La NASA estima que su sat¨¦lite 'Glory' se ha destruido en el sur del Pac¨ªfico
El lanzamiento, en un cohete Taurus, ha fallado al no alcanzar la ¨®rbita prevista
La NASA ha confirmado la p¨¦rdida de su sat¨¦lite 'Glory' tras el lanzamiento fallido del cohete Taurus LX desde la base Vandenberg de la Fuerza A¨¦rea estadounidense, en California. El cohete despeg¨® a las 11.09 (hora peninsular) y casi seis minutos despu¨¦s hab¨ªa fallado, durante la segunda fase del lanzador. Los datos recibidos del artefacto indican que no se abri¨® la llamada cofia, es decir el cono de la punta del cohete donde va alojado el sat¨¦lite durante el ascenso por la atm¨®sfera terrestre y que debe abrirse en dos mitades para liberar el artefacto; con al cofia enganchada, el sobrepeso ha impedido la colocaci¨®n en ¨®rbita del Glory, seg¨²n han avanzado los responsables de la NASA, a¨²n pendientes de analizar a fondo toda la informaci¨®n para tener un diagn¨®stico definitivo del fallo. Se supone que el sat¨¦lite ha ca¨ªdo en el oc¨¦ano Pac¨ªfico y se ha destruido, pero a¨²n no se ha podido determinar la localizaci¨®n exacta.
"Hemos fallado la puesta en ¨®rbita, todo indica que el sat¨¦lite y el cohete han acabado en alg¨²n lugar dle oce¨¢no Pac¨ªfico", ha declarado el director del lanzamiento, Omar Baez.
"El lanzamiento del 'Glory', un sat¨¦lite dise?ado para mejorar el conocimiento de procesos clave del cambio clim¨¢tico, se hab¨ªa aplazado varias veces por problemas t¨¦cnicos. Otro sat¨¦lite de la NASA, el OCO (Orbiting Carbon Observatory) tambi¨¦n orientado al cambio clim¨¢tico, se perdi¨® hace dos a?os por el mismo problema en el mismo tipo de cohete, el Taurus XL de la empresa privada Orbital Science Corporation. Tras aquel accidente se hicieron las modificaciones consideradas oportunas y las pruebas realizadas en octubre del a?o pasado, fueron satisfactorias, seg¨²n informa la NASA.
El Glory, con un coste de 424 millones de d¨®lares (m¨¢s de 300 millones de euros), es un sat¨¦lite de poco m¨¢s de 500 kilos, dos metros de altura y 1,4 de ancho. Ten¨ªa que situarse en ¨®rbita a 705 kil¨®metros de altura sobre la superficie terrestre y desde esa posici¨®n, con sus dos instrumentos cient¨ªficos, iba a estudiar las variaciones en la radiaci¨®n solar sobre el planeta y el efecto de los aerosoles, part¨ªculas en suspensi¨®n en la atm¨®sfera terrestre que tienen un importante efecto sobre el clima. El plan era tomar datos para conocer con detalle el balance energ¨¦tico, es decir, la radiaci¨®n que entra y que sale en el sistema terrestre.
Los minutos cr¨ªticos del lanzamiento
El lanzamiento de un cohete supone una sucesi¨®n r¨¢pida de operaciones autom¨¢ticas, todas cr¨ªticas y pr¨¢cticamente sin margen para rectificar, por lo que cualquier problema resulta catastr¨®fico. Los cohetes est¨¢n formados por varias fases que lo impulsan y, a medida que cada una de ellas -normalmente tres en los lanzadores de potencia media y alta- se consume, se va desprendiendo. En la primera fase, los primeros kil¨®metros del ascenso, se utilizan propulsores especialmente potentes para vencer la gravedad terrestre que es m¨¢s fuerte cerca del suelo y se va atenuando al ir ganando altura. Es la misma funci¨®n de propulsi¨®n redoblada que hacen los dos cilindros laterales de los transbordadores espaciales, con combustible s¨®lido, que funcionan a la vez que los motores de la nave durante los poco m¨¢s de dos primeros minutos de vuelo, hasta que se consumen y se desprenden. A partir de ese punto cr¨ªtico la nave contin¨²a impulsada por sus propios motores hasta alcanzan la ¨®rbita.
Una vez que la carga ¨²til, el sat¨¦lite, est¨¢ en ¨®rbita y separado del cohete, no desaparece el riesgo porque las maniobras siguen siendo complejas y muchas cosas pueden fallar, pero puede haber un margen de maniobra desde el centro de control y los expertos disponen de algo de tiempo para dise?ar una estrategia que supere el problema. Por ejemplo, si el sat¨¦lite no ha quedado colocado en la ¨®rbita prevista, algo que ha sucedido en varias ocasiones, se puede intentar redirigirlo utilizando su propulsi¨®n propia. Es una maniobra delicada y, aunque se logre situar bien el artefacto, puede repercutir negativamente en la misi¨®n porque se habr¨¢ consumido combustible en el imprevisto que a la larga puede limitar la capacidad de movimiento del sat¨¦lite y, por tanto, su vida ¨²til. Una antena que se despliega mal, o los paneles solares que no se abren debidamente son contratiempos graves en el espacio pero no necesariamente se traducen en fracaso definitivo de la misi¨®n, a veces se logran arreglar o compensar de alg¨²n modo.
El lanzamiento al espacio no se limita al despegue del cohete de la plataforma, sino que debe colocarse correctamente su carga ¨²til en el punto fijado para la misi¨®n. Y muchas cosas pueden ir mal muy deprisa en esos pocos minutos. Aunque toda la secuencia de operaciones es ejecutada por los ordenadores de a bordo, el jefe de lanzamiento tiene la autoridad y el dispositivo necesario para enviar una orden de autodestrucci¨®n al cohete en caso de que el problema pueda convertirlo en alg¨²n tipo de riesgo. En la sala de control s¨®lo se considera alcanzado el ¨¦xito cuando el cohete ha cumplido plenamente su funci¨®n y la carga ¨²til se ha separado del lanzador; es entonces, varios minutos despu¨¦s del despegue, cuando los expertos se relajan un poco y, a veces, aplauden.
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