guillermo Fouce, subraya lo com¨²n de esta situaci¨®n: personas que en alg¨²n momento de su vida recibieron ayuda ahora se dedican a hacer voluntariado. "Sienten que es una forma de devolver parte de lo que la sociedad ha hecho por ellos", apunta.
La solidaridad -y la lucha- tambi¨¦n han estado muy presentes en los ¨²ltimos cuatro a?os de la vida de Aliou D. Lleg¨® en patera a Tenerife en junio de 2006 y, desde entonces, muchas han sido las manos que han ayudado desinteresadamente a este joven de Guinea Conakry para que hoy sienta que Espa?a es su hogar. Las primeras, las de la asociaci¨®n Colectivo La Calle, quien le acogi¨® durante dos meses. Pero, sobre todo, las de la ONG Karib¨², a la que acudi¨® cuando no ten¨ªa d¨®nde ir. "Me vi en la calle, necesitaba ayuda. Habl¨¦ con el padre Antonio, el director, y me ofreci¨® quedarme en una de las residencias que tienen". All¨ª permaneci¨® dos a?os. "Nunca me pidieron que me fuera. Cuando vi que ya pod¨ªa mantenerme y que hab¨ªa gente m¨¢s necesitada que yo, decid¨ª marcharme".
La ayuda de esta ONG que atiende a los inmigrantes llegados de ?frica no qued¨® ah¨ª, pues siempre que la ha necesitado ha estado presente, incluso en los meses dif¨ªciles en los que no pod¨ªa sufragar el alquiler. "No puedo pagar a Karib¨² lo que ha hecho por m¨ª. Si me tocara la loter¨ªa, la mitad ser¨ªa para ellos, para que sigan ayudando".
Aliou todav¨ªa no tiene permiso de residencia, seg¨²n sostiene, por problemas burocr¨¢ticos de su pa¨ªs, pero trabaja ilegalmente y cobra un sueldo que le permite sobrevivir. En su tiempo libre, se dedica a pagar con su esfuerzo lo que no puede pagar con dinero. En Karib¨² ha hecho de traductor y ha repartido prendas en el ropero, pero lo que m¨¢s le gusta es colaborar con ni?os y a ello le gustar¨ªa dedicarse en un futuro. El d¨ªa de esta entrevista, Aliou estaba colaborando con una ONG, vestido de Rey Mago.
Desarrollo personal
Para el doctor Fouce, el voluntariado tiene efectos positivos a nivel personal, pues permite abrirse a los otros, aprender a relacionarse y desarrollar empat¨ªa. Tambi¨¦n a nivel colectivo porque permite desarrollar redes sociales y espacios. As¨ª, el ¨²nico problema que podr¨ªa plantear el voluntariado en personas que un d¨ªa necesitaron ayuda es que hicieran de su problema toda su vida. "Esas personas nunca superar¨ªan lo que les ha pasado", explica el doctor y a?ade que esto les ha sucedido a algunas v¨ªctimas del terrorismo, que nunca consiguen pasar p¨¢gina. La f¨®rmula para que esto no suceda, cuenta, no hacer que el voluntariado se convierta en lo m¨¢s importante de la vida. "Cualquier actividad que se repita pasa de ser positiva a negativa", asegura.
Diecisiete a?os despu¨¦s de abandonarla, Miguel (nombre ficticio) decidi¨® hace unos meses volver a vincularse a la asociaci¨®n que lo sac¨® del abismo de la droga, Proyecto Hombre. Pasa una tarde a la semana en la recepci¨®n de uno de los centros de la ONG en Madrid en un cub¨ªculo junto a la puerta, pegado al tel¨¦fono, por si alguien llama pidiendo ayuda o alguien llega en medio de una crisis de ansiedad. "Tienes que tener facilidad para calmarle. Este es el tel¨¦fono a donde llaman por primera vez", explica.
Estuvo enganchado a las drogas durante una d¨¦cada. Intent¨® salir varias veces pero no lo logr¨® hasta entrar en Proyecto Hombre. "Hay que seguir intent¨¢ndolo porque tarde o temprano hay una vez que lo consigues". Quiz¨¢ por eso, cuando hace unos meses se qued¨® sin trabajo y pudo disponer de tiempo libre, decidi¨® volver al lugar donde su segunda vida empez¨®. "Siempre he querido hacer alguna labor social y como ahora estoy menos ocupado, aprovecho para hacer lo que antes no pod¨ªa. Pens¨¦ primero en Manos Unidas, en Cruz Roja... pero luego me acord¨¦ de mi relaci¨®n con Proyecto Hombre y decid¨ª hacer mi voluntariado aqu¨ª". Adem¨¢s de atender el tel¨¦fono, da clases en la escuela de adultos de la organizaci¨®n.
Muchas entidades utilizan a voluntarios que un d¨ªa fueron atendidos en sus organizaciones para ayudar a otros. Seg¨²n cuenta el doctor Fouce, es muy com¨²n que utilicen a voluntarios en grupos de autoayuda en organizaciones como Alcoh¨®licos An¨®nimos o de ayuda a personas con anorexia o bulimia. "La mayor¨ªa de las entidades tratan de hacer que sea as¨ª, eso s¨ª, dici¨¦ndoles a los pacientes recuperados: pasa p¨¢gina, mira lo que ha ocurrido y ahora vamos a ayudar a otros", cuenta. Una vez asumida la enfermedad, expone el doctor, puede convertirse en un buen modelo.
Tambi¨¦n es com¨²n que personas cuyos familiares han sido ayudados colaboren con las organizaciones. Por ejemplo, en Proyecto Hombre m¨¢s de la mitad de los voluntarios son familiares de personas que han superado un tratamiento de desintoxicaci¨®n de las drogas. "Es muy efectivo, por ejemplo, en el caso de la atenci¨®n a familias ya que si la madre de un paciente recibe atenci¨®n de otra mujer que sufri¨® lo mismo el v¨ªnculo de empat¨ªa es mucho mayor", asegura V¨ªctor Arias, responsable de los voluntarios de Proyecto Hombre.
Pedro Sors tiene 65 a?os y su vida ha estado marcada por las enfermedades. Ha encadenado un tumor en el p¨¢ncreas, una peritonitis y un c¨¢ncer de colon que le han impedido desarrollarse profesionalmente. A pesar de esto, este catal¨¢n se considera afortunado, pues le gusta vivir el presente y con su jubilaci¨®n le han asignado un cuarto en un piso tutelado. Por fin se acaban las ¨¦pocas de vivir en pensiones y rotar de albergue en albergue.
"Conozco todos los albergues de Espa?a. Despu¨¦s de mi primera operaci¨®n me qued¨¦ sin medios y tuve que ir haciendo rutas". Algunas noches, las de cartel completo, tuvo que dormir en la calle. Sus escasos o a veces nulos ingresos han hecho que lleve m¨¢s de 10 a?os acudiendo a comedores sociales como el de las Hijas de la Caridad, en Madrid, lugar en donde tiene lugar esta entrevista.
Fue aqu¨ª donde hace cuatro a?os comenz¨® su voluntariado. Hasta hace unos meses, se encargaba de controlar la sala de Internet que abri¨® este centro de d¨ªa para personas con pocos recursos econ¨®micos. "Siempre he sido consciente de los problemas de las personas sin hogar. Aqu¨ª ve¨ªa que con los ordenadores ten¨ªan una distracci¨®n, dejaban por un rato la dureza de sus vidas". La lejan¨ªa de su nueva vivienda le impide acudir todos los d¨ªas al centro, pero sigue colaborando en talleres y charlas siempre que lo necesitan.
Ana Bella conoce perfectamente los peligros psicol¨®gicos que tiene que la ayuda a mujeres maltratadas sea toda su vida. Su psic¨®loga se lo ha advertido en numerosas ocasiones. "Me dice que con lo que hacemos la herida la mantenemos abierta, pero yo le respondo: es verdad, escuchar historias me hace revivir lo que pas¨¦ y me sigue haciendo da?o. Pero ese dolor lo transformo en energ¨ªa para trabajar". Asegura que ya no siente rabia de lo que le pas¨® pero que s¨ª la siente por muchas mujeres que a¨²n guardan silencio y es por ellas por quienes lucha. Sabe que quiz¨¢ trabajar 14 horas con "supervivientes de la violencia machista", as¨ª las llama ella, no sea lo m¨¢s sano para su salud mental pero lo acepta como una bendici¨®n. "Lo que nos duele hace que sigamos adelante porque si ya no nos doliera seguir¨ªamos con nuestra vida y no nos dedicar¨ªamos a esto".
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