El Guadalquivir se ahoga
El Guadalquivir dej¨® de com?portarse como un r¨ªo hace d¨¦cadas. "El r¨¦gimen hidrol¨®gico est¨¢ invertido", apunta Leandro del Moral Ituarte, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa de la Universidad de Sevilla y presidente de la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua. Tiene de media m¨¢s caudal durante el verano que en invierno, cuando las lluvias son m¨¢s abundantes y deber¨ªa llevar m¨¢s agua. "El tronco del Guadalquivir funciona ya como un canal de riego y hay m¨¢s agua en verano porque es cuando se desembalsa para cubrir las necesidades de los agricultores", a?ade Del Moral.
El Guadalquivir est¨¢ domesticado para responder a las demandas de los cultivos de regad¨ªo, que acaparan el 87% de los usos del agua de la cuenca. Cuenta con 57 embalses, levantados en el r¨ªo principal y, fundamentalmente, en sus afluentes. Y este sistema de presas que empez¨® a construirse a mediados del siglo pasado ha desencadenado una "alteraci¨®n del h¨¢bitat f¨ªsico" de las especies aut¨®ctonas, indica Marta Gonz¨¢lez del Tanago, profesora de Hidrolog¨ªa de Superficie en la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid.
El 80% del r¨ªo precisa medidas correctoras medioambientales de importancia
El sector agr¨ªcola representa el?20% del PIB de la comunidad andaluza
"Las poblaciones de peces de los tramos vadeables de los r¨ªos de la cuenca del Guadalquivir muestran un preocupante estado que refleja un serio y generalizado deterioro de los ecosistemas fluviales". Es una de las conclusiones a las que ha llegado el equipo de investigaci¨®n Aphanius del departamento de Zoolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba despu¨¦s de analizar palmo a palmo el r¨ªo y sus afluentes. Este grupo, dirigido por Carlos Fern¨¢ndez-Delgado, ha muestreado 1.037 puntos que cubren toda la cuenca. Del total de tramos que estudiaron -"seleccionados a priori para que estuvieran habitados"- no hab¨ªa presencia de peces en 556, el 53% de los puntos analizados.
Los investigadores de Aphanius recorrieron 10.566 kil¨®metros, y en 4.396 (el 41,6%) no encontraron peces. "De estos, en 2.737 kil¨®metros (25,9%) se deber¨ªa a que estaban secos cuando se muestrearon o que las aguas estaban tan contaminadas que no podr¨ªan albergarlos", explican. Un dato m¨¢s: en 1.659 kil¨®metros (el 15,7%) no hab¨ªa peces "a pesar de que las aguas mostraban, a priori, calidad suficiente para mantenerlos".
El grupo de Fern¨¢ndez-Delgado detect¨® tres "mecanismos" que pueden estar detr¨¢s de esta alarmante ausencia de peces. El primer lugar lo ocupa la destrucci¨®n del h¨¢bitat: "El agua desaparece y el cauce se difumina e incluso se pierde". En segundo lugar, est¨¢ la degradaci¨®n: "Las condiciones ambientales [contaminaci¨®n] no son las adecuadas para el establecimiento de una poblaci¨®n de peces". Y en ¨²ltimo lugar estar¨ªa la fragmentaci¨®n por las presas: "Aunque el h¨¢bitat en el tramo sea favorable, la interrupci¨®n en otros puntos de la conectividad de la red fluvial impide el funcionamiento adecuado de las poblaciones de peces".
El pulso que se libra en la cuenca del Guadalquivir es una met¨¢fora de lo que ocurre en el resto del planeta: la demanda se multiplica, pero los recursos son los mismos. "No hay agua en el Guadalquivir para todos los usos", resume la profesora Gonz¨¢lez del Tanago.
En la cuenca, que ocupa una superficie de 57.527 kil¨®metros cuadrados, viven m¨¢s de cuatro millones de personas. La agricultura acapara el 87% de los usos del agua. O, dicho de otra forma, consume 3.329,5 de los 3.833,2 hect¨®metros c¨²bicos que se emplean en todos los usos urbanos, industriales y agr¨ªcolas. Esta cuenca, de la que beben 849.243 hect¨¢reas de cultivos, es deficitaria, es decir, hay m¨¢s necesidades que agua disponible. Y aunque en las ¨²ltimas campa?as los agricultores no las hayan sufrido debido a las abundantes lluvias, "tarde o temprano volver¨¢n las restricciones", augura Del Moral.
Gran parte del tronco del Guadalquivir ni siquiera es ya un r¨ªo. Oficialmente se denomina "masa de agua muy modificada", como se recoge en el nuevo plan hidrol¨®gico que est¨¢ ultimando el Ministerio de Medio Ambiente. "El Guadalquivir es reh¨¦n del regad¨ªo", opina Del Moral, quien cree que su primer problema es "la expansi¨®n descontrolada" de cultivos.
Se estima que a principios del siglo XX exist¨ªan unas 150.000 hect¨¢reas de regad¨ªo. A medida que avanz¨® el siglo fue creciendo esta superficie, entre otros asuntos por los embalses que se iban levantando y que permit¨ªan acumular el agua. Pero para encontrar el gran salto en la expansi¨®n de los cultivos apenas hay que volver la mirada una d¨¦cada. En 1998, fecha en la que se aprob¨® el vigente Plan Hidrol¨®gico de la Demarcaci¨®n del Guadalquivir, la estimaci¨®n era que exist¨ªan unas 418.000 hect¨¢reas de regad¨ªo. En el nuevo plan hidrol¨®gico, que toma como referencia el inventario del a?o 2007, la superficie se ha duplicado, hasta alcanzar las 849.243 hect¨¢reas.
La cultura del regad¨ªo lleva siglos ligada al Guadalquivir, ese r¨ªo al que los musulmanes bautizaron como Wad al-Kabir (el r¨ªo grande, en ¨¢rabe) y que Fernando III no se atrevi¨® a cambiar de nombre. Primero los romanos, quienes llamaban al r¨ªo Baetis, y luego los musulmanes idearon y perfeccionaron los sistemas de riego que permitieron el florecimiento de la agricultura en el valle del Guadalquivir. Esa rica tradici¨®n se ha mantenido en el tiempo. La agricultura representa hoy alrededor del 20% del producto interior bruto de esta comunidad aut¨®noma, donde las zonas rurales tienen tambi¨¦n una gran importancia demogr¨¢fica.
El poder econ¨®mico y la contribuci¨®n de la agricultura a que los municipios de menor tama?o sigan conservando su poblaci¨®n se traduce en capacidad de presi¨®n ante los representantes pol¨ªticos. "La madre del cordero es la presi¨®n de la agricultura (...). Y la Administraci¨®n no tiene fuerza ni coraje para impedir que aumenten las hect¨¢reas de regad¨ªo", se?ala la profesora Gonz¨¢lez del Tanago.
Detr¨¢s de la explosi¨®n del regad¨ªo en el Guadalquivir de los ¨²ltimos a?os est¨¢ la expansi¨®n del olivar. Este cultivo acapara m¨¢s de la mitad de la superficie de regad¨ªo de la cuenca, en concreto est¨¢n registradas 471.090 hect¨¢reas.
Aunque no es el cultivo que m¨¢s agua necesita -ese puesto lo ocupa el arroz-, s¨ª tiene asociados otros problemas medioambientales. Como apunta Mar¨ªa Jos¨¦ Polo, profesora de ingenier¨ªa hidr¨¢ulica de la Universidad de C¨®rdoba, el olivar "perjudica la conservaci¨®n del suelo". Es un cultivo arb¨®reo que necesita el suelo desnudo, por lo que los productores eliminan la cubierta vegetal y, cuando llueve, el agua erosiona y arrastra la tierra. Ese material acaba en el Guadalquivir, que toma un color chocolate en muchos de los tramos del r¨ªo. El aumento de la turbidez del agua perjudica tambi¨¦n la supervivencia de muchas especies.
La expansi¨®n del olivar y del resto de cultivos intensivos ha ido pareja a la modernizaci¨®n de los sistemas de regad¨ªo, que ha permitido reducir en diez a?os un 25% el agua que se emplea en cada hect¨¢rea. Sin embargo, esta mejora de los sistemas, que ha supuesto una mayor eficiencia en el uso de los recursos h¨ªdricos, no ha implicado un descenso del consumo en t¨¦rminos globales. "En muchos casos, el ahorro ha supuesto una expansi¨®n de los cultivos", explica Polo.
La modernizaci¨®n de los regad¨ªos fue impuesta por la Uni¨®n Europea en 2005. Pero, paralelamente, la pol¨ªtica agraria com¨²n empez¨® a premiar m¨¢s el rendimiento que la superficie, algo que, seg¨²n Polo, ha provocado ese crecimiento desmesurado de las hect¨¢reas de olivar.
La irrupci¨®n de la agricultura tiene una influencia directa en la biodiversidad del r¨ªo. Seg¨²n el informe elaborado por Aphanius, "los usos del suelo ejercen una influencia muy importante sobre la diversidad de peces". En t¨¦rminos generales, "un tramo tiene altas proporciones de bosque y zonas naturales, se encontrar¨¢ una mayor diversidad de especies aut¨®ctonas que si abundan las zonas de usos agr¨ªcolas y urbanos". Por el contrario, en las ¨¢reas "m¨¢s humanizadas" hay m¨¢s presencia y diversidad de especies al¨®ctonas. Ocurre tambi¨¦n algo parecido con los embalses en la margen derecha de la cuenca, que benefician a los peces al¨®ctonos, pero tienen una influencia negativa sobre las especies aut¨®ctonas.
La Uni¨®n Europea aprob¨® a finales de 2000 la Directiva Marco del Agua. El objetivo de esta norma es unificar los criterios e intentar dar una respuesta a las presiones que sufren los grandes r¨ªos europeos, mermados en calidad y cantidad durante los ¨²ltimos a?os. En el art¨ªculo cuarto de esta directiva se fijan los objetivos medioambientales que todos los Estados deben cumplir en diciembre de 2015.
Julia Toja, catedr¨¢tica de Ecolog¨ªa de la Universidad de Sevilla, fue la encargada de elaborar para la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadalquivir el diagn¨®stico medioambiental de esta cuenca. En su an¨¢lisis se se?ala que solo "el 10,4% de los tramos de r¨ªo de la cuenca cumple los requisitos" de la directiva marco en todos los ¨ªndices empleados. Con este an¨¢lisis en la mano, la consecuencia es que casi el 80% de la cuenca del Guadalquivir requiere de importantes medidas correctoras.
Un estuario al l¨ªmite
El Guadalquivir se parece a un domin¨®. Las decisiones que se toman aguas arriba repercuten aguas abajo. Y los tramos que presentan un mejor estado ecol¨®gico son los que se encuentran en la cabecera y en el curso alto de los r¨ªos de la cuenca. En estas zonas es donde los h¨¢bitats est¨¢n menos modificados y la presi¨®n de la agricultura es tambi¨¦n menor. A medida que se desciende, la calidad empeora. Y esta situaci¨®n es l¨ªmite desde el punto de vista medioambiental en el estuario del Guadalquivir. El catedr¨¢tico de la Universidad de Granada Miguel A. Losada ha coordinado un estudio sobre las repercusiones de las actuaciones humanas en los ¨²ltimos 110 kil¨®metros del r¨ªo. Este completo an¨¢lisis -tambi¨¦n coordinado por Javier Ruiz Segura, del Instituto de Ciencias Marinas andaluz- se?ala que "el fuerte desequilibrio en el que actualmente se encuentra el ecosistema del estuario inhibe el papel que naturalmente deber¨ªa cumplir como zona de reclutamiento para especies de inter¨¦s pesquero". Los ¨²ltimos 16 kil¨®metros del r¨ªo est¨¢n declarados zona de reserva pesquera. En esa ¨¢rea se desarrollan los alevines de las especies que luego se pescan en el golfo de C¨¢diz.
Uno de los principales problemas es la ausencia de agua dulce. Y detr¨¢s de este fen¨®meno se encuentra la ocupaci¨®n de los llanos mareales de Do?ana, que hace que entre m¨¢s cantidad de agua salada en el r¨ªo. Adem¨¢s tambi¨¦n influye la presa de Alcal¨¢ del R¨ªo, que provoca una "reducida renovaci¨®n de las aguas en la parte alta del estuario". En el estudio se indica que "durante m¨¢s del 80% de los d¨ªas del a?o la descarga fluvial es insuficiente para evitar que las masas de agua est¨¦n bien mezcladas, lo que impide su estratificaci¨®n". El resultado es una alt¨ªsima concentraci¨®n de s¨®lidos en suspensi¨®n en el Guadalquivir, que, por ejemplo, triplica la que se registra en el Amazonas. Los s¨®lidos impiden el paso de la luz solar y que la vegetaci¨®n pueda realizar la fotos¨ªntesis. Adem¨¢s "se favorece la permanencia de fitoplancton t¨®xico en el estuario".
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