Ley de la CeniCiencia
Para retener talento y atraer a cient¨ªficos de prestigio de otros pa¨ªses no s¨®lo se necesita financiaci¨®n, sino un modelo de contrataci¨®n competitivo
La Ley de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n, a punto de ser ratificada Congreso, ha salido aprobada por unanimidad del Senado en parte porque todos los grupos parlamentarios han acordado presentar una moci¨®n legislativa conjunta que inste al Gobierno a hacer una ley sobre mecenazgo. Lo que se pretende, en palabras de la senadora Rosa Nuria Aleixandre (de CiU) durante el pleno del Senado que aprob¨® la ley, es adoptar "un sistema de financiaci¨®n (...) con prestigio en todo el mundo anglosaj¨®n, donde una entidad o individuo (...) ceden un determinado patrimonio a una fundaci¨®n u organismo, p¨²blico o privado, que solo podr¨¢ utilizar sus beneficios.". En palabras de la senadora, "nos conformar¨ªamos con tener una ley que nos permita competir en igualdad de oportunidades con nuestros compa?eros de la Uni¨®n Europea (...) y no quedarnos rezagados frente a ellos, menos a¨²n en la lucha que a partir de ahora hemos de tener contra los grandes gigantes como los Estados Unidos (...). Una ley que nos permita retener el talento, que, no lo duden, lo tenemos y mucho."
Se?or¨ªas, para retener talento y atraer a cient¨ªficos de prestigio de otros pa¨ªses no s¨®lo se necesita financiaci¨®n, sino un modelo de contrataci¨®n competitivo. No s¨®lo miren al mundo anglosaj¨®n para tomar como modelo la flexibilidad de su sistema de financiaci¨®n, ?f¨ªjense en su modelo de contrataci¨®n! Es la combinaci¨®n de ambas cosas lo que determina en parte su ¨¦xito. Ese modelo de contrataci¨®n es precisamente lo que gran parte de la comunidad investigadora est¨¢ pidiendo insistentemente: la creaci¨®n de un contrato temporal de cinco a?os de duraci¨®n con una evaluaci¨®n final que, de ser superada, garantice la estabilizaci¨®n del investigador (lo que se denomina un tenure-track en el mundo acad¨¦mico anglosaj¨®n).
En nuestro caso ¨ªbamos m¨¢s all¨¢, sugiriendo que se estableciera aquello que ya se empieza a demandar en estos centros de excelencia extranjeros: que el contrato estable est¨¦ sujeto a evaluaciones peri¨®dicas. El reci¨¦n aprobado contrato de acceso se aleja peligrosamente de este modelo, frustrando con ello una de las reivindicaciones m¨¢s importantes de la comunidad cient¨ªfica. Este sentimiento fue expresado muy elocuentemente por el senador Jordi Guillot Miravet de Iniciativa per Catalunya Verds durante su intervenci¨®n en el pleno del Senado: la ley "sigue manteniendo el factor de la precariedad en lo que se refiere a la contrataci¨®n, el acceso y la permanencia en el mundo laboral de los investigadores"; "sigue el interrogante sobre el contrato de acceso" que no "permite realmente dar estabilidad, afianzar, captar, fidelizar a los investigadores", y que "reduce las garant¨ªas que fija la normativa vigente, como, por ejemplo, respecto a la figura de los Ram¨®n y Cajal."
Durante la ¨²ltima d¨¦cada, el programa Ram¨®n y Cajal (RyC) ha sido lo m¨¢s parecido a un tenure-track que ha habido en Espa?a. Esto ha sido gracias al compromiso que adquir¨ªan los centros de convocar plazas estables con el perfil de los investigadores RyC que hubieran superado las evaluaciones establecidas. Sin embargo, dicho compromiso ha venido sufriendo serios contratiempos, y por ello en la nueva ley se ha reconocido la necesidad de reafirmarlo expl¨ªcitamente en su articulado. Pero el programa RyC no es m¨¢s que un programa. Lo que deber¨ªa hacer la ley es ligar el compromiso de creaci¨®n de plazas estables al nuevo contrato de acceso, independientemente del nombre del programa de turno.
Incomprensiblemente se negaron a hacer esto, a pesar de que era l¨®gico, encajaba en la legalidad vigente y no supon¨ªa ning¨²n aumento de presupuesto (como argumentamos en las enmiendas propuestas al Congreso y al Senado, y en las numerosas reuniones con miembros de ambas c¨¢maras y representantes del Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n (ICINN). El calificativo de acceso, por tanto, es accesorio: no es m¨¢s que un simple contrato temporal de cinco a?os indistinguible de varios contratos por obra y servicio concatenados. Un sistema de investigaci¨®n no se hace competitivo a base de maquillaje.
Con esta maniobra, la Ley de la Ciencia, lejos de abrazar el esp¨ªritu del programa RyC, lo convierte en una anomal¨ªa y abre la puerta a que desaparezca...calladamente. Un simple cambio en el nombre del programa cerrar¨ªa la ¨²nica v¨ªa de acceso al sistema de investigaci¨®n, dejando a los investigadores a la deriva.
El Gobierno defiende un cuento de hadas cuando argumenta que la carrera cient¨ªfica ha quedado perfectamente definida por los nuevos contratos predoctoral, de acceso y de investigador distinguido. Si bien en la fase predoctoral, la ley contiene un aspecto muy positivo (todos los trabajos de investigaci¨®n se realizar¨¢n mediante contratos laborales, tanto en el ¨¢mbito p¨²blico como en el privado), en realidad es el cuento de Ceniciencia, excepto que empieza con un ¨¦rase una vez, y otra vez, y otra vez...y cuando por fin llega el pr¨ªncipe azul en forma de ley, ¨¦ste se enamora de la hermanastra Innovaci¨®n, se centra en la gobernanza y la fiscalizaci¨®n, y deja a Ceniciencia como estaba...o peor, porque pierde el "caldero" y a partir de ese momento puede ser v¨ªctima de una de las novedades de la ley: la concatenaci¨®n de contratos temporales hasta el final de su carrera.
Se?or¨ªas, no crean en cuentos de hadas. Pongan los pies en los centros de investigaci¨®n, tanto en los de aqu¨ª, como en los que quieren usar como modelo. Si el objetivo es "tener una ley que nos permita competir en igualdad de oportunidades" es absolutamente necesario que los grupos parlamentarios se comprometan a revisar, con la m¨¢xima celeridad posible, tanto la financiaci¨®n de los centros de investigaci¨®n -fundamental para que sean los propios centros los que gestionen sus recursos humanos y puedan hacer una planificaci¨®n de ellos a largo plazo- como el propio contrato de acceso, acceso que s¨®lo ser¨¢ real si es transformado en un tenure-track. Esto es lo que demanda la mayor parte de las voces autorizadas de la comunidad cient¨ªfica (COSCE, CRUE, directores de OPI y de centros de investigaci¨®n...), pero, parad¨®jicamente, esta demanda cuenta s¨®lo con la oposici¨®n de una serie de organizaciones sociales que, si bien representan a muchos trabajadores en otros ¨¢mbitos laborales, su representatividad entre los que realmente demandan y se beneficiar¨ªan de este contrato de acceso, por ejemplo los investigadores j¨®venes no estabilizados, es muy cuestionable.
Si no se establece un verdadero tenure-track, nuestro sistema de investigaci¨®n nunca alcanzar¨¢ la credibilidad y la competitividad que todos deseamos y nuestra econom¨ªa necesita, porque ni atraer¨¢ talento del exterior, ni podr¨¢ conservar el talento de los j¨®venes investigadores (muchos de ellos de 40 a?os), que son responsables de buena parte de la productividad cient¨ªfica de este pa¨ªs y que se est¨¢n viendo abocados a emigrar o a abandonar la investigaci¨®n.
Amaya Moro-Mart¨ªn es investigadora Ram¨®n y Cajal del CSIC e investigadora visitante en la Universidad de Princeton, Andr¨¦s Moya Bed¨®n es investigador postdoctoral del CSIC y Juan Carlos Su¨¢rez Yanes es investigador postdoctoral del CSIC e investigador asociado del Observatoire de Paris. Los tres son miembros de la Plataforma Investigaci¨®n Digna.
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