Sombras sobre Assange. Firmado: un examigo
El exportavoz de Wikileaks, Daniel Domscheit-Berg, retrata en un libro reci¨¦n publicado el lado oscuro de las finanzas, gesti¨®n y personalidad del editor australiano durante la etapa en la que trabajaron juntos
Trata de justificar una cosa y demostrar otra. Justificar que la actitud de Julian Assange le llev¨® a dejar Wikileaks; y demostrar que, junto al australiano, fue el sost¨¦n de la web de filtraciones desde 2007. "Cre¨ªamos en los mismos ideales" se confiesa Daniel Domscheit-Berg (Alemania, 1978) estirando la memoria para acercar al lector a su primer encuentro con Assange en las p¨¢ginas de Dentro de Wikileaks: Mi etapa con Julian Assange en la web m¨¢s peligrosa del mundo (Crown Publishing). "Eramos iguales", "un equipo incre¨ªble", prosigue el otrora portavoz y n¨²mero dos de Wikileaks en un tono de admiraci¨®n hacia el hombre que le hizo dejar su empleo, coger el petate y tirar millas por media Europa; el individuo con el que comparti¨® techo en Wiesbaden (Alemania), tambi¨¦n en Islandia; el que crey¨® "amigo", pero sobre el que ahora levanta una sombra que llega al manejo de las finanzas, de los documentos, sus tics dictatoriales y su vida personal.
Cada uno de los episodios en los que aparece Assange, el hombre que ha puesto en jaque al Pent¨¢gono a trav¨¦s de la revelaci¨®n de cientos de miles de documentos secretos, reaviva el inter¨¦s de la lectura, poco mimada por la escritura (su versi¨®n original esta redactada en alem¨¢n y editada por el sello Econ Verlag). Sobre el car¨¢cter paranoico y autoritario del editor australiano ya hab¨ªan corrido r¨ªos de tinta desde que Washington le pusiera en la diana. Domscheit-Berg, que pese a todas sus reticencias a la man¨ªa persecutoria de Assange cambi¨® su apellido por Schmitt, redunda en este apartado del car¨¢cter del exhacker con palabras para definirle como "dictador", "aut¨®crata", "emperador" y "tratante de esclavos". Le compara incluso con el creador de la cienciolog¨ªa, Ron Hubbard, escritor de ciencia ficci¨®n que "acab¨® crey¨¦ndose sus historias". Y repite una frase que Assange le hizo llegar en abril de 2010, principio del fin de su relaci¨®n: "Si la jodes, te perseguir¨¦ y matar¨¦".
Amores y desamores al margen -sobra se?alar que el libro construye la versi¨®n de una de las partes-, Dentro de Wikileaks destapa algunas medio verdades sin duda reveladoras de pu?o y letra de Domscheit-Berg. El inform¨¢tico alem¨¢n, en las p¨¢ginas dedicadas a las finanzas de la organizaci¨®n, afirma que "nadie supo cu¨¢nto dinero fue depositado en Moneybookers -firma brit¨¢nica en la que Wikileaks ten¨ªa una cuenta para donaciones- y para qu¨¦ se utiliz¨®". Domscheit-Berg cuenta adem¨¢s que Assange abri¨® una segunda cuenta a su nombre a la que se pod¨ªa acceder desde el apartado de donaciones de la web. Esta fue cerrada posteriormente, seg¨²n relata el libro, por una investigaci¨®n sobre blanqueo de dinero. El diario The Guardian -esto no lo cuenta Domscheit-Berg- public¨® la correspondencia enviada por Moneybookers al australiano en la que se justificaba el cierre de la cuenta por encontrarse Wikileaks en una lista negra de EE UU.
"Nuestra primera pelea seria de verdad fue por dinero", reconoce el alem¨¢n quien, una vez que el grifo de las donaciones empez¨® a fluir, pidi¨® a su entonces compa?ero de batalla que accediese a pagar sueldos a trav¨¦s de la Wau Holland Foundation. "Le expliqu¨¦ a Julian -narra Domscheit-Berg- que no ser¨ªa el ¨²nico en tener acceso a los fondos (...) Me habr¨ªa conformado con 2.500 euros brutos al mes". El australiano se neg¨® a que Domscheit-Berg y los dos t¨¦cnicos que trabajaban a tiempo completo en Wikileaks cobraran un salario. Y es aqu¨ª donde el inform¨¢tico destapa otra medio verdad: ?Qui¨¦n estaba detr¨¢s de Wikileaks? Assange -m¨¢s pseud¨®nimos como Jay Lim-, Domscheit-Berg, un t¨¦cnico y el que llamaban "el arquitecto", un programador inform¨¢tico que tambi¨¦n ha abandonado la organizaci¨®n. ?Qui¨¦nes eran entonces esos miles de voluntarios de los que habl¨® a este peri¨®dico en una entrevista en abril de 2010? "Ese n¨²mero -revela el autor en el libro- inclu¨ªa a cualquiera que hubiera firmado nuestra lista de correo. Gente que estaba en contacto con nosotros con la promesa de apoyar el proyecto. Pero no hicieron nada. Eran solo nombres. Ni siquiera nombres, solo n¨²meros". El pasado a?o, no obstante, Wikileaks uni¨® a su lista de colaboradores nombres como Birgitta J¨®nsd¨®ttir, Kristinn Hrafsson, Rop Gonggrijp, Herbert Snorrason... Solo Hrafsson sigue en la organizaci¨®n.
Domscheit-Berg, inmerso ahora en su nuevo proyecto, Openleaks, no muestra en su relato un ¨¢pice de duda sobre la veracidad de los documentos. S¨ª se sobrecoge, sin embargo, cuando recuerda la edici¨®n de los Papeles de Afganist¨¢n. El equipo, seg¨²n la narraci¨®n del alem¨¢n, fue consciente de que hab¨ªa que borrar por seguridad nombres citados en los documentos (91.000) solo cuatro d¨ªas antes de su revelaci¨®n, el 26 de julio pasado. Domscheit-Berg se enter¨® durante una comida con dos periodistas, pero Assange evit¨® darle explicaciones a trav¨¦s del chat. Soluci¨®n: trabajo contra el reloj y omisi¨®n de 14.000 informes delicados. Resultado: 100 nombres que deb¨ªan haber sido tachados fueron publicados; Washington acus¨® a Wikileaks de tener "las manos manchadas de sangre", y la atenci¨®n se desvi¨® del contenido de los papeles.
Negligencias como esta, argumenta Domscheit-Berg, fueron las que abrieron las puertas a su salida. No sin antes llevarse consigo el sistema de recepci¨®n encriptada de documentos y los que entonces hab¨ªa en la plataforma esperando a ver la luz.
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