Mala leche (literal)
El piloto de motos Casey Stoner, que sufre intolerancia a la lactosa, ha puesto bajo el foco medi¨¢tico esta enfermedad cada vez m¨¢s com¨²n. La soluci¨®n no pasa por eliminar los l¨¢cteos, sino por tomarlos en la cantidad y forma adecuadas
Los problemas de salud del piloto australiano de motociclismo Casey Stoner hicieron correr r¨ªos de tinta en la prensa especializada durante 2009. Terminaba las carreras desfondado y vomitando, tanto que dej¨® de disputar varias pruebas del Mundial. Los m¨¦dicos no sab¨ªan qu¨¦ le ocurr¨ªa. Se especulaba con alguna dolencia digestiva, anemia, incluso estr¨¦s y hasta des¨®rdenes mentales. Pero se trataba de una intolerancia a la lactosa, que es un az¨²car presente en la leche de todos los mam¨ªferos. Una sustancia que el organismo ha de degradar, dividir, para asimilar. Stoner no pod¨ªa porque en su tracto digestivo faltaba la enzima necesaria, la lactasa. A partir de 2010, cuando al fin le diagnosticaron esta dolencia, empez¨® a controlar la ingesta de l¨¢cteos, descans¨® durante unos meses y volvi¨® al circuito recuperado y en forma. Este a?o, salvo sorpresa, ganar¨¢ el Campeonato de MotoGP.
El abuso de antibi¨®ticos puede potenciar el d¨¦ficit de lactasa
Cuando no hay lactasa, o no en la cantidad suficiente, la lactosa no se absorbe y aparecen las diarreas, los v¨®mitos, las flatulencias, los dolores abdominales, los reflujos g¨¢stricos y, en general, las molestias intestinales, seg¨²n describe el cuadro cl¨ªnico Alfredo Mart¨ªnez, catedr¨¢tico de nutrici¨®n de la Universidad de Navarra. En Espa?a, el ¨ªndice de intolerancia a la lactosa puede estar en torno al 10% en ni?os y al 40% en adultos, seg¨²n los ¨²ltimos estudios, tercia Francisco Tinahones, jefe de servicio de endocrinolog¨ªa y nutrici¨®n del hospital Virgen de la Victoria de M¨¢laga e investigador del CIBERobn (Centro de Investigaci¨®n Biom¨¦dica en Red de la Fisiopatolog¨ªa de la Obesidad y Nutrici¨®n).
En el norte de Europa ronda el 5%; en ?frica, el 90%. Tal distribuci¨®n geogr¨¢fica se debe a una "cierta selecci¨®n gen¨¦tica", sugiere Mart¨ªnez: quienes consumen m¨¢s leche (y quiz¨¢ de m¨¢s variedad) en la edad adulta desde ¨¦pocas precoces, han llegado a nuestros d¨ªas asimil¨¢ndola mejor.
"Lo normal es que exista un d¨¦ficit, menos enzima de la necesaria, pero es muy raro que no la haya en absoluto", puntualiza Tinahones. Por eso, una vez detectado el problema (con un test del hidr¨®geno en el aliento: a menor intolerancia, m¨¢s hidr¨®geno exhalar¨¢ el paciente), la soluci¨®n no pasa necesariamente por eliminar por completo los l¨¢cteos, sino por ir probando hasta dar con la dosis que no haga da?o, seg¨²n receta otro investigador del CIBERobn, Miguel ?ngel Mart¨ªnez Olmos (de la unidad de des¨®rdenes alimentarios del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago).
Observaci¨®n y equilibrio
El especialista insiste en que ordenar sin m¨¢s un ?l¨¢cteos fuera! empobrece la dieta, y defiende que hay que llegar a un equilibrio, mediante la observaci¨®n y la colaboraci¨®n y consejo del m¨¦dico. Sin olvidar tampoco que "la lactosa est¨¢ presente en boller¨ªa, en productos elaborados, y se utiliza como excipiente de una enorme cantidad de f¨¢rmacos", alerta Tinahones, que recomienda leer cuidadosamente las etiquetas.
Mart¨ªnez Olmos ha comprobado que si se toman peque?as cantidades de manera natural, se induce la actividad residual de la lactasa que queda. Tambi¨¦n depende del animal del que proceda la leche (la de cabra, por ejemplo, contiene menos lactosa que la de vaca). De si es entera o desnatada: en el primer caso la tolerancia es mayor, quiz¨¢ porque la grasa ralentiza el vaciamiento g¨¢strico, de manera que a la enzima, aunque escasa, le da tiempo a metabolizar la lactosa.
A unas personas les cae mejor y a otras peor: coger el brick de la nevera, o calentarlo en el microondas. "La temperatura tiene que ver con la actividad enzim¨¢tica", aventura. El grado de rechazo tambi¨¦n se relaciona con la hora del d¨ªa. "Si identificamos que hay m¨¢s problemas por la ma?ana, sustituimos la leche del desayuno por yogur", explica el endocrino, que ha detectado que aquellos derivados sometidos a procesos de fermentaci¨®n se toleran mejor.
Un trabajo codirigido por el profesor Mart¨ªnez y publicado en 2007 en el British Journal of Nutrition concluy¨® que la asimilaci¨®n de calcio en personas con intolerancia a la lactosa era mejor cuando tomaban leches fermentadas.
Si se restringen los l¨¢cteos de la dieta, habr¨¢ que compensar su aporte de calcio por otro lado, hace notar Mart¨ªnez, presidente adem¨¢s del comit¨¦ cient¨ªfico del 11? Congreso de la Federaci¨®n Europea de Sociedades de Nutrici¨®n, que se celebrar¨¢ en Madrid. La mejor forma de hacerlo es con alimentos naturales, como espinacas, garbanzos y lenguados, o funcionales, como cereales enriquecidos con calcio. Hay leches sin lactosa e incluso pastillas de lactasa. Ser¨¢ el facultativo quien decida seg¨²n cada circunstancia.
La leche solo es imprescindible en la primera etapa de la vida, as¨ª que la producci¨®n de lactasa comienza a bajar a partir de los cuatro a?os, y los problemas de digesti¨®n aumentan conforme uno se hace mayor.
El d¨¦ficit puede ser primario, determinado por la carga gen¨¦tica y la edad, o secundario (y en ocasiones transitorio), provocado por el uso y abuso de "antibi¨®ticos con los que maltratamos nuestro intestino", lamenta Tinahones. O consecuencia de una intervenci¨®n quir¨²rgica o de patolog¨ªas que afectan a las vellosidades intestinales, como la enfermedad celiaca, la de Crohn, una gastroenteritis v¨ªrica... Los expertos no creen que el n¨²mero de casos haya aumentado. Pero s¨ª que se diagnostican ahora m¨¢s, sobre todo en adultos, seg¨²n se?ala Mart¨ªnez Olmos. Como le ocurri¨® a Casey Stoner.
Las vacas y sus prote¨ªnas
Entre un 2% y un 6% de la poblaci¨®n es al¨¦rgica a las prote¨ªnas de la leche de vaca, seg¨²n datos de la Sociedad Espa?ola de Alergolog¨ªa e Inmunolog¨ªa Cl¨ªnica (SEAIC). Son la quinta causa de alergia a alimentos, por detr¨¢s de frutas, frutos secos, mariscos y huevos. La mayor¨ªa desarrolla esta hipersensibilidad durante la lactancia o en la primera infancia, de manera transitoria en buena parte de los casos: solo el 15% de los ni?os que la sufren continuar¨¢n afectados a los cinco o seis a?os de edad, seg¨²n enfatiza Pedro Ojeda, secretario de la SEAIC. ?S¨ªntomas? Los m¨¢s comunes son los cut¨¢neos (urticarias y eritemas), seguidos de digestivos (v¨®mitos y diarrea) y problemas respiratorios (rinitis y asma).
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