Los chinos plantan cara a la poluci¨®n
Varios esc¨¢ndalos medioambientales propician manifestaciones violentas contra empresas 'sucias' en China. El Gobierno, por su parte, falsea las mediciones de la calidad del aire.
No hace falta ning¨²n artilugio cient¨ªfico para certificar la severidad del problema de la poluci¨®n en China, basta con ver, respirar y sentir. Porque, salvo en contadas ocasiones, el centro y este del pa¨ªs est¨¢n permanentemente cubiertos por un pesado manto gris amarillento y al viajero ocasional no tardar¨¢n en escocerle los ojos y la garganta tras poner sus pies en ese territorio.
Pero la poluci¨®n m¨¢s grave es la que no se ve y quien sufre sus consecuencias son los 1.350 millones de habitantes del pa¨ªs m¨¢s poblado del planeta. No en vano, hace cuatro a?os, el Banco Mundial alert¨® de que 16 de las 20 ciudades m¨¢s contaminadas se encuentran en este gigante asi¨¢tico y la entidad asegur¨® que hasta 750.000 personas pueden morir al a?o por esta raz¨®n. Los casos de c¨¢ncer se disparan y la misma trayectoria lleva el n¨²mero de quienes nacen con minusval¨ªas de todo tipo.
Las autoridades no miden sustancias contaminantes que se tienen en cuenta en otros pa¨ªses
Las redes sociales, clave en las movilizaciones de protesta contra los abusos medioambientales
Hasta ahora los chinos hab¨ªan aguantado con estoicismo y resignaci¨®n una realidad que se consideraba intr¨ªnseca al desarrollo econ¨®mico. No obstante, parece que la paciencia ha llegado a su fin y ha estallado la guerra: en los ¨²ltimos meses las protestas m¨¢s multitudinarias y violentas no han tenido cariz pol¨ªtico o ¨¦tnico, sino medioambiental. La ¨²ltima, que prendi¨® la semana pasada, ha acabado con el cierre de una f¨¢brica de paneles solares que realizaba vertidos t¨®xicos sin ning¨²n tipo de tratamiento. Los habitantes de Haining, en la provincia oriental de Zhejiang, culpan a Jingko Solar de haber provocado al menos 40 casos de c¨¢ncer y leucemia, mientras las autoridades confirman que los niveles de fl¨²or son diez veces superiores a lo permitido. La empresa ha sido multada con m¨¢s de 50.000 euros.
El caso de Jingko Solar deja en evidencia dos importantes cambios sociales que van a marcar el rumbo de China: la creciente concienciaci¨®n medioambiental, ligada m¨¢s a la preocupaci¨®n por la salud personal que a la conservaci¨®n de la naturaleza, y el control que ejercen los ciudadanos al Gobierno a trav¨¦s de las redes sociales, con la bloguera Sina Weibo a la cabeza. Esto ha sido posible gracias a que el ciberespacio chino explota con cada una de estas protestas para presionar a los dirigentes a que tomen cartas en el asunto. Se demostr¨®, con m¨¢s fuerza todav¨ªa, el pasado mes de agosto en Dalian, cuando m¨¢s de 12.000 personas tomaron las calles para exigir el traslado de una planta qu¨ªmica, despu¨¦s de que una tormenta da?ase los muros de contenci¨®n. En un principio las autoridades optaron por la v¨ªa de la represi¨®n, pero la magnitud que estaba tomando el asunto en las redes sociales les hizo cambiar de idea y decidieron cerrar la planta. Esta ciudad costera ya estaba sufriendo las consecuencias de un vertido de petr¨®leo de una plataforma de extracci¨®n y el ¨¢nimo de la poblaci¨®n amenazaba con incendiarse definitivamente.
No son los ¨²nicos casos. Desde julio de 2009, cuando unos campesinos de Hunan se enfrentaron al Gobierno por la poluci¨®n de otra planta qu¨ªmica, el n¨²mero de protestas no ha dejado de crecer y la mayor¨ªa arremete tanto contra las autoridades como contra las empresas.
La connivencia entre ambos es m¨¢s que evidente. De hecho los gobiernos locales han falsificado anal¨ªticas de ni?os contaminados por plomo y quienes residen cerca de industrias sucias, se muestran reticentes a pasar los controles sanitarios en hospitales de la zona, que pueden estar bajo la presi¨®n de las empresas o de las autoridades. Pero el escepticismo va mucho m¨¢s all¨¢. Los residentes de Pek¨ªn, por ejemplo, consideran una burla que el Gobierno asegure que la capital hab¨ªa disfrutado en 2009 de 285 d¨ªas azules, una etiqueta que el Ministerio de Protecci¨®n Medioambiental otorga a cada jornada en la que la calidad del aire es "buena o mejor".
Para demostrar que no es as¨ª, Lu Weiwei y Fan Tao produjeron Un diario visual de los d¨ªas azules en Pek¨ªn, fotografiando el cielo cada d¨ªa de 2009, donde en solo 180 de ellos se pod¨ªa apreciar algo de azul en el plomizo cielo de la capital. La administraci¨®n difiere, porque considera que la calidad del aire es aceptable descartando importantes variables que s¨ª se tienen en cuenta en otros pa¨ªses, incluida Espa?a. Los niveles de ozono y las part¨ªculas de menos de 2,5 micras -especialmente da?inas para los pulmones- son las m¨¢s importantes de las que se quedan en la cuneta. Y no porque el pa¨ªs carezca de la tecnolog¨ªa para medirlas, sino porque su inclusi¨®n har¨ªa que el n¨²mero de d¨ªas azules se desplomase hasta un 40%. Adem¨¢s, muchas veces las estaciones de medici¨®n se encuentran en las zonas menos contaminadas de las ciudades, raz¨®n por la que nadie presta atenci¨®n a los datos que se hacen p¨²blicos a diario.
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