La 'otra' radiactividad
Nuestro cuerpo recibe a diario una radiaci¨®n natural. Del cosmos, de algunos materiales y del subsuelo. De la tierra emana el gas rad¨®n, peligroso en grandes dosis
Los accidentes de Chern¨®bil y Fukushima son sin¨®nimo de radiactividad y de peligro para la opini¨®n p¨²blica, pero en la naturaleza existen tambi¨¦n otras radiaciones, desconocidas y menos preocupantes pero que hay que tener en cuenta, como la c¨®smica, originada por las estrellas y otros cuerpos celestes, y las procedentes de la tierra. Estas vienen de los suelos donde construimos, as¨ª como de algunos de los materiales con los que est¨¢n levantadas las casas. Hay que tener en cuenta que cuando se adquiere una vivienda, nadie garantiza al comprador que no se superen en ella los l¨ªmites permitidos de contaminaci¨®n radiactiva ocasionada por el rad¨®n, un gas natural que emana de la tierra y que es el segundo causante de c¨¢ncer de pulm¨®n, despu¨¦s del tabaco, seg¨²n la Agencia Ambiental de Estados Unidos (EPA). Por este motivo, los cient¨ªficos piden que se apruebe una legislaci¨®n que regule en Espa?a esta situaci¨®n.
El rad¨®n es un indicador para saber si se va a producir un terremoto
Tambi¨¦n los alimentos contienen elementos de los que una parte ¨ªnfima es radiactiva, como, por ejemplo, el potasio de los pl¨¢tanos. "Sin embargo, para que nos afectara habr¨ªa que ingerir tal cantidad que antes morir¨ªas de indigesti¨®n", afirma sonriendo Luis Santiago Quind¨®s, de la c¨¢tedra de F¨ªsica M¨¦dica de la Universidad de Cantabria, uno de los principales expertos de este pa¨ªs en radiactividad natural.
Nuestro cuerpo se ha adaptado a recibir una cantidad m¨ªnima de radiaci¨®n del entorno al a?o. Se denomina fondo natural y en Espa?a es de unos 2,8 milisie?verts (mSv) (el sievert es la unidad que mide la dosis equivalente, es decir, la cantidad de energ¨ªa absorbida por los tejidos humanos relacionada con el da?o biol¨®gico que produce). Para las emisiones artificiales s¨ª existe una normativa muy estricta. "La poblaci¨®n normal no puede recibir m¨¢s de 1 mSv/a?o, mientras que el l¨ªmite m¨¢ximo para los trabajadores es de 20 mSv/a?o", explica Quind¨®s. Adem¨¢s aclara: "Si acompa?as a una persona enferma de c¨¢ncer a una sesi¨®n de radioterapia, ella podr¨ªa recibir 40 mSv para curarse, pero t¨², en la sala de espera, no podr¨¢s estar expuesta a m¨¢s de 1 mSv. En el caso de las radiograf¨ªas, si te haces una con un aparato en perfecto estado, recibes 0,1 mSv, as¨ª que con 10 ser¨¢ de 1 mSv, todo ello en beneficio del diagn¨®stico".
El accidente de la central nuclear de Chern¨®bil marc¨® un antes y un despu¨¦s, que se reflej¨® en una preocupaci¨®n mayor de los Gobiernos. La Uni¨®n Europea exige desde entonces a sus miembros la elaboraci¨®n de un mapa del fondo natural radiol¨®gico de su territorio (MARNA). En Espa?a es responsable de llevarlo a cabo el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) desde 1991. Para ello, seg¨²n comenta Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Matarranz, coordinador de los proyectos de radiactividad natural, se han utilizado datos y estudios de prospecciones de uranio ya existentes. Adem¨¢s, se han realizado m¨¢s de dos millones de medidas gamma terrestre por todo el territorio peninsular en colaboraci¨®n con las universidades.
Mart¨ªn indica que las zonas geol¨®gicas con uranio y torio, ubicadas en lugares gran¨ªticos, son las que dan niveles m¨¢s altos de radiactividad. En cambio, los entornos de origen marino son los que presentan menos (¨¢reas costeras de Valencia, Murcia, Andaluc¨ªa y una parte de Catalu?a). "Aunque los trabajos est¨¢n casi acabados, faltan todav¨ªa por publicarse los mapas de Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. Tambi¨¦n se ha realizado un mapa espec¨ªfico sobre Galicia en colaboraci¨®n con la Xunta, debido a su geolog¨ªa y a unos niveles de radiaci¨®n m¨¢s altos que la media nacional", puntualiza.
Como dice Quind¨®s, el hecho de vivir en una zona uran¨ªfera, donde el fondo natural puede alcanzar dosis de hasta 15 mSv/a?o -comparables con los l¨ªmites establecidos para los profesionales expuestos-, no garantiza ser inmune a la radiactividad. As¨ª, seg¨²n los estudios de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), el rad¨®n, presente en estas zonas gran¨ªticas, incrementa el riesgo por su incidencia en la aparici¨®n del c¨¢ncer de pulm¨®n.
El rad¨®n es un gas noble, pero contiene radiois¨®topos procedentes de la cadena de desintegraci¨®n del uranio (238U): 222Rn86, y del torio (228Th): 230Rn86, que podemos considerar sus "cabezas de familia", si bien el que nos interesa es el procedente del uranio. Este gas es capaz de viajar entre los poros del terreno hasta alcanzar la superficie, donde se puede diluir entre los gases de la atm¨®sfera o colarse por el subsuelo a distintos lugares de nuestras casas. La Agencia Ambiental de Estados Unidos (EPA) lo considera la segunda causa del c¨¢ncer de pulm¨®n, despu¨¦s del tabaco, y la International Agency for Research on Cancer lo clasifica como elemento cancer¨ªgeno.
Por este motivo, la Comisi¨®n Europea, siguiendo los dict¨¢menes de la OMS, recomienda que en las casas ya construidas la concentraci¨®n media anual de rad¨®n no supere los 400 becquerelios (bq) (el becquerel es la unidad que indica la actividad del rad¨®n) por metro c¨²bico, mientras que para las de nueva construcci¨®n este nivel no ha de sobrepasar los 200 bq/m3. Espa?a sigue sin contar con legislaci¨®n sobre los l¨ªmites de la contaminaci¨®n por rad¨®n, una situaci¨®n de desidia que denuncian todos los expertos consultados. Quind¨®s afirma que se dan casos de casas reci¨¦n compradas en las que hay concentraciones muy superiores a la normativa europea.
Borja Frutos, arquitecto del Instituto de Ciencias de la Construcci¨®n Eduardo Torroja (perteneciente al CSIC), explica: "el CSN inst¨® a nuestro instituto a redactar un documento que sirviera de base para incluir un cap¨ªtulo de protecci¨®n frente al gas rad¨®n en el c¨®digo t¨¦cnico de la edificaci¨®n (CTE)". El instituto elabor¨® un documento que se present¨® al Ministerio de Fomento en 2003. "El ¨¢rea de vivienda y arquitectura del citado Ministerio nos remiti¨® una carta en la que reconoce el trabajo realizado, aunque no se dice nada de cu¨¢ndo el rad¨®n se tendr¨¢ en cuenta en el CTE".
Con el fin de profundizar en el conocimiento de sistemas constructivos que puedan frenar la entrada de rad¨®n en los edificios y seguir aportando datos al Ministerio, el instituto Eduardo Torroja llev¨® a cabo en 2007 un proyecto de investigaci¨®n, en colaboraci¨®n con la Universidad de Cantabria y subvencionado por el CSN, en el que se prueban distintas medidas de actuaci¨®n en un prototipo de vivienda. El informe se present¨® al CSN y al equipo redactor del CTE, seg¨²n Frutos. Desde esa fecha, no se ha modificado nada. Un portavoz de la Secretar¨ªa de Estado de Vivienda asegura que "el Ministerio est¨¢ decidido a regular en el c¨®digo t¨¦cnico de edificaci¨®n este gas nocivo". Entre tanto, por mandato de la UE, el CSN coordina los trabajos para contar con un mapa de Espa?a con medidas reales de rad¨®n en el interior de viviendas, afirma Matarranz, que tambi¨¦n ve indispensable que el CTE tenga en cuenta al rad¨®n.
Pero no todo es negativo, este gas tambi¨¦n sirve como indicador para conocer si se va a producir un terremoto o una erupci¨®n volc¨¢nica. Todas las rocas del planeta contienen una determinada cantidad de uranio y, por tanto, emiten cierta cantidad de rad¨®n. Al igual que un globo se mueve en el aire a merced del viento, los ¨¢tomos de rad¨®n pueden moverse por el subsuelo arrastrados por movimientos de agua o gas, como los que se producen antes y durante las reactivaciones volc¨¢nicas o los terremotos, afirma Antonio Eff-Darwich, profesor de f¨ªsica de la Universidad de La Laguna (Tenerife). ?l, junto a otros investigadores de la Estaci¨®n Vulcanol¨®gica de Canarias (CSIC) y el Instituto Tecnol¨®gico y de Energ¨ªas Renovables del Cabildo de Tenerife, ha llevado a cabo una investigaci¨®n donde el rad¨®n sirve para conocer la actividad geol¨®gica.
De ella se desprende que una medici¨®n elevada de rad¨®n puede alertar y proporcionar un plazo de d¨ªas o semanas que puede ser clave para amortiguar una cat¨¢strofe y permitir apagar una central nuclear o evacuar a una poblaci¨®n. Esta aparici¨®n anormal de rad¨®n en el subsuelo indica que ah¨ª abajo se est¨¢n produciendo movimientos y deformaciones del terreno. Dentro de esta investigaci¨®n, Ronaldo Vi?as, cient¨ªfico de la Universidad de La Laguna, trata de encontrar la mejor forma de medir concentraciones de gas rad¨®n en el subsuelo de Tenerife ante una posible erupci¨®n del Teide, que es un volc¨¢n dormido.
A Tindaya, con traje protector
En Canarias, varios grupos estudian la radiactividad natural. Jes¨²s Garc¨ªa Rubiano, director del departamento de f¨ªsica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ha coordinado el mapa de radiactividad ambiental de las islas Canarias orientales. Destaca las altos niveles detectados en dos puntos de Fuerteventura: Betancuria y la monta?a de Tindaya, en La Oliva. La causa: las rocas plut¨®nicas, que contienen trazas de diversos elementos radiactivos. Una situaci¨®n que puede complicar la intenci¨®n del Gobierno de Canarias de construir en la monta?a de Tindaya una obra del escultor Eduardo Chillida, que consistir¨ªa en excavar un espacio c¨²bico de 50 metros de lado. El presupuesto es de 76 millones de euros. Al proyecto tambi¨¦n se oponen ecologistas y una gran parte de la comunidad cient¨ªfica canaria.
Antonio Eff-Darwich, profesor de f¨ªsica de la Universidad de La Laguna, advierte que, en caso de hacerse la obra, la contaminaci¨®n radiactiva podr¨ªa ser similar a la de algunas galer¨ªas de agua subterr¨¢neas de Tenerife, que superan con mucho los l¨ªmites permitidos. Como an¨¦cdota, este cient¨ªfico comenta que en un congreso internacional donde mostraron los datos de las mediciones, un colega franc¨¦s les pregunt¨® si entraban a las cuevas con trajes especiales.
Otra de las preocupaciones de Luis Santiago Quind¨®s, de la c¨¢tedra de f¨ªsica m¨¦dica de la Universidad de Cantabria, es el control de la dosis de radiaci¨®n que reciben los trabajadores tur¨ªsticos de las cuevas subterr¨¢neas. Por lo que han elaborado protocolos para controlar la radiactividad de rad¨®n en cuevas y balnearios, "aunque en este s¨ª existe una normativa que regula las radiaciones naturales que reciben los trabajadores".
Aviones y rayos c¨®smicos
La atm¨®sfera act¨²a como un escudo que mitiga las radiaciones del sol; por tanto, cuanto m¨¢s alto se sube, menos protecci¨®n. Lo saben bien las tripulaciones de los aviones, que se ven expuestas a dosis superiores a las permitidas para la poblaci¨®n normal (1 mSv/a?o). En mil horas de vuelo anuales pueden recibir 5 mSv, seg¨²n las rutas, la latitud por las que pasen y la altura del vuelo.
Julio Mart¨ªnez Escudero, responsable de salud laboral del sector a¨¦reo de Comisiones Obreras (CC OO), considera que pilotos y auxiliares de vuelo deben contar con un dos¨ªmetro permanente en los aviones para controlar las radiaciones ionizantes. Mart¨ªnez afirma que solo Iberia se ha tomado en serio estas cuestiones y ha llevado a cabo un estudio con el Ciemat y la Fundaci¨®n Biom¨¦dica del hospital Gregorio Mara?¨®n. En el estudio se han medido los niveles que presentaban los trabajadores de tierra y los de las tripulaciones a¨¦reas para hacer un seguimiento que se pudiera comparar.
El representante de CC OO denuncia la opacidad de otras empresas a¨¦reas, que carecen de programas de protecci¨®n radiol¨®gica e incumplen las ocho recomendaciones basadas en el c¨®digo EPCARD (European Program Package for the Calculation Aviation Route Doses) que el Consejo de Seguridad Nuclear elabor¨® en 2004.
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